25. Las películas mienten.

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Ser un desastre es mi pasión. Y al parecer el de mis amigas también, porque eso es lo que somos en este momento.

Cuando las invite era para que me ayudaran a encontrar algo decente para ponerme, no para que se unieran en el desorden conmigo. Pero al parecer somos el mimo desastre en diferentes presentaciones. Al menos su intención es buena, solo que no está resultando como debería.

—Listo, ya está, me iré con esto —digo con fastidio sacando mi viejo vestido de 15 años de mi armario.

—No te desanimes, encontraremos algo —como siempre, Lila siendo la voz de la conciencia— aún hay tiempo.

—Ella tiene razón, además no es como que sea el fin del mundo, cualquier cosa dices que te enfermaste y ya —opina Clara. Estoy a punto de tomar esa opción.

—Bien, entonces busquemos de nuevo un vestido que me sirva —mando y me pongo a buscar en la montaña de ropa que hay sobre mi cama.

Hoy saldré con Lian. Por eso tanto alboroto.

Desde que llegamos de nuestro viaje no nos hemos visto mucho, y de eso han pasado 5 días, así que él me invitó a pasar el día juntos y tener una cita. La verdad es, que a pesar de que cuando estábamos en la cabaña habíamos estado todo el rato juntos, está vez si se siente como una cita real y he de admitir que estoy un poco bastante nerviosa. Pero no son nervios malos, son de esos que te producen cosquillas en la barriga por la emoción.

— ¿Realmente tiene que ser solo un vestido? ¿No puedes usar otra cosa? Está haciendo mucho frío —cuestiona Clara no me convencida.

—Pero ella se puede poner unas medias pantis debajo y un abrigo —explica Lila— eso la cubrirá más.

—Sí, eso, tengo las medias y el abrigo, solo me falta el vestido —me lanzó en mi cama con desánimo.

Soy consciente de que Lian me ha visto en los estados más deplorables en los que he podido estar, hasta en pijama de pony me vio, pero eso no quita el hecho de que me quiero ver linda.

Todas nos quedamos en silencio pensando que podríamos hacer hasta que algo llega a mi mente.

—Un momento —como loca me levanto de la cama y me dirijo corriendo a mi clóset.

En el fondo de este hay una caja mediana blanca y la saco pidiéndole a Diosito que si sirva.

— ¿Qué es eso? —interroga mi amiga pelinegra.

—Es un regalo de una de mis tías —explico mientras abro la caja— pero antes me quedaba grande y nunca me lo puse.

Del interior saco un vestido color azul marino con pequeñas flores de colores. Rápidamente me dirijo al baño para probármelo. No sé qué habrá pasado con mi vida o que sucesos desgraciados me pasarán, pero el vestido me quedo como anillo al dedo. Sin perder más tiempo las chicas me ayudan a maquillarme y a peinarme.

Cuando les conté que Lian y yo habíamos empezado un relación fue un momento muy cómico, pues las tres estábamos hablando de lo más normal cuando solté la bomba, y ellas al instante se callaron y me vieron con caras de ¿Pero qué es lo que has dicho? Bastante parecidas a las de mi madre y Daine, incluso sus reacciones fueron iguales; Lila dijo que ella sabía que eso pasaría; y Clara estaba entre la emoción y la extrañes por lo repentino de la situación. Pero las dos estaban felices por mí.

Al terminar de embellecerme, esperamos un rato a que Lian llegue. Y cuando llegó, sin mentira alguna, las tres entramos en un estado de desesperación y emoción, empezando a soltar chillidos y a correr por toda la habitación, tal cual hormigas a las que les acaban de echar agua en su hormiguero. Luego de calmarnos les digo que cuiden bien a Rocky y que no hagan desastre, esto debido a que mi madre salió con Daine y ellas se quedarán aquí solas. Y finalmente salgo de mi casa.

más que enemigos [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora