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Parte 2.
Una aventura bajo sustancias nocivas para la salud .

—Lando, te digo, se vería hermosa con esta peluca

—Dudo mucho que Eugenia te agradecería una peluca como regalo.— dijo Lando seguido de una risa.

—¿Eh? Pero si es como su tono de cabello— habló desconcertado Carlos.

—Si supongo que una peluca conquistaría a una chica y haría que rompa su compromiso– rodó los ojos Lando.

Carlos lo miró pensativamente y algo dentro de él bajo todo el alcohol que había consumido hizo click con su mente y una idea llegó a su mente.

—¡El anillo! Vamos a buscar el anillogw— habló Carlos haciendo que casi no se le entendiera ya al hablar.

Lando asintió rápidamente con la cabeza pensando en que era la mejor idea que había escuchado alguna vez en su vida.

Al llegar a una joyería, sintió que ya había vivido este momento.
Un señor se acercó a ellos enseñándole todos los anillos disponibles, mientras Carlos se los probaba imaginándose los dedos de Eugenia para después mirarlos aterrorizados de lo "feos" que se veían.

Ehm... Carlos— habló Lando sacando a Carlos de búsqueda implacable por el anillo perfecto.

—¿Ajá?— alzó las cejas.

— Pero tú ya compraste el anillo, ¿Recuerdas?

Y era cierto. Lo tenía desde aquel día que habían ido a buscar un regalo para la hermana de Lando.

—¿Ah?— Carlos intentó recordar pero nada venía a su cabeza, realmente no funcionaba muy bien su cabeza en estos momentos. — Bueno, otra opción por si dice que no al otro, siempre es bueno.

Carlos eligió un anillo con un diamante en forma de corazón y una banda de oro, que realmente no combinaba mucho. Porque el señor le aseguró que entre más grande el diamante más fácil era que fuese a decir que si. Y Carlos quería que dijera que si, entonces optó por hacerle caso al "honesto" vendedor, que ahora tendría una enorme comisión por el exorbitante anillo que había comprado.

—¡Es lo más horrible que he visto en mi vida!— gritó Lando viendo el anillo. —¡¿Qué te pasa?!

—Tú no sabes nada de mujeres pequeñín— aseguró Carlos con una sonrisa. — y aquí mi amigo el vendedor y yo, hemos escogido algo apto para Eugenia.

Lando rodó los ojos.

—¡Lando!— gritó Carlos. —Tengo que practicar cómo se lo pediré.— sollozo Carlos, estaba nervioso, pero realmente todo era producto de el alcohol.

—¿Practicar? Solo dilo maldita sea.

—Déjame practicar contigo

Lando aceptó solo porque era práctica para su buen amigo. Y no quería que nada se arruinara.

Carlos se arrodilló en una sola rodilla mientras abría la caja del anillo.

—Lando; tienes que sorprenderte como lo haría Eugenia.

Lando rodó los ojos como de costumbre para después aceptar. Carlos se volvió a arrodillar y sacó de nuevo la caja mientras la abría.

Lando abrió los ojos grandemente y llevó sus manos a su cara para fingir sorpresa.
—¡Mi Dios!— gritó Lando mientras fingía llorar desconsoladamente.

Un grupo de personas se había reunido en círculo para presenciar el momento "íntimo" de la pareja.
Nadie los había reconocido pero la escena de la pareja "gay" a punto de comprometerse había llamado la atención de varios que pasaban, uniéndose al momento.

—¿Te casarías conmigo?— carraspeó la garganta un poco Carlos.

—No— dijo Lando fácilmente mientras volteaba su cara con los ojos cerrados fingiendo resignación.

—¡¿Qué?!—

—Lo has pedido muy simple, sin sentimientos. No creo que realmente me ames.

—Te metiste demasiado en el papel, Lando.

Quiero robarme a la novia  | Carlos Sainz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora