#extra 3

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Aquello era como una bomba a punto de explotar. La cuenta hacia atrás se hacía cada vez más y más rápida conforme pasaban los días. Como una goma de mascar cuando intentas inflarla y al final se revienta en tu propia cara. Cada vez aplazaban más la conversación que debían tener, cada uno con miedos sobre qué tan malo podría ser lo que ocurra después de ello.

¿Estará bien Jeno con nuestra relación actual? ¿Estará de acuerdo Renjun con lo que hacemos?

Eran las preguntas que rodaban más en la cabeza de los dos, tal y como si fuera un disco rallado, se repetían una y otra vez.

Pero es que aquello que tenía era extraño; no eran algo pero tampoco dejaban de serlo. Habían cosas que no eran de sólo amigos y ellos lo sabían perfectamente. ¿Pero que se supone viene después? ¿Siquiera debería haber algo más?

Desde que los demás invitados de la pequeña fiesta que podía llamarse más reunión que otra cosa, se fueron, el departamento de Renjun se había sumergido en un silencio, siendo éste, por primera vez en mucho tiempo, incómodo. El único sonido escuchado era el de los platos al ser movidos de la mesa de centro del salón hasta la cocina y una vez allí, siendo lavados.

Habían organizado un poco después de la partida de sus amigos, pues aquel pequeño lugar parecía estar patas arriba. Y una vez terminaron, decidieron por ducharse, primero Jeno y luego Renjun.

Y después de que este último saliera del baño, lo único que se encontró fue a un Jeno acostado en su cama jugando con los anillos de su mano derecha, a diferencia de él, Jeno sí solía llevar aquel tipo de accesorios. Sin embargo, Renjun se fijó con más cuidado y pudo notar que jugaba con uno en específico; el que hacía juego con el propio.

— Tus padres... ¿No has recibido nada de ellos?— inquirió el pelinegro sin mirarlo.

Renjun se dirigió a su cama, poniéndose en la misma posición que el pelinegro ahora junto a él. Dejando un silencio que no fue incómodo está vez, Renjun se tomó su tiempo en responder.

— En la mañana me enviaron el dinero de la renta y un poco más para que me comprara algo que me gustara. Ah, y un mensaje de feliz cumpleaños.

Las palabras volvieron a desaparecer y ahora la nostalgia se hizo presente entre ellos, más por un lado que por el otro. La gigantesca mano de Jeno, tomó con cuidado la pequeñita de Renjun, dejando pequeñas caricias en ella.

Y ninguno dijo nada porque ciertamente Jeno no sabía si hablar sería lo correcto o no, por lo que prefirió el silencio antes que otra cosa. El azabache miró el rostro del contrario, y se sorprendió ddgran manera al ver que las lágrimas comenzaban a caer sobre sus mejillas. Alarmándose un poco por ello, Jeno se acomodó en mejor posición para abrazar aquel pequeño cuerpecito. Renjun se aferró con fuerza a la polera de algodón de Jeno, llorando sin poder contenerse todo aquello.

Y es que ciertamente, Renjun siempre se guardaba todo para sí mismo. Prefería llevar la carga él solo antes que dejar que los demás lo ayudaran. Prefería guardarse lo que sentía para evitar ser una molestia para los demás. Y eso Jeno lo odiaba porque Renjun no siempre podía mantener esa carga solo, pero parecía retisente en no decirle algo a él. En especial a él. Y en serio que lo odiaba.

Dejando caricias en su cabello y susurrando algunas palabras de consuelo para el castaño, Renjun pareció mas calmo ante su toque y también sus comentarios. Y eso tranquilizaba a Jeno, porque como ya se había dicho, el chino no era alguien que mostrara mucho sus emociones.

— Estoy bien, sólo te necesito a tí.

De manera torpe, Renjun comenzó a limpiar las lágrimas que aún caían por sus mejillas, sonriendo de manera incómoda para tratar de aligerar el ambiente. Con un poco de pena por el chico, Jeno tomó sus mejillas con cuidado, asegurándose de deshacerse de aquel líquido que seguía haciendo un sendero por aquellos mofletes. Acercó su rostro con lentitud y en segundos sus labios se estaban tocando en un suave y delicado beso. Casi un roce. Sin movimiento, simplemente sus labios estaban ahí, estáticos, demostrando al chino que siempre estaría ahí para él, así como ahora*.

Don't Cry [Jaesung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora