17.

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Eugenia sentía que le habían dado un golpe en el estómago que le había sacado todo el aire. Las palabras de Carlos seguían resonando en su cabeza una y otra vez, y aunque no quería parecer afectada por su pequeña confesión, su cara demostraba todo lo contrario.
No sabía que decir, maldita sea, que se supone que sería lo correcto para responder. Lo correcto para ella, para Carlos, y la para situación.

—Eugenia, di algo– pidió suavemente un esperanzado Carlos. Sus ojos buscaban los de Eugenia para poder descifrar que era lo que estaba sintiendo, saber si había dicho lo incorrecto en un momento incorrecto también.

—Y-yo..– empezó a balbucear, pero aunque quisiera poder sus pensamientos orden no parecía poder formular ni una sola frase. Todo lo que había querido hace años, las palabras que había querido escuchar hace demasiado tiempo, estaban ahí, ahora. Solamente que era demasiado tarde, demasiados años tarde. —Te amo. Lo hago y lo seguiré haciendo probablemente todo lo que me quede de vida, Carlos. Pero no puedes llegar a mover todo lo que he construido estos últimos años.

Le parecía una broma de mal gusto, un juego de parte de Carlos, donde aparecía después de tanto tiempo para demostrarle que no podía escapar de él, tenía todo en este momento donde debería de estar, su prometido, su carrera, una boda casi planeada, no podía, simplemente no le pasaba por la cabeza un escenario donde pudiese confiar nuevamente en Carlos, su mejor amigo.

Carlos escuchaba las palabras que salían de la boca de Eugenia, y sentía su corazón apachurrarse un poco más con cada segundo que pasaba.

—Hablemos después. Hay que calmarnos, y... probablemente mañana podemos aclararlo-pidió Carlos.— No te estoy pidiendo que huyas en este momento conmigo, y tampoco te puedo prometer que sea fácil, pero si estamos los dos juntos realmente nada me parecería difícil.

Eugenia lo miró incrédula.
Se levantó de la silla haciendo que hiciera un sonido estruendoso, estaba enfadada. Enfadada no, estaba que moría de enojo.

—Creo que ha sido una mala idea venir aquí.

—No digas eso. Por favor Gi.. perdóname, no te vayas. No volveré a tocar el tema— Carlos miró con ojos suplicantes a Eugenia, quien parecía que tenía los ojos más fríos que alguna vez le había visto.
¿La había cagado? Carlos empezó a mirar todo en retrospectiva, no llevaban ni un día en España y ya la había emboscado con sus sentimientos y promesas que honestamente, aunque quisiera cumplir, no sabía si podrían hacerse realidad.

Eugenia no hablo y solamente le dedico una última mirada antes de salir de la casa de los Sainz. Necesitaba aire fresco, pensar, ordenar, y sobre todo, creía que necesitaba sacarlo, hablarlo con alguien.

Carlos la miró salir por la puerta mientras su corazón retumbaba por todo su cuerpo, sintiendo lo mismo de hace unos años cuando Eugenia se había marchado por su culpa también. La misma escena, años después, y seguía doliendo como la primera vez, como si el dolor realmente nunca se hubiese ido.

Quiero robarme a la novia  | Carlos Sainz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora