Capitulo 25: "Deseo de venganza"

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Helena:

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Helena:

— ¡Concentrate en el punto de ataque!

Eida era una anciana que se encargaba en entrenar a los Nijzshas cuando despertaban sus poderes. Hace unos momentos, antes de gritarme y tratar de romper mis tímpanos me explicó que muchas veces, los Nijzshas despertaban sus poderes a la edad de doce años, otros demoraban más, era porque su cuerpo y alma no estaba del todo conectado.

Ayer, Amezt empezó a experimentar conmigo, tratando de poder recuperar cada mínimo de mis recuerdos. No estaban borrados, estaba ocultos y en cualquier momento podría recordarlo todo.

Eida golpeó mi cabeza con su gran bastón de madera, exigiendo que prestara atención y olvidara todo lo que tenía en mi cabeza. Por ahora, lo único que importaba era poder dominar a la perfección mi elemento aire.

En tan solo un día, ya podía hacer volar enormes piedras y hacer crecer las plantas hasta las grandes que un edificio. Aunque a mí me alegraba mi progreso, Aída solo se enfurecía y decía que no era suficiente su quería enfrentarme a mis padres.

Cada vez que los mencionaban, mi sangre ardía y sentía el aire incrustarse en mi piel como espinas afiladas.

— ¡Todavía no es suficiente! — Aída gritaba. Si estaría pérdida y con mis odios dañados, los gritos de ésta anciana sin duda me harían correr. — ¡Tienes el poder necesario para destruirlo todo, pero no puedes hacer un simple movimiento como mis otros estudiantes de elemento aire!

— ¡Me estoy esforzando! — susurro, lo suficientemente alto como para que ella me escuche. Tenía prohibido subirle el tono de voz.

— ¡No es suficiente! — Volvió a pegarme en la cabeza. — No me importa quién seas, solo cumplo con mi deber de enseñarte a controlar tus poderes Nijzshas.

Ya estaba cansada. Quería escapar del entrenamiento por primera vez desde que Medakse me dijo que debía entrenadar. Pasé horas con ella, dando golpes ciegos con el elemento aire.

— Aída, mi madre te necesita! — Amezt entra como mi salvación.

Aida arrugar la nariz y da por terminado el entrenamiento e iba renegandose mientras que caminaba lentamente hacia el castillo dónde se encontraba Medakse.

— ¡Sigue entrenando mientras vuelvo! — Me ordena.

Amezt, después de asegurarse que Aída esté Lu suficientemente lejos, me toma del brazo y me saca del lugar donde estaba entrenando.

— ¿Qué heces? — Pregunté.

— Te sacó del sufrimiento antes de que Aída se de cuenta que me he mentido. Necesito enseñarte algo.

Seguí a Amezt a dónde ella me estaba llevando.
No presté mucha atención al camino que cruzamos hasta que llegamos a un campamento, o parecía serlo. Quedaba algo alejado del castillo.
Nos acercamos muy despacio, solo para no generar ruido. Nos asomamos muy despacio y vimos a un grupo de chicos con uniforme negro con degradado naranja y rojo en ellos.
Estaban bien físicamente.

— ¿Quienes son ellos? — Pregunté mientras no dejaba de quitarle la mirada a uno de ellos.

— Son Nijzshas, elemento fuego. ¿Sabias que son los más atractivos de la dimensión? La mayoría son hombres.

— ¿Por qué me muestras esto?

— Eres una Nijzsha de fuego; debes conocer a los tuyos. Pero de lejos porque si mamá se entera que te traje hasta aquí me mata. Cada año el reino de fuego envía a ésta parte de la dimensión a los Nijzshas para entrenar, es increíble.

Observé a los chicos como manipulaban el fuego en la palma de su mano y lo lanzaban hasta una antorcha para encederla y luego, con un fino movimiento de manos y pies la apagaban o la hacían diminuta hasta desaparecerlo.

— Ese movimiento que acaba de ver es el más difícil para ellos. — Dice Amezt. — Les lleva aproximadamente 5 años en aprender la técnica.

¿5 años? Yo podía hacer eso muy rápido y no necesitaría tanto entrenamiento.

El chico que desde hace rato observaba se percató de nuestra presencia y Amezt me sacudió.

— ¡Mierda, Axel nos vió!

Con que se llamaba Axel. 

Tenía los ojos rasgados, así como los asiáticos en la tierra. Sus cabellos eran negros y su cara era algo puntiaguda. Nos sonrió a ambas y Quispe hacer un movimiento con las manos, pero se detuvo. Una voz ronconoza nos sorprendió desde atrás.

— Con que aquí estaban. — Esa voz la reconocería siempre, no había duda. Aida.

— Tú madre te necesita, estás en graves problemas. — Señaló a Amezt, para luego señalarme a mi. — A ti también.

Aunque estaba feliz porque Medakse me llamó y no tenía que seguir con el entrenamiento, me decepcionó la idea de lo seguir viendo a los chicos manipular el fuego.
Mientras caminaba hasta Medakse, imaginé mi vida desde muy pequeña aquí. Me habrían enseñado cosas que solo a los Nijzshas les enseñan. Me perdí de mucho, de estar con gente como yo, solo vivía en una mentira, esparciendo mentiras.

— Alicia y Julia... — Rompí el silencio entre Amezt y yo. — ¿Sabían sobre ti?

— No. — Respondió.

— Entonces, ¿Nos mentiste?

Ella frenó y volteó para verme.

— Sí, así como tú también le has mentido a todos, incluyendo a Ivana.

— Tenía prohibido decir quién era, mis padres me estaban prote...

No terminé la oración.

— ¿Te protegían de qué, exactamente?

No dije ni una sola palabra, mis padres nunca me lo dijeron.

— Sé que jamás te lo dijeron, porque era una mentira. Te ocultaban de todo esto y de lo que en verdad eres, Helena. Mi madre y yo te devolvimos a tu hogar, no como tú madre que por años te detuvo en volver a donde perteneces, te borró la memoria. — Picó mi frente con sus dedos. — Que no se te olvide cuando hoy la tengas de frente.

— ¿Hoy? ¿Iremos hacia ella? — Mi voz era muy seria, y me sorprendió lo serena que sonaba.

— ¿Por qué crees que mi madre no está llamando? Debemos prepararnos, tendremos la visita de las gemas y la reina Alex.

— ¿Vendrán hacía aquí? — abrí mis ojos hasta donde podía. No estaba preparada para encararla, aún no.

— ¿No quieres verla? Tendrás la oportunidad de exigirle una explicación. Ella no podrá negarte que destruyó miles aldeas de muchos Nijzshas, el hogar de personas como tú.

No escuchaba nada más que mi corazón queriéndose salir de mi corazón. Creo que era la oportunidad perfecta para ver a mis padres, demostrarles que soy una Nijzsha con un poder que por años me ocultaron.
Pagarán por todas esas mentiras, por todos esos secretos que lograron ocultarme, al final pude ser yo quien les encontró respuesta a cada uno de ellos.  Junto a Medakse y Amezt tenía una ventaja enorme y debía aprovecharla.

Medakse nos ordenó vestirnos para la ocasión, la cena en donde los contenedores originales de las gemas, mis padres estarán allí, junto con los demás. No me pondría un tonto vestido largo a la moda, necesitaba algo cómodo porque sabía que debía darles una lección a mis padres.

Mis recuerdos ya estaban completos, recordaba a cada uno de ellos, a cada uno de los elementos que fueron los que borraron momentos importantes en mi vida.

Tenía algo llamado un deseo de venganza.

Lazos En Cenizas [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora