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Escucho varios ruidos en la habitación y eso me molesta, todo aquel que se de en la osadía de perturbar mi sueño tiene consecuencias gravísimas, porque me levanto de muy mal humor y esa es la verdadera razón por la cual Amy me llama Grinch, porque refunfuño y doy pisadas muy fuertes en el piso y también dice que hablo en rimas, pero no le creo absolutamente nada.

Abro mis ojos y la luz da directo a mis ojos.

- Mierda. – tapo mis ojos con la sabana que me cubría. – Amy baja esas malditas persianas. – no recibo respuesta alguna. Giro mi cuerpo y vuelvo a abrir mis ojos, justo a nada de salir se encontraba una chica bastante joven. - ¿Quién carajos eres tú? – se detiene en seco.

- Lo siento señorita, pero el señor Michael Pierre me dijo que le dejara eso. – señala a los pies de la cama donde se encontraba una bolsa de Louis Vuitton.

- Primero que nada ¿Dónde estoy? – pregunto confundida.

- En la residencia Pierre. – responde.

- Mierda. – susurro. - ¿me puedes decir que hora es? – la chica mira a su muñeca y dice. – 3:30 pm. - ¡Que! – me levanto de un solo salto de la cama. – Layla me va a matar, oye dile a Michael que gracias por esto, pero que no me podre quedar porque tengo un montón de trabajos que hacer, dile que yo lo llamare cuando llegue a casa.

- No es necesario. – Michael aparece por el marco d la puerta de entrada. – gracias por todo Rachel, te debo una.

- No hay de que señor Michael. – responde con una sonrisa Rachel.

- Te he dicho que solo me digas Michael, señor me hace sentir viejo.

- Ya sabes, es por el protocolo. – se encoge de hombros.

- Desde que cambiaste de apariencia te volviste toda una víbora. – la chica ríe.

- Katherine me ha ayudado un poco.

- Te ha enseñado bien, así te podrás defender de lo que se viene pronto.

- Gracias por advertirme, ahora debo volver a mi trabajo, hasta luego señorita. – se despide moviendo su mano y saliendo por completo de la habitación.

- ¿A dónde ibas en ropa interior? – pregunta cerrando la puerta de su habitación.

- ¿Qué? – miro mi cuerpo y era cierto, de inmediato corro hasta la cama y me tapo con la sabana. – Dios que vergüenza, por favor dime que no sucedió nada entre nosotros.

- Claro que no, yo respeto nuestra amistad y no la dañaría con algo como esto, además estar en ropa interior es como estarlo en vestido de baño ¿no crees?

- Pues sí, pero...

- Nada de peros, además era necesario quitarte lo que traías puesto porque lo habías vomitado, por eso te compre, bueno mande a comprar lo que hay allí adentro. – señala la bolsa. – también hay ropa interior y tu teléfono no ha dejado de sonar desde la madrugada, sea quien sea tenía mucha prisa.

- De seguro es Jackson. – me encojo de hombros. - ¿puedo utilizar tu baño?

- Claro, mi casa es tu casa. – responde con una sonrisa.

Con mucha pena me levanto de la cama, pero con las sabanas envueltas en mi cuerpo, tomo la bolsa con la ropa y me adentro en el baño.

Al verme en el espejo solo puede ver lo horrenda que me veía, tenía todo el maquillaje regado y ni hablar de mi cabello desordenado, hago la sabana aun lado y me despojo de las únicas prendas que cubrían mi cuerpo para sumergirme en la lluvia artificial.

Recuerdos de un viejo amor (2 libro de las gorditas tambien se enamoran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora