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AMBER.

No me considero una buena escritora cuando de narrar escenas eroticas se trata jajaj pero lo intente 

Sin importar que nos llevamos por delante Maximiliano me guiaba por toda la sala de su departamento hasta llegar a su habitación, lo sé porque me tiro con tanta desesperación en la cama que casi me golpeó la cabeza con la pared. Sin importar que, Maximiliano siguió devorando mis labios hasta el punto de mordisquearlo.

Dios aquel hombre besaba como los malditos dioses. Eso era lo único que pasaba por mi cabeza en aquel instante. Hacía mucho que alguien no me besaba y tocaba de esta manera, podía decir que era casi virgen, porque mi cinturón de castidad seguía en su lugar.

Con un simple movimiento de manos Maximiliano logro meter su mano entre mis pantalones y acariciar por encima de la ropa interior de encaje mi tan preciado tesoro. Me remuevo ante el movimiento frenético de sus dedos dejándome cautivar por el gran placer de la vida, pronto fue bajando sus besos a mi cuello hasta posicionarse por encima de la camisa que llevaba. ¿Dónde había quedo el saco? No tengo la menor idea, solo sé que desapareció de un momento a otro.

De un tirón Máximo abre mi camisa haciendo volar todos los botones, aquel acto tan salvaje solo me excito más, haciendo que ahora yo tomara las riendas.

- Desde este Angulo luces como toda una diosa. – dice cuando estoy encima de él. Muerdo mis labios con lujuria y comienzo a mover mis caderas obre su gran bulto. Maximiliano sisea y también comienza a guiar mis caderas para que el movimiento sea más frenético.

Todas nuestras prendas desaparecieron y nuestros cuerpos se juntaron conformándose en uno solo, solo gemía y gozaba del grandioso momento que me estaba dando este maravilloso hombre.

(...)

Me remuevo en la cama buscando el lado frio de la cama, había algo que me tenía envuelta que me producía mucho calor, abro mis ojos lentamente y miro todo a mi alrededor ¿Dónde estoy? No conozco para nada esta habitación. Solo recuerdo que estaba aún mi oficina llego Maximiliano y comenzamos a tomar del vino que me había traído Adam una cosa llego a la otra y...

O H P O R D I O S.

Con sumo cuidado volteo mi cabeza con lentitud hasta quedar frente a frente con un hombre, ese hombre era Maximiliano, presa por el miedo y el remordimiento de conciencia, porque siempre me prometí que nunca me iba a meter sentimentalmente y sexual mente con ninguno de mis trabajadores, y aquí estoy rompiendo una de esas reglas. Me deshago de su pierna y brazo que estaba alrededor de mi cuerpo.

Desesperada busco mi ropa con la mirada, la puedo ver esparramada por toda la habitación.

Al colocarme la camisa maldigo porque no tenía ningún botón. ¿así de salvaje fue lo que hicimos? Me pregunto. Trato de recordar lo que sucedió anoche, pero se me hace completamente imposible. Además de que el dolor de cabeza me estaba consumiendo por completo.

Sin importar que salgo de la habitación para ir directamente a la salida de su casa. Estaba a nada de colocar un pie afuera cuando una voz grave me detiene.

- ¿Qué crees que haces? – Maximiliano se encontraba en frente de mi con su cabello despeinado y solamente en bóxer.

- Voy a casa. – señalo la salida.

- No saldrás así a la calle. – rasca su nuca. – tienes la camisa rota y tienes todo el labial por todo el rostro.

- Pero debo ir a mi casa y luego ir al trabajo. – me excuso.

- Yo no estoy diciendo que no iras a tu casa, solo que no saldrás así, me cambio y te llevo. – Maximiliano sin esperar una respuesta de mi parte se da la vuelta y regresa a su habitación.

Recuerdos de un viejo amor (2 libro de las gorditas tambien se enamoran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora