11. Un problema tras otro

972 96 127
                                    

Silencio.

Y del incómodo.

Eso es lo único que hay en el auto.

Daine si que tiene malas ideas, primero se le ocurrió el que Lian me llevará a la escuela, y aunque esto no termino tan mal, al principio no fue para nada de mi agrado; y ahora se le ocurre esto, no sé qué paso por su cabeza a la hora de decir que la única manera de que su hijo asistiera a la fiesta era si yo también iba. Y mi madre, por otro lado, era como las voces de mi cabeza, solo apoyando ideas estúpidas.

¿Y por qué no me negué a esto?

Bueno se debe a que por mi culpa Daine se enteró de que Lian iría a una fiesta, ¿y quién sabe? tal vez el tenía intensiones de decirle que estaría en casa de Ben, o algo así, y yo terminé arruinando sus planes por boca suelta; pero en mi defensa no sabía que eso era un secreto. Así que al ser el acompañarlo la única manera de que él pudiera ir, y por haber dañado su oportunidad de presentarse en esa ridícula fiesta, acepte.

De ese modo ahora me encuentro en el tonto auto de Lian, dirigiéndome a una tonta fiesta, donde no conozco a nadie y dónde seguro me voy a aburrir mucho. Además de que no tengo ni la menor idea de cuánto tiempo el idiota a mi lado piense quedarse, e irme no es una opción porque no tengo manera de llegar a mi tonta casa.

Respecto a lo que pasó en la tarde ninguno ha dicho nada al respecto, aunque lo agradezco porque no quiero pensar en eso ahora ni nunca, será un secreto que me llevaré a la tumba si es posible; y espero que Lian también.

Aunque tampoco es que haya sido la gran cosa, es decir, no nos besamos... Tanto, solo fue un besito de unos segundos, hay cosas peores. No entiendo porque eso tendría que llegar a arruinar nuestra amistad, si es que le podía llamar así, pues no fue nada del otro mundo, no fue más que un momento de estupidez por parte de los dos, eso es todo. Además de que ninguno siente algo por el otro.

Pero por más que trato de convencerme de que nada cambiara, no estoy muy segura de esto, pues la actitud del castaño después de eso estuvo bastante diferente, dándome a entender que le afecto. Incluso a mí me afectó.

Que estúpida puedes llegar a ser a veces, Abby.

El viaje es silencioso, Lian ni siquiera puso música, intensificando así más el silencio incómodo.

Unos minutos más tardes nos encontramos cruzando a una cuadro donde la gran mayoría, por no decir todas, son casa que gritan dinero. Ni siquiera hemos llegado a la casa de la fiesta cuando ya estoy escuchando la música que probablemente venga de estas. ¿Es que no tiene vecinos? En el antiguo edificio donde yo vivía no podías poner música porque la vieja chismosa del 6 ya salía a reclamar.

Lian estaciona la camioneta cuando finalmente encuentra un espacio libre, toda la cuadra está llena de autos.

El apaga el auto y se queda un rato mirando al frente, como debatiendo en que hacer, para después posar su vista en mi.

—Escucha —habla con tono demandante— vamos a entrar allá y necesito que no hagas una locura, porque no tengo intensiones de andar detrás de ti cuidando que no termines haciendo una de tus estupideces y arruines más mi noche ¿De acuerdo?

—No soy una niña — ¿ahora piensa que tengo cinco años o qué?— sé lo que hago.

—Creo que tienes que repetirte eso más seguido, porque parece que ni tú entiendes las mierdas que haces. —y dicho esto se bajo del auto trancando la puerta con un fuerte golpe.

¿Pero que se supone que eso significa?

Se está comportando como el mismo idiota que fue el primer día que vine para acá.

más que enemigos [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora