JEREMITH SIMPSON
Cuando estaba niño nunca entendía la gente que no tenia nada nuevo en su rutina, hasta que empecé mi vida como adulto y me di cuenta de que, aunque no quisiera, si, mi rutina empieza como siempre: Con el irritante sonido de la alarma del reloj viejo de mesa de color verde que me regalo mi madre hace cuatro años en mi cumpleaños numero dieciséis. Un reloj que tiene mas años que cualquier otra cosa en el mundo.
Sin poder evitarlo me acurrucó aun mas en la cama (lo se, gran error) pero la responsabilidad me gana y me paro a regañadientes.
Teodoro, mi perrito dorado, se para de su cama y se restriega con mi pierna en un acto de cariño.
—Quiero tener tu vida Teo —digo acariciándole su panza.
Salgo de mi habitación, Teo corre hasta tu plato de comida y chilla para que lo alimente.
—Ya quisiera que me alimentaran a mi —entrecierro mis ojos y como si el entendiera ladea si cabecita, con una orejita abajo y la otra arriba.
La verdad es que he anhelado que algo nuevo ocurra en mi vida, algo extraordinario y raro que me saque de la normalidad tan repetitiva, pero también es cierto que tampoco me esmero por hacer nuevas cosas y deduzco que se trata de mi, soy bastante aburrido como para meterme en cosas inusuales. No soy muy extrovertido como para conocer gente nueva y mis habilidades son muy pocas.
Se aprende a vivir así. Se aprende a vivir con el mismo desayuno todos los días la misma ruta, el mismo uniforme y lo único realmente genial, son mis amigos.
Bajo las escaleras dejando el olor a perfume por la casa y reviso que todo listo. Mi delantal puesto, mi celular, Teodoro alimentado, las ventanas cerradas. Cierro mi bolso y tomo las llaves en mi mano para ponerle seguro a la puerta
Empiezo a caminar hacia la estación del bus, hoy lastimosamente mi mejor amigo Alan (e hijo del dueño del lugar donde trabajo) no pudo recogerme en su auto como de costumbre
Alan Proum: Rubio, ojos azules oscuros, alto y con un buen lugar económico, para cualquier chica un sueño, y en efecto las chicas le caen a montones. Un chico que a mi parecer, es todo menos cuidadoso, siempre hablando duro y por obvias razones, en su vocabulario, la palabra "disimulo" no existe, sin embargo, es un chico que siempre esta para ti sin importar si las circunstancias son buenas o malas.
Me paro en la estación, pasan unos segundos cuando veo el bus, estiró mi mano y... Ahí quedo yo como un estúpido con mi mano en alto mientras el bus me ignora.
Empiezo a correr hacia el bus pero en vano, el bus se ah ido.
No, no, no, no, y no, lo menos que quiero ahora es llegar tarde al trabajo, muchos piensan que me creo el jefe solo por ser el amigo del hijo del verdadero jefe y que tenga esa imagen de mandón o creído no me gusta mucho. Supongo que debo especificar cuando quiero que algo diferente me ocurra.
•••••
Entro rápido, quince minutos tarde y miradas leves de odio de mis compañero para todo el día. Fantástico
—Gracias a Dios estas aquí. Te he reemplazado este rato, es una locura trabajar en dos partes prácticamente a la misma vez —habla Alan, a pesar de que su padre tiene buen dinero (no en exceso) este mismo lo obliga a trabajar por sus cosas—. Es bueno verte amigo.
—Gracias Alan, pero cuando pensé que tendría una buena mañana, el autobús me ignora en la parada —tiro mis cosas en los casillero que se encuentran tras la cocina, lavo mis manos y empiezo a trabajar.
—Ayer —agarro una taza, delineando el borde por el calor que sube a mis mejillas por lo que voy preguntar—, en tu turno de la noche ¿no viste a la chica? —La pelirroja ríe.
Emma Dom: una chica muy sociable y alegre (a no ser que quiera pelar con Alan) siempre llega con unos ánimos al cien, queriendo compartir su buena actitud, pero muy pocas veces eso funciona, por lo menos conmigo.
—Jeremith, te dije cuando termine mi turno que no —contesta sin mirarme. Sabia la respuesta, pero aun así quiero estar seguro.
—Okey —Murmullo.
Han pasado dos días desde aquel momento en que vi a la chica del libro pero no a vuelto. No se que es lo que espero con preguntar por ella últimamente si de lejos pude notar que ella tiene una vida mucho mas interesante que la mía, es decir, tiene muchas otras cosas que hacer que pasearse todos los días por la cafetería.
—¿Por que tan obsesionado con esa chica? —pregunta Alan acomodando los platos y pocillos en el fregadero para que yo pueda lavarlos.
—No es obsesión, solo quiero saber su nombre, parece una chica interesante —me excuso y en parte, es cierto.
—Prometo que cuando vuelva, será clienta tuya —Mi mejor amigo palmea mi hombre para luego tomar una orden lista y ponerla en una bandeja— y hasta quizá sea tu novia.
Siento ponerme rojo de solo pensar aquello y Emma rueda sus ojos, la picardía de nuestro mejor amigo nunca va desaparecer de el. Entre que intento bajar mi sonrojo por la palabras inapropiadas de Alan y sigo trabajando, la campana suena, la puerta se abre y entra una mujer con un traje de ejecutiva sosteniendo una iPad y una carpeta llena de documentos.
—Buenos días —Saluda formalmente
—Buenos días —Me paro al lado de Emma, quien atiende a la mujer.
—Me podría dar un café americano, un cappuccino y una soda de frutos rojos, por favor —sin poder evitarlo, recuerdo a la chica del libro pidiendo la misma bebida. Sonrió en mis adentros como un estúpido— para llevar.
—Si señora, el pedido estará pronto —la mujer asiente.
Observo la vitrina permitiéndome ver lo mismo de siempre: niños con su uniforme dirigiéndose a sus escuelas, mujeres y hombres con sus maletines de trabajo acompañados de un semblante cansado que seguramente intentaron calmar con unas cuatro o cinco horas de sueño luego de una jornada de trabajo. Los mismos carros estacionados, excepto por uno, una camioneta polarizada y de color negro justo en la calle del local..
Me quedo mirando con curiosidad la camioneta, pero mis pensamientos son detenidos cuando veo como de la puerta trasera de auto, bajan la ventanilla.
Sonrió cuando veo a la chica del libro, baja sus lentes oscuros y alza un ceja. Olvide que las vitrina de la cafetería no son polarizados como esa costosa camioneta, me debo de haber visto como un chismoso.
La campanita vuelve a sonar, y la mujer de hace unos minutos entra a aquella camioneta donde justo se encuentra la misteriosa chica.
La chica alza su vaso como si me saludara y veo que tiene su té de frutos rojos. Su mirada se queda sobre la mía y hasta que la camioneta arranca.
—¡Ey! tierra llamando a Jeremith —dice Emma y veo su mano pasar varias veces por mi cara.
—¿Qué paso? —inquiero con un balbuceo quitando la vista de la vitrina y sacudiendo un poco mi cabeza—. Y-yo, n-no hice na-da.
Mis dos amigos se miran desconcertados, sin embargo, en los ojos azulados de Alan esta ese brillo de la burla porque seguramente me veo como un tonto.
—Mejor ponte a trabajar. —Emma niega y Alan se ríe por el regaño de la pelirroja.
Su nombre, eso quiero saber, el nombre de la bella chica...
![](https://img.wattpad.com/cover/264512172-288-k654743.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Solo Un Café Más
Genç KurguEl amor de ambos se compara con un café dulce, pero el dolor y problemas que afrontaran son tan amargos con un vino, que embriaga las mentiras revelando verdades. TERMINADA