Capítulo 10: "Un misterio"

11 2 1
                                    

Helena:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Helena:

No podía dormir.
Desde hace 9 años, eran pocas las veces que los malos sueños aparecían atormentandome en mi interior.
Siempre soñaba lo mismo. Un dragón rojo, el triple de grande que toda mi escuela, acostado en algo parecido a un espejo que radiaba luz en su interior. De sus enormes narices expulsaba humo caliente y su cola parecía estar prendida en fuego. Cada vez que me acercaba a él abría sus ojos. Un iris amarillo combinados con un rojo carmesí y un violeta candente. Sus pupilas se preparaban para el peligro y ahí, cuando me miraba fijamente acababa el sueño.
Jamás le conté a mamá, porque no sabía lo que significa realmente.

Daba muchas vueltas en mi cama pensando en todo lo que había pasado en todo el día. Fui castigada, tenía prohibido salir de mi habitación desde que llegué a casa después del colegio, no entrené y lo necesitaba.

Miré el reloj que estaba en mi mesita a un lado de la cama, eran las 12 de la noche y hacia mucho calor. Sin quitarme mi pijama bajé a pies descalzos hacia el sótano sin hacer ningún ruido. Pasé silenciosamente frente al cuarto de mis padres y veo que ambos están dormidos en su cama, a papá se le olvidó cerrar la puerta. Con mucha delicadeza la cierro y sigo mi camino. En la cocina tomo las llaves que lleva al sótano y abro la puerta que solo nosotros podemos abrir, ya que tiene una cerradura que gracias a nuestros brazaletes podemos entrar y entrenar.
Asi es, estos bonitos accesorios no solo reprimen nuestra fuerza en poder y física, también sirve como la llave de la cerradura a la puerta secreta.

Encendí el círculo que impide que nuestro don salga sin nuetro brazalete y entré. Entré al agua, sabía que no podía controlarla como papá, pero hacia mi mejor esfuerzo.
El agua estaba calida, justo como me gusta cuando tomo la ducha. Hice que el agua llegase hacia mi en forma de dos peces brincando en el aire. El chasquido del agua hacia que todos mis pensamientos me dejaran en paz de lo que quedaba del día como que secreto hay dentro de estos brazaletes y por qué mamá se empeña en evadirme el tema.
Sentía importancia porque sentía que no confiaban en mi. Por otro lado se encontraba Elliot. Me era muy familiar y estaba segura que jamás lo había visto.

— ¿Prácticando tan tarde? — Papá entra al salón de entrenamiento con su pijama de rayas azules, desde que me acuerdo es la única que usa siempre. — Creo que mamá te había dicho que estabas castigada, lo que hiciste en la escuela fue...

— Estúpido, lo sé, lo siento. — Bajé la mirada y vi como él alejaba el agua para cambiar hacia mi.

— Entiendo como te sientes, tú madre y yo te hemos quitado mucho, pero tienes que entender que lo hacemos por tu seguridad.

— ¿De que se supone que me están cuidando? papá, ese brazalete me impide hacer estas cosas. — Alcé mis manos e hice que se prendieran en llamas. — ¿Sabes lo que podríamos hacer para proteger a las demás personas?

— Nuestro poder es peligroso, e incluso si lo usamos para el bien. Has visto a tu madre cada vez que se siente frustrada, lo quiere quemar todo y ella sabe controlar sus emociones.

Tenía razón, mis emociones son difíciles de controlar. Asentí y apagué las llamas que tenía en mis palmas. A lo que papá preguntó cómo iba con mi elemento agua, y solo le mostré mi progreso, dos esferas de agua grandes.

— Me sorprendes hija, tenía un poco más de tu edad cuando descubrí que tenía éste don y solo sabía hacer una esfera de ésta. — Señaló y la tomó. — Pasé por un entrenamiento muy duro.

— Mamá también me contó que ella se enteró muy tarde acerca de sus poderes, ¿Como es que ambos se conocieron papá? ¿Es posible que hayan más iguales a nosotros?

Miró al techo, era obvio que no esperaba ésta pregunta, sus ojos tomaron la misma tonalidad cuando le hice la pregunta a mamá, pero el Respondió de una manera más calmada.

— Es imposible que hayan más personas iguales que nosotros, nuestros poderes son un don y es algo que ni tú madre ni yo sabemos, por el momento debemos cuidarnos de ser vistos, podemos ser ratas de laboratorio.

— Ay un chico que llegó hoy a la escuela...

— ¿Por qué metes a un chico en esta conversación? ¿Te gusta? — El abre sus ojos y cruza sus brazos, y yo no evito reír.

— No papá, éste chico me parece algo familiar y cuando le dí el recorrido por toda la escuela me fijé en un brazalete que llevaba, era igual al que nosotros tenemos y pensé si él...

— No, es imposible que tenga nuestros mismos poderes. Hemos cuidando éste secreto por mucho tiempo. Seguramente es alguien muy Talentoso que vió tu Brazalete o el de tu madre y quiso hacer uno igual.

Papá era igual de listo que mi madre, era imposible sacarle algo de información, para poder averiguarlo por mi propia cuenta, debía pasar más tiempo con ese chico. Si se negaba a quitarse su brazalete mañana, solo deduciré que si posee poderes.

— Deberíamos ir a dormir antes de que mamá Alex se de cuenta que ambos estamos por aquí abajo y la hemos desobedecido.

— ¿Sabes algo papá? Mi favorito eres tú, pero no le digas a mamá.

Su sonrisa era identica a la mia, me abrazó y me llevó con él arriba. Me dejó en mi cama y me echó encima la sábana. Cuando me vió cómoda me besó en la frente y me acarició la cabeza.

— Debes prometerme una cosa, no hagas enfadar más a tu mamá, está preocupanda por ti, ¿Si?

— Lo intento todos los días, ella se enoja por todo. — Le dije en un susurro.

— Hel, trata de pasar tiempo con ella, está muy estresada en estos días por lo que está pasando con su ex amiga, la mamá de Pilar y apenas y tiene tiempo para pasar con nosotros, hazle compañía después de clases, ¿está bien?

— Espero que no sean celos, papá.

— ¿Como crees? Descansa, cosa horrible, mañana practicaremos un poco más.

— Descansa papá.

Miré al techo y alcé mi brazo derecho, donde tenía mi brazalete, el que mamá me había regalo desde hace 9 años, el que siempre me recordaba jamás quitarme, e incluso cuando estaba bajo la ducha a pesar de que en casa podía divertirme haciendo pequeñas llamas de fuego en mis dedos, pero corría el riego de quemar toda mi habitación.

Era casi un dolor de cabeza pero por alguna extraña razón jamás me lo quite, aunque me daba tanta curiosidad. ¿podría ser una debilidad de ambos? ¿Por qué tanto temor a nuestros poderes? Entendía perfectamente que podría existir gente muy mala que quería experimentar con nuestra sangre y tratar de mutar nuestros genes, como he visto en las películas de vampiros y sirenas, si es que de eso de trata todo éste poder... En fin, no soy una chica normal y tampoco sé lo que soy, esto solo despierta la gran curiosidad que llevo dentro de lo que era mi poder, y que podría hacer con el.

Lazos En Cenizas [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora