C 28

370 74 9
                                    

-¿Y qué es?, preguntó YiBo interesadísimo, al igual que Zhan.

-La mansión entera es mía, me la dejó el señor en su testamento con todo lo que contiene pero, guardaré ciertas antigüedades para sus hijos y los míos; sé que les va a gustar muchísimo recuperarlas. Yo me quedaré con algunas cosas muy especiales y entrañables para mí que ya veréis que no aparecen en los listados y, ahora que nos hemos conocido, creo que estaréis de acuerdo con mi elección y con mis gustos. Ya llegareis a averiguarlo. Después, con todo el dinero que recaude en las subastas, quisiera convertir esto en un hotel de cinco estrellas con toda clase de comodidades y servicios: saunas, masajes, baños turcos, piscinas para niños y adultos, tratamientos de belleza para la piel, un restaurante con comidas de todos los lugares del mundo, etc., haciendo unos precios y descuentos especiales de estancia para familias o parejas que no tengan mucho dinero. Mi mayor deseo es que esto vuelva a tener vida, que los enamorados se enamoren más y que todo el mundo que pase aquí unos días, sea feliz y se olvide de sus preocupaciones cotidianas en este remanso de paz, deseando no tardar mucho en volver para repetir la experiencia.

-Yo quiero venir cuando lo termines, le dijo Zhan con los ojos brillantes imaginándose ya cómo seria.

-Y yo, le dijo YiBo con el mismo entusiasmo, y, si quieres, podemos ayudarte un poco con la decoración. Por mi cabeza van rondando algunas ideas.

Kenji rió al escucharles, mirando divertido sus ilusionadas caras.

-Tendré en cuenta vuestro ofrecimiento, no lo dudéis porque, en cierto modo, me he inspirado en vosotros dos para llevar adelante mi proyecto.

Ambos se miraron ruborizados por la timidez.

-Si conseguí unir a una pareja tan dispar como vosotros, puedo hacer lo mismo con los demás, ¿no estáis de acuerdo?, prosiguió Kenji mientras veía dibujarse en sus caras una gran sonrisa de asentimiento.

-¿Y qué tiene que ver el hotel para que vuelvan tus hijos?, le preguntó YiBo.

-Porque pienso dejar que sean ellos los que lo lleven todo. El abogado es un gran cocinero; siempre estaba detrás de mí cuando preparaba las comidas y no se le escapaba nada, lo aprendía todo al instante. Le sugeriré que haga un curso de chef de alta cocina en el extranjero, creo que aceptará encantado y, el mayor, es organizado y meticuloso, con dotes de mando, llevaba a todos los niños a raya para que no estropeasen nada y estaba muy pendiente de los detalles y los cambios en la casa. Lo pondré como administrador.

-Me parece que lo vas a conseguir porque eres un gran padre y una gran persona, le dijo Zhan sonriéndole con cariño mientras se levantaba de la silla. Ahora vamos a trabajar para acabar cuanto antes y que se cumplan todos tus deseos y tus sueños.

Al salir de la cocina, YiBo lo sujetó por la cintura para besarlo y susurrarle después al oido:

-Tiene razón Kenji; en esta casa me enamoro más de ti, le dijo sensual mientras su amante dejaba escapar unas risitas divertidas mirándole a los ojos.

-Y yo de ti, le respondió tomándole de la mano para llevarlo escaleras arriba a continuar con su labor.

Esa noche hicieron el amor apasionadamente. YiBo le poseyó durante largo tiempo, hasta que, cubiertos de sudor, cayeron extenuados, abrazándose, pero, tras unas horas de sueño, Zhan se levantó de la cama para meterse en el estudio. Tomó un gran lienzo en blanco y comenzó a dibujar el cuerpo de un hombre completamente desnudo, apenas velado por unas cortinas blancas semitransparentes que amortiguaban el sol que entraba por la ventana por la que estaba mirando. Su corazón latía fuertemente al tomar la paleta, llenándola de colores brillantes que sacaba de los tubos y los iba aplicando directamente o haciendo las mezclas con el pincel. Al cabo de un rato, había completado la base de la pintura en la que reconoció a YiBo, cada detalle de su anatomía, con un pie ligeramente levantado apoyándose en los dedos. Luego, se echó hacia atrás para observar el efecto y se sintió satisfecho. Se limpió las manos, cubrió el caballete con una tela y regresó a la cama donde su amante parecía profundamente dormido pero, al meterse entre las sábanas, éste lo abrazó y lo atrajo hacia sí tomándolo por la cintura, mientras le susurraba al oído que olía deliciosamente a aguarrás, cosa que le valió un largo y prolongado beso de su pintor enamorado.

Ni que decir tiene que, durante los siguientes días en la mansión, ambos estuvieron haciendo de investigadores para saber qué es lo que había reservado Kenji y dieron con algunas cosas, pequeñas y sencillas pero muy hermosas: dos pinturas de mujeres delicadas, unos jarroncitos de color azul y unos muebles lacados con cajones. Sin embargo, lo que se había guardado para él, lo más importante y vistoso, lo tenían delante y no reparaban en ello; ¡y eso que fue el primer sitio donde entraron al llegar, dejándoles con la boca abierta! Era la habitación entera del señor con la maravillosa cama lacada en rojo, negro y dorado, cuyos cobertores y colgaduras de seda roja finísima, le daban un aspecto majestuoso. Kenji les veía pasar de un lado a otro buscando y no paraba de reír moviendo la cabeza.

Cuando se acercaba la hora de acabar la jornada y ya se disponían a embalar lo catalogado, YiBo cayó en la cuenta mientras llamaba a Zhan. Kenji se los encontró en la puerta, tomados por la cintura, en silencio, mirando absortos hacia el interior del cuarto. Luego, de camino a casa, no pudieron evitar hacer comentarios al respecto, preguntándose cómo sería pasar una noche allí, rodeados de todas esas preciosidades, siendo eso lo último que verían al acostarse y lo primero al levantarse por la mañana. Ambos lanzaron un suspiro a la vez, lo que les arrancó una sonrisa cómplice.

-Por lo menos, cuando vayamos al hotel o de visita a estar con Kenji, supongo que nos dejará mirar la habitación todo lo que queramos, le dijo Zhan con cierto aire de melancolía.

-Eso espero, le respondió YiBo, porque no querría perder el contacto con él nunca. La verdad, el tiempo se me pasa cada vez más deprisa y eso me da coraje. Nunca imaginé que, este trabajo que me pareció rutinario y aburrido en un principio, le iba a traer tantas cosas inesperadas e importantes a mi vida y, sobre todo, a ti, y a este todoterreno tuneado que cada vez me gusta más.

Zhan rió de buena gana mientras, YiBo, marcaba el número de su madre en el móvil para charlar un rato con ella y enterarse de cómo iban las cosas en casa.

EL PINTOR DEL ÁTICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora