20. Alto al fuego.

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Tres semanas han pasado. Tres semanas de aquella vez en el restaurante. Tres semanas de bromas contantes. El que pensó que por haber tenido esa conversación tan delicada y luego haber pasado un momento tan agradable, iba a hacer que Lian y yo paráramos, está muy equivocado y no nos conoce. Incluso el lo dijo, que durmiera con un ojo abierto y luego se fue con una sonrisa escalofriante. Sin embargo ya no se siente como si se tratara de un enemigo, sino como si fuéramos amigos jugando a hacerse bromas mutuamente.

Incluso más de una vez me encontré a mi misma esperando sus bromas. Sé que suena masoquista, pero no solo lo hacía por el hecho de que eso se significaba que era mi turno de atacar, también por el hecho de ver lo que el idiota mayor tenía preparado para mí y luego ver su sonrisa de victoria. Esto se volvió en una especie de conexión. Algo nuestro. Es raro, pero especial a la vez.

Sin embargo estas bromas no han vuelto a ser tan perjudiciales para nosotros, como lo que hicimos con nuestros cabellos. Se han basado en cosas más sencillas como: ocultar la ropa de deporte de Lian, haciendo que no pudiera entrenar; o como cuando me encerró en un salón para que no me pudiera presentar en un examen; Entre otras cosas. Pero sin dudas la que más me disgusto fue la que me hizo después del día del restaurante, que consistió en llenar mi bolso de enormes cucarachas. Incluso llore de la exasperación cuando las vi, casi me da una mini crisis.

Soy más que consiente que él lo hizo con esa intensión, pues él sabe el asco y temor que le tengo a estos animales, pues de pequeños lo obligaba a matarlas si veía alguna, mientras yo me montaba en lo primero que veia al frente para ponerme a salvo. Por suerte Clara y Will me ayudaron a sacarlas.

— ¿Estás segura que la dejaste aquí? —interroga Clara por enésima vez.

— ¡Sí! —Afirmo con exasperación— Cuando salimos yo la deje aquí.

—A ver, repasemos tus pasos.

—Yo vine para acá de la clase de español, luego me encontré contigo en la entrada y deje mi mochila justo aquí —señalo el banco a mi lado— Luego de cambiarnos salimos de los vestidores y nos fuimos a la cancha, cuando volvimos ya no estaba.

— ¿Tu ropa estaba allí dentro?

—No, estaba en mi casillero.

—Bueno no tenemos pruebas de que lo hubieras traído —me cruzo de brazos y la miro no muy convencida de su conclusión— Tal vez la dejaste en el salón.

—No fue así —aseguro—Pero vamos a ir a revisar para que veas por ti misma que ahí no está.

—Y si lo está, me compras un helado —apuesta.

— ¿Y si no está, que me compras tu?

—Probablemente una nueva mochila.

Las dos salimos de los vestidores de chicas y nos encaminamos al salón de Español. Yo se que ahí no está y también que ganare esta apuesta, pero yo no quiero una nueva mochila quiero la mía. En el momento que pasamos por una de las enormes ventanas de los pasillos de la escuela Clara se detiene sorprendida para ver por la ventana y yo curiosa la imito.

—Creo que encontré tu mochila.

Si, encontró mi mochila, y si le hubiera pedido a cualquiera que me ayudara a buscarla y este salía del instituto, no tardaría en encontrarla. Esta se encuentra en el lugar donde se supone debe haber una bandera. Ahí está guindada en el enorme palo situado en la mitad del patio del colegio y varios estudiantes están a su alrededor tomando fotos o simplemente observando.

—Lian —digo por lo bajo y sin perder tiempo corro hacia la salida.

Como puedo me abro paso entre las personas para poder llegar a mi destino. Miro hacia arriba y veo a mi pobre mochila guindada y dando vueltas como si fuese una piñata. Un suspiro de cansancio sale de mis labios y comienzo a mirar a mí alrededor. La verdad es que hoy no estaba de humor para bromas, pues el entrenamiento me dejo casi muerta, pero parece que Lian no tomo eso en cuenta. Y entonces lo encuentro, el esta recostado en su camioneta con los brazos cruzados y viéndome con una sonrisa en su rostro, sin poder contenerme yo también esbozo una sonrisa y niego con la cabeza, luego muevo mis manos como si le dijera: ya verás, ya verás, y el levanta sus cejas de forma retadora.

más que enemigos [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora