Capítulo 42-Álvaro

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Camino por el centro comercial. Los chicos acaban de irse cada uno a su casa, pero yo aún necesito comprar algo.

Compro un perfume para el cumpleaños de mi madre y me dirijo a la zona de ropa.

Tras media hora, consigo encontrar algo que me guste para ella. No suelo entender lo que les gusta a las mujeres.

De vuelta a casa paso por delante de la tienda de vestidos de novia y veo a Emma sentada en el portal.

Se da golpes contra la barandilla.

-¿Pero qué estás haciendo?

-¿No lo ves?

-Sí, pero... ¿por qué?

-Porque esa mujer me está volviendo loca.

-¿Y?

-¡No puedo pasar otro segundo cerca de ella! ¡No le gusta nada! ¡Nada! ¡Cinco santas horas mirando vestidos, y nada! ¡Es el demonio!

-Relajate. No será para tanto-me siento a su lado.

-¡Emma! He encontrado un vestido muy interesante...

-¿Lo ves, cielo? Ya está todo solucionado.

-Que te lo crees tú. Dice eso cada vez que ve un vestido.

-¡Emma!-chilla Madeleine, haciendo que demos un respingo.

-¡Ya voy!-grita. Luego me susurra-. Socorro...

Me encojo de hombros y decido esperarla. Media hora después, a las ocho de la noche, sale con cara de cansada.

-¿Cansada?

-Sólo un poquito.

-¿Un poquito nada más?-hago el gesto con la mano.

-Sí...-dice como si fuera un bebé.

-Vente a mi casa.

-Uy, sí, mañana necesito tu ayuda.

-¿En qué?

-Quiero comprar mi vestido para la boda, y he pensado que podrías ayudarme-pasea su dedo sobre mi brazo.

-Se me da de pena elegir ropa, y me voy a aburrir. Dile a María que vaya contigo-hago un puchero.

-Álvaro... Quiero que vengas tú-me mira a los ojos con su maldita mirada de cachorrito.

-Está bien... Pero quédate a dormir.

-Me parece bien.

Aplaude, contenta. Yo sonrío, es como una niña pequeña.

Vamos de la mano, paseando hasta llegar a mi casa. Los besos robados, las sonrisas y las risas sinceras caracterizan el momento.

Es cierto que me enfadé con ella, pero ¿qué más da? Es mejor vivir el presente, olvidar el pasado, porque podría ser tarde.

Llegamos al piso. Veo a mi hermana dormida en el sofá. Mi madre trabaja hasta tarde.

Le hago un gesto a la castaña de que no despierte a mi hermana y vamos a mi habitación.

La dejo un minuto sola mientras me pongo el pijama. Al volver, la encuentro profundamente dormida.

Para que luego diga que no es dormilona... Suspiro y la tapo, no se vaya a resfriar. Le doy un pequeño beso y me acuesto.

A la mañana siguiente...

Me despierto con algo de peso. ¿Qué tengo encima...? Abro los ojos y me encuentro los oscuros ojos de Emma.

-¿Qué haces?-me desperezo.

-Me aburro, y quería ver cuanto tardabas en darte cuenta.

-Pues ya te puedes levantar. Venga, culo gordo-la empujo hacia atrás.

Me besa con suavidad para que retire la fuerza. Se echa hacia delante, obligándome a mí a acostarme de nuevo.

-Tengo hambre... ¿Desayunamos?-pregunta de repente.

Trago saliva. Mira que le gusta dejarme así...

-Anda, vamos. Tendremos que desayunar bien antes de tanta compra.

-Hombre, claro. No te imaginas lo que cuesta comprar.

-Obviamente, mucho dinero-le contesto mientras me pongo una camiseta.

-Ya, bobo, pero me refiero al cansancio. Cansa mucho probarse ropa y caminar durante horas.

-No te lo discuto.

Desayunamos con mi hermana y nos dirigimos al centro comercial de nuevo.

Esta vez estoy de acuerdo con Emma. Es realmente agotador pasearse por el centro comercial en busca de un vestido.

Luego dice que Madeleine no se decide... Tras tres horas, consigo sentarme en un banco.

-Álvaro, ¿qué haces?-me mira mal.

-Estoy cansado. No quiero seguir.

-Alv... Quiero ir a "Torero". Es la mejor tienda y no la encuentro por ninguna parte.

-Pues me da igual. Yo no me muevo.

-Vale... Entonces, puedo llamar a Javi.

-¿Javi?-la miro, extrañado.

-Sí... Es un amigo mío de hace mucho tiempo. Lo que pasa es que casi no lo veo porque trabaja como modelo y...

-¡No hace falta, ya voy yo!-me levanto y adelanto a mi novia, que sonríe satisfecha.

-Aquí está.

Una enorme tienda de vestidos de fiesta está delante de nuestros ojos. Me da a mí que vamos a pasar aquí mucho tiempo.

Emma registra toda la tienda y saca cuatro vestidos para probar.

-¿Tantos?

-Sí. Son los que me gustan, y ahora te toca a ti.

-¿A mí? ¿Qué hago, me los pruebo?

-No... Me ayudas a elegir el que más te guste. De verdad, pareces Carlos.

Niega con la cabeza y yo cierro los ojos. Me va a matar de los nervios.

Se mete al probador y a los dos minutos sale con un vestido.

Pongo una cara horrible. Que cosa más fea...

-¿No?

Niego. El vestido es feo. Ella resopla y entra en el probador. Al rato sale con un vestido. Está mejor que el otro, pero tan corto...

-Ni de coña.

-¿Muy corto?

-Sí. Tú eso no te lo pones.

-Mira que no eres celoso...

Entra al probador. Tarda demasiado y me acerco.

-¿Te falta mucho?

-Ya casi...-se oye un sonido de esfuerzo-. Está...

Se abre la cortina y me quedo alucinado. Lleva un vestido azul que le llega un poco por encima de la rodilla. Tiene sólo un tirante, que le queda genial.

-¡Álvaro!

Me desatonta pegándome un grito.

-¿Estás bien?

-S-sí...-trago saliva.

-¿Qué te parece este?

-Me encanta. Yo...

-Tú...-me mira con una sonrisa, animándome a que continúe.

Le acaricio la mejilla y la beso con dulzura. Avanza hacia el probador y cerramos la cortina casi por inercia. Nos seguimos besando un poco más.

Aquí empieza mi venganza. Enrollo sus piernas en mi cintura. Gime cuando paso mi boca por su cuello y me siento en la pequeña silla.

-¿Y ahora?

-Si quieres el vestido, tenemos que pagarlo.

Me levanto y la dejo en el suelo. Me mira, entre enfadada y confundida. Pero se aguanta, me hizo lo mismo por la mañana.

Nuestro pequeño mundo(NPM#1)-TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora