9. Obra de caridad

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¿Es posible que se te pierdan las cosas aun en tu propia casa?

Porque la verdad es que no me explico cómo se me puede haber perdido el otro par de mis zapatos cuando había dejado los dos la noche anterior al lado de la cómoda y ahora solo hay uno de ellos. De pequeña solían perdérseme las cosas muy a menudo y mama bromeaba diciendo que probablemente a estas le salían patitas y se iban corriendo; y a pesar de que solo era jugando, para mí era la única conclusión a la que había llegado para explicar la desaparición de mis cosas sin motivo alguno.

Ya han pasado dos semanas desde que nos mudamos— si, sigo viva —y a pesar de que al principio no estaba muy contenta con eso, me he dado cuenta que no fue una mala idea; después de todo las cosas han estado muy bien. Sin contar que el trió de víboras sigue rondando por ahí; pero no han vuelto a hablarme desde la vez del baño, solo se limitan a enviarme sus amenazas por notas durante las clases. Y a mí, por otro lado, me basta con ver sus caras al observar como arrugo sus notas y las tiro a la basura como si nada.

Mi amistad con Clara y Will cada día va mejor, incluso hemos salido juntos ya varias veces. Con Carter todo sigue igual de bueno que siempre; hablamos prácticamente todos los días. A Ben he llegado a acercarme más por las clases de música —que por cierto si entre— pero aunque no estoy segura si denominarlo como una gran amistad, es muy agradable hablar y pasar el rato con él. Y con Lian las cosas han ido bastante bien la verdad; aunque el día después de lo ocurrido en el salón de música se mostro un poco serio y cortante en la mañana, sin embargo a la hora de traerme a casa volvió a adoptar su actitud divertida y burlona.

Y yo no le pregunte nada al respecto, pues él tampoco pregunto sobre mi rara actitud unos días antes de eso en el que parecía que estuve haciendo competencia con Gasparin para ver quién era más pálido; y aunque no se con certeza si no pregunto porque no quiso o simplemente se le olvido, decidí devolverle el favor y no molestarlo con mis preguntas.

Después de buscar como loca por toda mi habitación, y aun así no hallar mi zapato perdido, me doy por vencido y termino poniendo otros; que aunque no son mis favoritos sirven a la perfección y cubren mis pies.

Pero la razón del extravío de mi zapato se presenta ante mí al bajar las escaleras. Pues resulta que a este no le salieron piernas ni tampoco no amaneció en mi cuarto por accidente. Si no que otro ser de cuatro patas, una cola y una gran fascinación por mis zapatos se lo llevo, mientras yo dormía, para hacerlo su juguete personal.

— ¡No! ¡Deja eso! —exijo mientras trato de sacar el zapato de la boca del animal— ya te he dicho muchas veces que esto no es un juguete. Para eso te compramos los tuyos.

Pero el animal no parece notar mi tono de enfado y cree que estoy jugando con el porqué ladea la cabeza, saca la lengua y comienza a menear su peluda cola con diversión haciendo que toda mi molestia se vaya a la basura y me doblegue ante sus encantos.

—Ay ¿cómo puedo llegar a molestarme contigo? —hablo con una voz chillona y animada, esa que hacemos cuando hablamos con un animal, y le acaricio la cabeza— si eres un encanto.

—Pobre de ti hija. Cada día estas más loca —se lamenta mamá en broma— ¿sigues hablando con el perro?

—El me entiende —aseguro guiñándole un ojo al cachorro quien me mira con confusión.

—Como tu digas —ella pasa por mi lado y me da un beso en la mejilla— ya me voy al trabajo. Te quiero, adiós.

—Yo igual, nos vemos —me despido mientras ella sale de la casa— bueno vamos a comer, pequeño —digo esta vez dirigiéndome al pequeño perro, que me sigue cuando me dirijo a la cocina.

Después de servirle la comida en su tacita me dirijo a la isla de la cocina para sentarme a comer mi desayuno. Pero no asa mucho cuando siento unos leves rasguños en mis tobillos y sé que es Rocky pidiéndome que comparta mi comida. Mamá me dijo que no debo darle de comer así, pues se puede mal acostumbrar; pero es imposible no hacerlo al ver la cara que pone, así que siempre termino dándole de todo lo que como.

más que enemigos [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora