5. Noche de chicas

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Cuando finalmente llego a la casa, el delicioso calor que hay en su interior me recibe; calentando mi fría piel y congelados huesos. No recordaba que este lugar fuese tanto frío.

Todavía sigue siendo un poco extraño entrar en esta casa, se siente como si estuviera en la casa de alguien más.

Pero solo tengo que darle tiempo hasta terminar convirtiéndolo en mi hogar. Aun cuando esto sea un poco difícil para mí. Mi padre un día me dijo que un hogar no es una casa o un lugar en especifico; un hogar son todas aquellas personas que llevamos en nuestro corazón. Pero desde que él falleció siento como si mi hogar estuviera incompleto, no importa con quien, o donde me encuentre siempre hay un vacío. Pero estoy dispuesta a trabajar en ello. ¿Cómo? No lo sé, pero lo intentare.

Mamá no se encuentra en casa, esa es una de las desventajas de su nuevo empleo; ella debe pasar más tiempo ahí, y llega a eso de las 7 u 8 de la tarde. Esa noticia me desanimo mucho, ya que desde que mi padre falleció ella y yo nos hemos vuelto más unidas y compartíamos mucho tiempo juntas. Mamá me prometió que el tiempo libre que tuviera me lo daría todo a mí; pero no soy egoísta, se que ella también necesita tiempo para sí misma. Así que trato de no darle más trabajo del que ya tiene.

Pero la verdad es que odio quedarme sola en casa; y no es porque me dé medio o algo por el estilo, es solo que me gusta estar con gente. Antes nunca estaba sola, cuando no estaba mamá estaba mi padre, y luego llegó Carter, que vivía más en mi casa que en la suya debido a su madre y sus arranques. No estoy acostumbrada a estar sólita.

Me doy un baño caliente y me pongo un pijama abrigado. Soy de ese tipo de personas que siempre anda en pijama en su casa, y si pudiera también la haría en la calle; y es que son muy cómodas y me encantan. Además que a la hora de dormir no te tienes que cambiar, solo te acuestas, te duermes y ya. Son muy prácticas.

Después me preparo algo para llenar el estomago; que consiste en un simple sándwich de jamón y queso. Por desgracia tampoco herede la habilidad culinaria de mi madre. Siempre que cocino algo malo sucede; o queda muy salado o sin sabor; o se quema y se pega; o queda crudo; o sabe simplemente feo. Soy un desastre en esta área. Lo único que se preparar son sándwiches y cereal con leche.

Luego me voy a mi habitación para iniciar una videollamada que había planeado con Carter. Hemos acordado escribirnos todos los días, aunque sea un ratito nada más. Y llamarnos o hacer videollamadas varias veces a la semana. Porque a pesar de que no estamos juntos, queremos mantener nuestra amistad.

No todos tienen la misma suerte de Daine y mamá de seguir igual de unidas sin importar cuantos años estuvieron separadas. A otros la distancia los separa y no solo físicamente, esta los cambia y hace que se olviden lo que alguna vez fueron. Eso es muy triste. Carter y yo hemos pasado juntos por muchas cosas como para que unos simples kilómetros echen a perder todos estos años de amistad.

— ¡Hola, Carter! —hablo animada mientras acomodo la laptop en mis piernas para ver mejor a la persona que está en la pantalla.

— ¡Hey, sis! —responde él, con una enorme sonrisa en el rostro.

No lo mal interpreten, pero mi mejor es verdaderamente atractivo; tiene un cabello castaño y una sonrisa que enamorarían a cualquier chica, cosa que ya ha pasado, y varias veces. Incluso una que otra a llegado a tenerme rabia porque creían que Carter y yo teníamos algo; pero la verdad es que nunca nos hemos visto de una forma romántica.

— ¿Qué tal tu primer día en la nueva escuela? —pregunta Carter.

—Estuvo bastante bien de echo —le contesto con sinceridad— conocí a unos chicos que me caen bastante bien. Se llaman Will y Clara.

más que enemigos [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora