Emma, la típica chica perfecta,
Álvaro, el típico chico perfecto,
Blas, el típico chico popular, sexy y perfecto,
Carlos, el típico chico alocado,
Patricia, la típica payasa del instituto,
Alba, la típica rebelde sin causa,
David, el típico mujerieg...
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Como siempre, llego la primera al punto de reunión. Tras acabar un agotador viernes, hemos quedado con nuestros padres en quedarnos a comer en la Warner. El resto probablemente se habrán entretenido con algo.
¡Esperad, ya viene alguien! Álvaro y Emma aparecen. Pero caminan muy despacio, charlando. Al observarlos me doy cuenta una vez más de la química que hay entre ellos. Ellos no suelen ser tan tímidos como yo, pero sus miradas esquivas, lo colorados que se ponen cuando son capaces de mantener la mirada... dicen mucho.
Se ríen, probablemente de algo que nunca comprenderé. Por fin, llegan hasta donde estoy yo. No duramos mucho los tres solos, ya que enseguida aparece David, saltando sobre la espalda de Álvaro.
—¡Tranquilo, bro! Intenta no matarme —se queja él.
Antes de que David conteste, Patri aparece dando pequeños saltitos, como la mismísima Heidi en su campo.
—¡Hola, chicos! —chilla, alargando la "a".
—Hola, loca —contesta Emma, imitándola.
—¿Quién falta? —pregunto mirando el reloj.
—Carlos, Dani y Blas estaban por llegar —me informa David.
—Alba e Isabel venían de camino.
Nada más terminar de hablar, los cinco chicos que faltaban aparecen hablando y riéndose en grupo.
—Ahora que estamos todos, os voy dando las entradas a la Warner y los tickets del metro para adelantar.
David nos da nuestras entradas y vamos al metro.
—¿Os habéis traído ropa de cambio? —recuerda Blas de repente.
—¡Ostras es verdad! Vamos a ir todos de uniforme al parque de atracciones.
—Yo sí me he traído ropa de recambio —repone Emma, con una sonrisa traviesa.
—¿Has tenido tiempo? —Todos parecen tan sorprendidos como yo.
—Pues claro. Llevo en la mochila ropa mas cómoda. Me cambiaré cuando lleguemos. —Nos guiña el ojo, entrando por la puerta.
¿No os lo he dicho? Con una chica así de perfecta, ¿quién necesita enemigas para hacerte quedar mal? Pero aún así la quiero mucho.
Vamos pasando el ticket de uno en uno. A mí me toca en tercer lugar, justo después de Blas, pero delante de Dani. Para mi desgracia, el ticket decide fastidiarme el día y se niega a funcionar. Por más veces que pase el trozo de papel, la luz sigue sin volverse verde.
—¡Joder, esto no se abre! —maldigo.
—¿Te ayudo? —Dani me susurra en la nuca, haciéndome estremecer.
Me quedo medio paralizada, lo que Dani interpreta como un sí. Pasa el ticket una sola vez y se abren las barras. Debe de ser cosa del diablo. Murmuro un gracias y paso al otro lado. Antes de volver la cabeza observo a Emma y a Álvaro. Son los últimos y van más alejados del resto, hablando y probablemente coqueteando, a juzgar por las miradas. Aunque también es cierto que no dejan de observarme.
