28. ¿Podemos estar siempre así?

886 67 138
                                    

Irme de aquí.

Solo estar en un lugar lejos de él, aunque sea un rato.

Eso es lo único que quiero.

Sin importarme el frio aire de la noche tomo mi bicicleta y empiezo a pedalear lo más rápido que mis temblorosas piernas me permiten. Ni siquiera me inmuto cuando el gélido aire impacta contra mi cara, solo sigo pedaleando.

Se dice que el llanto es como lluvia, lluvia del cuerpo ante la tormenta de emociones que se encuentra en el interior de la persona. Y las cálidas lagrimas que recorren mis mejillas, en contrataste con el gélido viento que choca contra mi cara, son un claro ejemplo de ello. El enojo, la tristeza, pero sobre todo la decepción, son lo que se apoderan de mí en este momento, dejando de lado todo tipo de molestia física. El dolor sentimental siempre será peor que el físico, ya que cuando el segundo solo lastima al cuerpo, el primero lastima el alma.

Puede que toda esta pelea con Lian haya sido solo una estupidez, otra más de las que ya hemos tenido varias veces. Sin embargo no fue el tema de la discusión lo que más me duele, eso solo me molesta, que piense y diga esas cosas de Carter me enoja mucho; lo que más me duele fue lo que salió de su boca a lo último. Como insinuó que podría llegar a engañarlo, que suelo hacer cosas estúpidas y que dejarlo por otro puede ser una de ellas. Se supone que la base de toda relación es la confianza, y con eso me demuestra que no confía en mí. Esto no se trata de lo que no he hecho para ganarme su confianza, sino en lo que hice para no ganármela. Y la verdad es que no entiendo que es.

Es casi imposible pensar que por ser novios los problemas y desacuerdos cesarían de la noche a la mañana. Esto no es un cuento de hadas, es la realidad. Y la realidad tiende a ser cruda y suele golpearte cuando menos lo esperas. Y eso era lo que me asustaba, que volviéramos a ser como antes, a que peleáramos y nos enojaremos por cosas sin sentido. Sin embargo esta vez duele el doble.

La probabilidad de que todo esto se solucione pronto es alta, pero en estos momentos es difícil pensar en un buen final. Sobre todo cuando sabes que es mejor no ilusionarte, pues así cuando caigas será menos fuerte el impacto.

Cuando por fin llego a casa entro a esta lo más silencioso posible. Lo menos que quiero es toparme con mi madre o con Carter, que de seguro notarán que algo no está bien. Aunque no sería por mí cara de tristeza por lo que se darían cuenta de que me sucedió algo, sino por mí enojo. No tengo idea del porque, no sé si soy bipolar o simplemente loca, pero cuando cosas así suceden suelo molestarme al principio, luego me pongo a llorar, para finalmente estar molesta nuevamente; bueno el final sería el perdonar, pero es muy pronto para llegar a esa parte.

—Hijo de... Pinche estupido de mierda —bramo por lo bajo para no llamar la atención, mientras dejo mi bolso de mala gana en el pequeño perchero junto a la puerta— siempre tienes que andar diciendo estupid...

Y me callo de golpe.

No porque me arrepienta de decir esas palabras dirigidas a Lian, se debe a que no me había dado cuánta de que sí había llamado la atención de alguien. Alguien que en estos momentos se me queda viendo con las ojos abiertos tratando de comprender mi actitud.

Carter y yo hacemos contacto visual por un rato, los dos solo viendonos mientras estamos paralizados como dos estatuas. El apoyado en el respaldo del sillón y yo todavía en la entrada. Solo viéndonos como unos locos.

—Hola —murmuro tratando de lucir normal, aunque se que no sirve de nada ya que él presenció todo mi arrebato.

—Hola —devuelve con tranquilidad pero aún viéndome con ojos de preocupación y rareza.

—Bueno... Yo voy a subir.

—Ah, no —el me interrumpe con brusquedad— ahora me cuentas qué pasa.

más que enemigos [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora