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AMBER.

— ¡Layla! — Exclamo con sorpresa. — ¡Esto es increíble! — comienzo a carcajearme porque realmente no me esperaba aquella confesión.

— ¿Qué sucede? — Maximiliano sale de la cocina con dos platos en sus manos. Últimamente me la paso más en su departamento que en casa de mis padres.

— Layla es la chica secreta con la que sale Marcus. — respondo cuando calmo mi risa.

— Grítaselo a todo el mundo ahora. — Bufa Marcus a través de la cama.

— Ya lo debe saber todo el mundo querido hombre de chocolate, lo público MGT.

— Marcus bufa. — odio esa página de chismes.

— Ya somos dos. — le digo. — pero ya no se puede llorar sobre los platos rotos, lo que si me indigna es que me hallas confesado esto antes de que lo viera, porque sabias que te iba insultar.

— Es que lo de nosotros es muy complicado. — agacha su cabeza. — ella me gusta enserio, pero a veces siento que no puedo soportarla porque tiene tantos cambios de humor que siento que tengo novias diferentes.

— Espera... dijiste ¿novios?

— Si, somos novios, por primera vez en la vida tengo una novia y ella es indiferente. — pena todo su cabello hacia atrás tratando de calmarse, sé que está a punto de estallar en miles de fragmentos.

— Ella tiene sus motivos. — sabia porque Layla se comportaba de forma tan apática con los hombres, no los odiaba en lo absoluto, al contrario, disfruta tener una buena compañía masculina. Pero una vez Layla entrego todo de si por un hombre que la daño física y psicológicamente dejándole secuelas cuando de sentimientos se trata. — habla con ella, exprésale lo que sientes porque después de todo la relación es de dos personas.

— Tu eres su amiga, cuéntame que le sucedió, después de todo tu eres mi mejor amiga y me debes dar respuesta.

— No lo hare Marcus Galdot, es algo muy delicado y no me corresponde decírtelo.

— Siento que pronto tirare la toalla.

— Lo único que diré es que no te rindas, si ella realmente te gusta y la amas, lucha por ella, demuéstrale que no serás un hijo de puta que le gusta jugar con los sentimientos, demuéstrale el gran hombre que ere.

— A veces me dan ganas de halarte por el cabello.

— ¡Oye! ¿Por qué tanta violencia?

— Porque desde que desde que estas con Maximiliano te has vuelto una sentimental, extraño lo fría que eras, todo era más fácil.

— Que te puedo decir la hechice muy bien. — comenta Maximiliano mientras que lleva un trozo de pollo a su boca.

— Abre un poco más tu corazón y veras el mundo de otra forma, ahora ve y exprésale a Layla todo lo que sientes.

Pronto terminamos la video llamada y vuelvo a quedar a solas con Maximiliano.

— Vaya drama el de tu amigo.

— Marcus y yo somos tan parecidos y a la vez tan distintos que me da miedo. — tomo el tenedor y comienzo a comer. — ambos nos entendemos tanto que podemos saber que está pensando el otro.

— Es bueno tener ese tipo de amigos.

— Como no tienes ni idea, en cambio Amy es nuestro equilibrio, aunque no lo parezca llega a ser la más cuerda de los tres.

Recuerdos de un viejo amor (2 libro de las gorditas tambien se enamoran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora