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Veía la hermosa ciudad de Nueva York a través de la pequeña ventana del avión, seguía igual de hermosa como la había dejado hace unas semanas atrás. Amy dormía rendida sobre mi hombro, me encantaría tener esa habilidad que tiene para dormirse en cualquier lugar, superficie, o clima y es que cuando apenas cierra los ojos no hay poder humano que la levante de aquel sueño tan profundo, a excepción de un perfume que odia con todo su corazón. Spalsh de vainilla de Victoria Secret, por eso siempre tengo una reserva para este tipo de situaciones.

Abro mi bolsa y de allí saco la pequeña muestra del perfume, lo destapo y lo paso ligeramente por su nariz.

- Te voy a matar Amber Weys. – es lo primero que dice cuando sus ojos se abren.

- Ya llegamos bella durmiente. – le informo con una sonrisa burlona. –nuestro hombre de chocolate nos está esperando.

- No me cambies el tema, sabes que detesto ese olor.

- Lo siento, ¿ok? Pero tú sabes que esa es la única forma de levantarte.

- Pues prefiero recibir miles de bofetadas. – se cruza de hombros mientras que el avión aterriza sobre la pista del aeropuerto de John F Kennedy.

- Cuando lleguemos a casa podrás hacerlo de nuevo si te place. – le digo encogiéndome de hombros.

- Es lo que menos hare, porque quiero ver la reacción de Marcus cuando le cuentes todo lo que sucedió el fin de semana.

- Se caerá de culo, de eso no hay duda alguna.

Salimos del avión luego de que la mayoría bajara, así no tendríamos que aguantar empujones de las personas que no tienen paciencia, no tuve que esperar por mi maleta, pero Amy si porque tiene algunos compromisos que cumplir en la ciudad, afortunadamente no tuvimos que esperar por mucho tiempo porque fue la primera maleta en salir.

Nos dirigimos a la salida del aeropuerto y nos encontramos con un cartel gigante que tenía una imagen de LavaGirl y el grinch. Me carcajeo ante tal originalidad en la espera de una persona.

- Hola hermoso hombre de chocolate. – me acerco a él para besarle la mejilla.

- Mis dos chicas favoritas. – baja el cartel y nos da un gran abrazo de oso.

- Oye hombre de chocolate, solamente llevamos un día separados.

- Dos exactamente, llegaron el lunes por la noche, pero las extrañe mucho, tanto fue así que no lleve a ninguna chica a casa.

- ¿eso quiere decir que llevaras chicas ahora que estaremos en casa? – le pregunto cruzándome de hombros.

- No, este hermoso hombre solo estará disponible para ustedes dos.

- Eso espero. – le advierto. – ahora vamos a casa, quiero cambiarme y colocarme una pijama.

- Vamos entonces. – nos dirigimos al auto de Marcus y agradezco que no sea el maldito escarabajo de Amy.

- Extrañaba el frio de la ciudad.

- ¿Acaso estábamos en un pueblo?

- No, pero hacía calor. – se encoge de hombros. 

- ¿fueron a la fiesta de Jackson? – pregunta Marcus.

- Si. – respondo. - ¿recibiste la invitación?

- Hubiera preferido que Layla me despidiera, las Fiestas de Jackson son una locura completa.

- Y cierta persona disfruto bastante. – comenta Amy con el fin de que vaya soltando la sopa.

Recuerdos de un viejo amor (2 libro de las gorditas tambien se enamoran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora