Don't Cry [Jaesung]

11

La nieve estaba presente ese día. No había pasado mucho esa navidad a decir verdad. De alguna manera sus padres estaban bien. Aún así los había escuchado discutir en la madrugada cuando fue a por un vaso de agua y al baño.

De todas formas, agradecía que se comportaran bien, al menos por hoy. No importaba si estaban pretendiendo, solo esperaba que estuvieran así todo el día.

No importaba si después, cuando él ya estuviera durmiendo, ellos volvían a pelear.

Estaba siendo egoísta, sí. Pero lo necesitaba. En ocasiones, en la vida hay que ser egoísta y no pensar en nadie ni en nada más que en ti mismo para poder disfrutar aunque sea solo un poco.

— Jisung-ii— llamó su madre, el aludido frunció un poco el ceño por el repentino cariño, sin embargo le dedicó toda su atención—. ¿Que te gustaría?

— ¿A qué te refieres?— inquirió, sirviéndose un poco de ensalada en su cena. La comida para navidad estaba siendo muy al estilo americano. Le gustaba.

— A un regalo de navidad— habló su padre, introduciéndose en la conversación.

— Ah, cualquier cosa está bien— dijo, dándole el primer bocado al pavo—. Está riquísimo, mamá— sonrió con la boca llena, logrando que sus mejillas se abultaran.

La mujer sonrió complacida y orgullosa—. Me alegra escucharlo. Tu padre me ayudó— notificó.

— ¿En serio no quieres nada?— volvió a preguntar su padre.

Jisung soltó un suspiro, pensando si había algo que quería. Ya que se lo estaban pidiendo intentaría pensar en algo que fuera de su agrado o alguna cosa faltante entre sus pertenencias o, incluso, si algo estaba roto.

— Unos nuevos cascos— pidió—. Hace unos días se me cayeron los míos y un lado se dejó de escuchar y el otro se oye raro— mencionó.

— De acuerdo. Buscaremos eso para ti. ¿Cualquier color?

— Negros estarían bien— apretó sus labios, no estaba seguro sie ataba pidiendo mucho. Aunque no es como que el color aumentara su precio.

— De acuerdo— la mujer sonrió y le dió un bocado a su comida—. ¿Hay algo que quieras para tu cumpleaños?

— Oh, ¿mi cumpleaños? No lo sé, aún falta un poco. Pensaré si necesito algo— comentó—. Pero no creo que sea así.

— Está bien— habló esta vez su padre—. Puedes pedirnos lo que quieras. Nunca lo haces y siempre hacemos malabares para comprarte algo que sea de tu agrado.

— Tienes razón— concordó su madre—. Nunca nos pide algo y no sabemos muy bien sus gustos. Deberías hablar más con nostros de lo que te gusta— reprochó la mujer.

— De acuerdo, a partir de ahora haré eso— prometió.