10. Estupidas voces

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—Abby, ya me voy. Nos vemos luego. Te quiero —se despide mi mamá antes de salir de la casa— y recuerda sacar al perro.

Ya soy oficial y legalmente una madre. Ayer después de mis clases de música, con Will que era el que me iba a llevar y Clara, la cual decidió acompañarnos, fui a al lugar que mi amigo dijo que ayudaban a los animalitos indefensos y me convertí en la tutora legal de Rocky, aunque primero me hicieron una serie de preguntas para saber si él estaría bien conmigo, y sí logre pasarlas; claro está que no mencione lo ocurrido con mi última mascota.

A los chicos les agrado mucho la idea de que lo adoptara, sobre todo a Will quien dijo que así podría ver al pequeño perro más seguido. Pero aun así no me libre de sus consejos y advertencias de cómo cuidarlo; tampoco de sus quejas sobre que por nada del mundo se me ocurriera cambiarle el nombre.

Resulta que Rocky no fue un nombre que yo hubiera escogido, a mí se me había ocurrido algo mas al estilo de Pepe o algo así, pero ellos intervinieron diciendo que no podría hacerle tal maldad a esa criatura y le pusieron el que tiene ahora. Aunque a mí no se me paso en ningún momento por la cabeza el cambiarle el nombre, pues si me gusto. Pero no se los dijes porque quiero conservar un poco mi dignidad, así que me excuse con que ya el perrito se había acostumbrado a ser llamado así y no quería confundirlo luego.

Pero a pesar de mi desastroso historial como dueña de alguna mascota todo ha salido de maravilla. Digo el perro sigue con su cabeza y extremidades donde deben, ese ya es un logro.

—Creo que si tengo que sacarte a pasear, lo que estás haciendo no es sano, querido —le digo a mi perro\hijo al ver como este está muy entretenido persiguiendo y gruñéndole a su cola.

La verdad es que llevo un tiempo sin sacarlo a pasear, y ahora lo dejo hacer sus necesidades en el patio e incluso adentro de la casa. La razón de esto es que el no parece entender que solo tiene 4 meses y no mide más de 23 centímetros, pues se la pasa ladrándole a los perros del vecindario que son como cuatro veces más grandes que el. Algunas veces tenia suerte y los demás perros ni lo miraban pero otras si se enojaban a tal punto de casi saltar la cerca que los separaba; mas de una vez me vi obligada a cogerlo en brazos y salir corriendo antes de que el otro perro si saltara y corriera y me terminara mordiendo una pierna.

Al terminar de ponerle su correa, y advertirle que si se ponía con sus conflictos lo metería a la casa y no lo dejaría salir por un buen tiempo, salimos; yo a estirar un poco las piernas y el a hacer lo suyo por ahí. No tengo ni la menor idea de si habrá entendido lo que le dije antes de salir pero se comporto bastante bien, tal vez sea porque está creciendo y madurando.

Al llegar a casa le doy un poco de agua a Rocky y lo dejo jugando con uno de sus juguetes y subo a tomar una ducha y prepárame para reunirme con Lian. He de admitir que estoy un poco nerviosas, sin embargo no se la razón, ya he estado a solas con el antes y también he estado en su casa varias veces; aunque la mayaría de las veces el: o no esta, o se encierra en su cuarto, y yo no soy tan metiche como para ir a donde no me invitan así que me dedico a robarme el WI-FI o a escuchar los chismes de los que hablan Daine y mamá.

Supongo que se debe a que es la primera vez que quedamos en algo nosotros dos solo, aun cuando es por una tarea.

Después de bañarme me voy a mi cuarto y busco una ropa para ponerme; y a pesar de que decidí vestirme con algo sencillo tardo un rato en decidir que usar. En el momento en que me estoy poniendo un poco de maquillaje para tapar mis ojeras y una que otra imperfección, mi mejor amigo me empieza a llamar por videollamada.

—Hola, loca —saluda el chico regalándome una sonrisa.

—No ¿tú también? —suelto con un poco de molestia.

más que enemigos [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora