7. El bipolar

1.2K 117 163
                                    

El resto del día me la pase como una paranoica, sobresaltándome cada vez que cerca de mi pasaba una chica que se pareciera o que sonara igual a alguna de ese trió de víboras.

Llámenme dramática o miedosa, la verdad no me interesa; porque dramática no soy, miedosa tal vez, pero no dramática. ¿Saben cuántos casos de asesinatos he visto efectuados por chicas celosas y rabiosas? Muchos; y no pienso ser la siguiente víctima de uno. En serio tengo que dejar de ver esa serie de crímenes, me están poniendo loca.

Pero parece que el universo, al ver lo sucedido en el baño hace rato, decidió apiadarse de esta pobre alma en desgracia y regalarme un poco de buena suerte.

Porque al finalizar las clases recibí un mensaje del idiota mayor avisándome que tendría practica de futbol y que no podría llevarme a mi casa. Al leerlo sentí como si una persona que estaba enganchada en mi espalda, cual monito con su madre, se hubiera bajado de mí. No puedo imaginar una situación más incomoda que tener que contarle a Lian mi deplorable situación. Porque está más que claro que lo preguntaría, tomando en cuenta su expresión en el salón; y de seguro, como no me puedo guardar nada, se lo terminaría contando como una tonta. Sé que dije que no me gustó esa caminata, pero la haría mil veces con tal de no pasar por eso.

Por otro lado tampoco me encontré con las locas del baño, eso me hace estar más aliviada; pero a la vez preocupada porque por lo general no tengo tanta buena suerte, y cuando eso pasa se acaba muy rápido. Así que ya me estoy preparando mental y psicológicamente para mi bomba de mala suerte.

Me dirijo a las escaleras de entrada de la escuela, ya que Clara me informo que ella y Will estarían ahí. Y justamente allí se encuentran sentados en los murillos de ladrillos que hay a los costados de esta.

—Hola, chicos —saludo.

—Hey, niña —responde Clara rodándose para que yo pueda sentarme en el muro también.

— ¿Te encuentras bien? —interroga Will.

— ¿Por qué? ¿Te paso algo? —interroga Clara.

—Es una larga historia —suelto un suspiro con irritación.

—Bueno, pues yo no pienso irme todavía, así que...—presiona la pelinegra.

Como no me queda de otra, y como también siento que si no le digo a nadie podría explotar, les cuento todo; como me encontré con la tal Camila; lo que ella y sus amigas me dijeron en el baño; lo que respondí yo; e incluso mi temor por ser una futura víctima de una asesinato a sangre fría. ¿Qué puedo decir? Cuando estoy nerviosa hablo de más.

— ¡Esa hijas de su pu!...—Clara se contiene; pero no resiste mucho, porque suelta un gritito de exasperación y frustración, y comienza a exclamar con ira—: ¡no puedo creer que te hayan hecho eso! ¡No les has hecho nada! ¡Esas zorras envidiosas! ¡Juro que cuando las vea las voy a agarrar por los pelos y las voy a revolcar en el piso! ¡Ya van a ver!

—No es necesario —la calmo.

Ella tenía intensiones de volver a soltar sus insultos y juramentos de venganza, pero Will se adelanta y la interrumpe:

—Yo tampoco lo puedo creer —habla con calma, pero con evidente desconcierto— bueno, si, puede que lo haya mencionado ayer, pero no pensé que fuera a pasar; creía que ya habían dejado de hacerlo.

—Pues parece que te equivocaste —respondo con ironía.

—Siento que hayas tenido que pasar por eso —lamenta el— pero no todos aquí somos así.

—Sí, eso es cierto —le regalo una sonrisa y lo golpeo suavemente con mi hombro. El me devuelve la sonrisa, y las mejillas se le enrojecen un poco.

más que enemigos [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora