Capítulo 9: "No Estamos Solos" Parte 3.

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-¿Es una broma? -preguntó Rabadán con aspereza-. Vengo del comedor, donde Alondra me informó que un miembro de la Guardia solicitó que yo no me alojara ahí a partir de este momento. Sé que fuiste tú.

Andrés no intentó ocultarlo.

-Si vas a estar en campaña con Julio, debes saber que los requisitos exponen muy claramente que los candidatos no deben estar involucrados en otros asuntos del Domo, por lo tanto, no puedes seguir siendo parte del grupo encargado del comedor. Y eventualmente, Julio deberá dejar la Guardia. No queremos un monopolio dominado por personas que quieren matar a todo aquel que no les agrada lo suficiente.

-Esto es excesivo -dijo Rabadán-. En ese lugar están todos los que me importan. ¿A dónde quieres que vaya?

-A donde este tu lealtad -respondió Andrés con tono frío-. Y ambos sabemos que está con Julio González.

-Les diré a Alondra y los demás lo que estás haciendo.

-Ya se los dije -respondió Andrés con voz seca-. Ninguno te defendió.

Rabadán se quedó sin palabras. No esperaba ese comentario, una cosa era que Andrés tuviera un momento de molestia por sus decisiones y otra era que todos sus amigos hubieran acordado botarla del comedor.

-Te equivocas -respondió-. Mi lealtad no está con Julio, te lo probaré.

-¿Cómo?

-Vayamos con Julio, renunciaré a la campaña.

*

Julio estaba en la sede de la Guardia analizando su planilla de candidatura. Ciertamente había perdido a muchos seguidores después del plan de reducción de población, solo eran cifras que podría recompensar con otras. Los otros miembros eran personas completamente irrelevantes, que habían aceptado el puesto por la emoción de ser considerados en algo importante, ellos desconocían totalmente el plan de Julio de dejarlos al margen y destacar simplemente su voz y la de Rabadán. Dominando la Sociedad de Alumnos, el comedor y la Guardia, podría influir fácilmente en el rumbo que se tomaría en ese lugar.

Sus planes de atracción de votantes se vieron interrumpidos cuando un extintor rojo fue estrellado en su cabeza causándole un desmayo.

Pollo Muñoz dejó caer el extintor al suelo y sonrió con satisfacción.

*

El exterior el Domo seguía luciendo igual: cientos y cientos de metros arrasados por el fuego del misil, las cenizas y escombros requemados eran un recurrente recordatorio de lo alejados que estaban de la sociedad.

Silvia observó el terreno frente a ella y recordó los buenos lugares. El parque estaría lleno de niños jugando a estas horas de la tarde, más atrás, habría muchos jóvenes conviviendo en el café. El castillo de la antigua familia acaudalada que vivió en el municipio hace cien años estaría cubierto de vegetación y enredaderas en las paredes, con un montón de rosas hermosas siendo cuidadas por Lidia Tarango, la jardinera del castillo. Mientras que la avenida pavimentada de enfrente estaría atestada de tráfico y vendedores ambulantes.

Silvia añoraba eso, y todo lo que había perdido desde la caída del Domo.

-¿Qué es lo que quieres? -preguntó frente a la invisible capa de su oponente opresor-. ¿Por qué estás aquí?

Posó sus manos sobre el Domo esperando alguna clase de señal.

-Llevas aquí varios días y no has hecho más que causarnos dolor -recriminó-. ¿Por qué nombrarme Monarca? No creo que tengas buenas intenciones, he intentado creer en ti todo este tiempo. No sé qué esperas que haga.

INTRAESCOLAR II (Under The Dome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora