𝟏𝟑

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𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐎 𝐀 𝐋𝐀 𝐌𝐈𝐄𝐑𝐃𝐀

𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝟐


—Sí —tomó el arma.

—Hora de crecer —llamó la atención de todos—. ¿Ya tienes la tuya? —le preguntó a Andrea.

—Sí. ¿Dónde está Dale?.

—Está en camino —afirmó y le dió un arma a T-dog.

—Creí que no podíamos.

—Podemos y debemos —nos volteó a ver—. Una cosa era quedarnos aquí juntando margaritas cuando creíamos que éste lugar era seguro, pero ahora sabemos que no lo es —hizo pausa—. ¿Qué dices viejo? —fue hacia Glenn—. ¿Protegerás a los tuyos? —Glenn volteó a Maggie, y tomó el arma—. Eso es, ¿Sabes disparar? —le preguntó a Maggie.

—¿Puedes parar? si repartes las armas, mi padre los echará esta noche.

—Shane, basta.

—Debemos quedarnos, Shane —habló Carl.

—¿Qué sucede? —mamá llegó.

—No vamos a irnos ¿Okey?. Hershel... sólo tiene que entender. Él... bueno, tendrá que hacerlo —anunció y caminó hacia Carl—. Debemos encontrar a Sophia, ¿tengo razón?.

—¿Cuando entenderán que Sophia ya no está viva? —rodé los ojos, me voltearon a ver y luego miraron a Shane, él cual me ignoró.

—Ahora quiero que tomes esto —le estaba dando un arma—. Tómala Carl, y protege a tu madre y a tu hermana, haz lo que sea necesario. Tú sabes como, toma el arma y hazlo.

—Rick dijo nada de armas, no te corresponde. Esta no es tu decisión —mi madre intervino.

—Por eso papá es mejor liderando que tú, ¡él no pone en riesgo a los ot...!.

—Mira, tú cállate que no tienes ni la mitad de idea de lo que...

—¡Oh, demonios!.

T-dog habló, haciendo que todos viéramos aquella escena: papá, Jimmy y Hershel, traían dos caminantes, y Shane empezó a correr hacia ellos:

Esto va a ser peor.

—¿Qué es eso? —todos empezamos a correr atrás de él, para que no hiciera alguna estupidez—. ¡¿Qué demonios haces?! —le habló a papá.

—Shane, solo aléjate —habló mientras traía a un caminante.

—¿Por qué tu gente tiene armas? —habló Hershel, quien también traía un caminante.

—¡¿Están bromeando?! —estaba bastante molesto—. ¡Lo ven! —señaló esa escena—. ¿Ven a lo que se aferran?.

—Yo veo a quién me aferro —Hershel volvió a hablar.

—No viejo, no lo ven.

—Shane, Shane... sólo déjanos hacer esto y hablaremos —papá quiso tranquilizarlo.

—¡¿De qué quieres hablar, Rick?!. ¡Ellos no están enfermos, no son personas!.

—¡Basta, Shane! —le grité.

—¡No! —me calló—. ¡Esas cosas están muertos! ¡No sentiré nada por ellos, porque lo único que hacen es matar!. ¡Estos de aquí... son los que mataron a Amy, mataron a Otis!...

MI CHICA RUBIA; beth greeneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora