MI CHICA RUBIA; beth greene

𝟑𝟒

¡𝐃𝐄 𝐂𝐀𝐌𝐈𝐍𝐎 𝐀 𝐖𝐀𝐒𝐇𝐈𝐍𝐆𝐓𝐎𝐍!

𝐃𝐈́𝐀 𝟓𝟏𝟏 (𝟏 𝐒𝐄𝐌𝐀𝐍𝐀 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐔𝐄́𝐒)

—¿Estás mejor —Zach me preguntó mientras caminábamos por el bosque.

—Sí —sonreí—. Pensé que tardaría más en caminar, pero solo fue una semana y media.

—¿La extrañas? —cambió de tema.

—Bastante —admití.

Seguimos hablando de todo, hasta que otra voz se hizo presente: 

—¡Ayuda! —se escuchaba a lo lejos—. ¡Ayuda! ¡Por favor!

—Papá, vamos —Carl dijo al momento—. ¿Qué esperas? ¡Vamos! —Y es ahí donde empezamos a correr.
Llegamos de donde provenían los gritos, es un cura arriba de una gran roca, él se encuentra asustado

—Despejado, estén alerta —papá informó—. Puedes bajar —le dijo y ese con miedo bajó, no parecía estar bien—. ¿Estás bien? —preguntó para que al momento el cura vomitara.

—Que asco —reí—. Que yo recuerde no he visto vomitar a alguien, bueno sí, solo a Glenn ya hace más de un año —volteé a ver a Zach y ese también vomitó—. Oh Zach —le di unos golpecitos en su espalda, él levantó la cabeza—. ¿Ya estás bien?

—Ya —se limpió la boca.

—Lo siento —dijo el cura después de limpiarse la boca—.Sí, gracias. Soy Gabriel —se presentó.

—¿Llevas armas contigo? —papá preguntó al instante y ese rió, lo miré confundida.

—¿Les parece que cargo con armas?

—Nos parece que tienes armas y que podrías comerte una bala —Abraham habló de inmediato.

—No llevo ningún arma —trató de defenderse—. Me protege la palabra de Dios.

—No parecía —Daryl habló.

—Grité por ayuda —sonreía mientras miraba a cada uno de nosotros—, y la obtuve —y hubo silencio hasta que volvió a hablar—. ¿Oigan... tienen comida?.

︻デ═一
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— Al fin podré descansar —me senté en una banca de la iglesia.

—No es tan cómoda, pero es algo —se sentó alado mío.

—¿Cómo sobreviviste tanto tiempo? —papá interrogaba al padre—. ¿Cómo obtuviste esa comida?,

—Quiero cargar a Jud —él me la dió—. Gracias —él asintió.

—Aquí —fue lo último que escuche ya que empecé a hablar con Judith y Zach.

—Por dios, Jud —jugaba con su pequeña mano—. Eres tan linda —le di un beso en la frente.

—Eres linda cuando estás con ella —él acariciaba el poco cabello que ella tenía.

—¿"Linda", en que sentido? —lo volteé a ver.

—De carácter —dijo sin voltearme a ver.

—¿Entonces cómo soy normalmente? —me miró

—Fuerte, capaz de hacer cualquier cosa —suspiró—. Excepto cuando alguien importante para ti esté en peligro, hay veces que te pones débil en ese mismo momento, pero hay ocasiones en las que no.