INTRAESCOLAR II (Under The Dome)

Capítulo 12: "Frio como el Infierno" Parte 3.

-Esto es muy incómodo –se quejó Frida. Muchos alumnos se apretujaban en la cocina del comedor, compartiendo el aliento para mantenerse cálidos. En un círculo cerrado se encontraban César, Frida, Karely, Vicky y Rabadán.

-Pasará pronto –dijo Vicky con ansias-. Solo tenemos que aguantar un poco más.

-¿Cuánto tiempo? –preguntó Frida temblando-. Ya no siento mis piernas.

-Tenemos un problema más grande –recordó Rabadán-. Perdimos el huevo.

Karely se abrió paso entre las personas y salió molesta hacia el área de las mesas.

-¿Qué? –preguntó Rabadán cuando notó que todos la miraban.

-Eres una perra desalmada –respondió Frida.

-Yo iré –dijo César-. Me aseguraré de que todo esté bien.

Salió tras ella y la encontró sentada en una mesa. Estaba tiritando de frio y lágrimas recorrían sus mejillas.

-¿Karely? –preguntó César.

-Esto es mi culpa –dijo la chica con voz quebrada-. Yo permití que el huevo se perdiera. Yo eliminé nuestra única posibilidad de salvarnos.

-¡No digas eso!

César se sentó a su lado y la abrazó con fuerza.

-Nada de esto es tu culpa –aseguró-. Fue Julio quien arrojó el huevo hacia el precipicio. Si tenemos que culpar a alguien tiene que ser a él.

-Jonadan podría haber muerto ya –dijo con temor-. Estaba muy mal en la enfermería. Habrá muerto a causa mía.

-Por lo que sabemos, el Domo lo trajo de regreso por alguna razón. No creo que lo deje morir tan fácilmente.

Karely observó la mano de César, estaba vendada por su reciente encuentro con la superficie congelada del Domo. El chico tenía una herida física y no lo había visto quejarse de eso una sola vez.

-¿Cómo lo haces? –cuestionó.

-¿El qué? –preguntó César confundido.

-Eres imperturbable –dijo asombrada-. Todo está saliéndose de control y tú sigues portando una actitud positiva.

-Tener una actitud negativa no soluciona los problemas. Prefiero sonreírle a la desgracia antes que darle el triunfo con mi tristeza.

-Y ahora resulta que eres poeta –dijo Karely entre risas. Limpió sus lágrimas y se puso de pie.

-Me alegra tenerte en mi vida –confesó-. Eres un amigo como ningún otro.

-Si quieres que sigamos siendo amigos tendremos que entrar de nuevo a la cocina –respondió César-. O el frio nos matará.

Karely sonrió una vez más y regresaron juntos.

*

-Por favor vete –rogó Silvia-. No tiene caso que tú también mueras.

-No te dejaré sola –insistió Mario.

El frio los había entumecido gravemente y su movilidad era limitada. El aire les quemaba la garganta con cada respiración, sufriendo en cada segundo que transcurría. Sus pieles ya se estaban tiñendo de un color azulado.

Fue imposible arrancar el auto, las ventanas habían reventado en un millón de fragmentas haciendo que prácticamente estuvieran expuestos totalmente a las ráfagas de aire fresco. En primera instancia, Mario intentó salir, tal vez lo habría logrado pero el frio ya no lo dejaría volver al comedor por ayuda sin paralizarlo en el camino. De cualquier manera no pensaba abandonar a Silvia.