Emma, la típica chica perfecta,
Álvaro, el típico chico perfecto,
Blas, el típico chico popular, sexy y perfecto,
Carlos, el típico chico alocado,
Patricia, la típica payasa del instituto,
Alba, la típica rebelde sin causa,
David, el típico mujerieg...
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Estamos todos sentados a las puertas del edificio en el que vivo. Nos reímos juntos. Como una familia sentada frente a la televisión.
—Mirad chicos.
Prestamos atención a David. Llevaba puestos los auriculares, supongo que escuchando música en el móvil. Ahora se los ha quitado y nos mira con un toque de ilusión en la mirada.
—¿Y ahora qué pasa? —pregunta Blas, riéndose.
—Hay un concurso en el que quiero participar.
—¿Y de qué trata? —Alba se acerca a él.
—Trata sobre juntarte con tus amigos y exponer en los 140 caracteres de Twitter por qué somos amigos.
—¡Me apunto! —grita Carlos, alzando las manos al aire.
—Bien, empecemos...
—Creo que acabamos siendo amigos porque nos lo pasamos muy bien juntos.
—Somos amigos porque somos los únicos capaces de soportar las tonterías del resto.
—Porque disfrutamos más que con el resto.
—Porque no encontré algo mejor. —David se lleva una colleja tras su comentario.
—Porque nos queremos.
Seguimos diciendo cada uno una razón, pero David no sabe que poner.
—Emma... No has dicho nada todavía. Tienes la definitiva. —La animo, dándole un codazo.
Todos miran a mi mejor amiga. La castaña está despierta, pero bastante relajada, apoyada en la barandilla.
Se incorpora para hablar. Frunce el ceño antes de hablar, como pensándose bien lo que va a decir.
—Somos amigos por todo lo que habéis dicho, pero también por mucho más. Somos muy distintos los unos de los otros. No nos parecemos en nada. Unos se conocieron antes; otros, más tarde. Pero a pesar de todo, nos unimos para formar un grupo. Por nuestros problemas, locuras y momentos realmente estúpidos. Por eso nos queremos y nos hemos unido para ser nosotros. Los mejores amigos.
Me fijo que la mayoría está llorando de la emoción, y me sorprendo a mí misma haciendo eso.
—¿Me lo puedes resumir un poco, porfa? —David solloza, aún con el móvil en la mano.
Nos reímos y decidimos hacer como los mosqueteros.
—Todos para uno... —Álvaro comienza poniendo su mano.
—Y uno para todos. —Ponemos las manos a la vez y las levantamos.
Mientras hacemos esto, gritamos:
—¡Nuestro pequeño mundo!
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A partir del primer capítulo, pondré una imagen para que sepáis cómo imagino yo a los personajes de la novela. Sois libres de imaginar cosas distintas.
