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De vuelta al ático, y como YiBo se sabía ya el camino de memoria, le pidió las llaves del todoterreno para conducir él, mientras ponía el pendrive de canciones francesas que tanto le gustaban a su amado tomándole de la mano:

"...Ne me quitte pas. Je ne vais plus pleurer, Je ne vais plus parler, Je me cacherai là, á te regarder, danser et sourire, et à t'écouter, chanter et puis rire. Laisse-moi devenir, l'ombre de ton ombre, l'ombre de ta main, l'ombre de ton chien. Mais, Ne me quitte pas..."

("...No me dejes. No voy a llorar más, no voy a hablar más. Me esconderé allí para mirarte bailar y sonreír, para escucharte cantar y después reír. Déjame convertirme en la sombra de tu sombra, en la sombra de tu mano, en la sombra de tu perro, pero, no me dejes...")

Zhan dibujó una pequeña sonrisa en su rostro y, al llegar al semáforo cerca del apartamento, aprovechó que estaba en rojo para darle un largo beso en los labios a YiBo.

-Yo tampoco me cansaré de ti ni te dejaré nunca; nos queda mucho por ver y hacer que no hicimos antes. Te amo sobre todas las cosas,

A la mañana siguiente, tras ponerse en contacto con su marchante, se dedicaron a elegir juntos quince cuadros de su estudio que tenía que enviar previamente a través de él a las distintas salas de exposiciones. Le faltaban dos pero, estaba dispuesto a descolgar los que tenía en las paredes del ático y los sustituiría por los que había pintado últimamente. YiBo se lo pensó mejor y se le quedó mirando:

-¿No mandarás los míos?, le preguntó divertido.

-¿Estás seguro?, tú me dijiste que te daría vergüenza que te viesen desnudo y todo eso.

-No se sabe que soy yo a menos que se acuesten conmigo y eso no va a pasar ni en un millón de años, porque soy tuyo y de nadie más. Me encantan, son muy buenos y te comprendo, entiendo lo que quisiste expresar y cuáles son los sentimientos que te llevaron a pintarlos. Así es que, por mí, puedes exponerlos sin problemas.

Zhan se abalanzó a su cuello llenándole la cara de besos, mirándole de vez en cuando de reojo al verle tan tranquilo. Ese hombre estirado del principio, cuando se conocieron, había desparecido, se había esfumado por completo y aun le dio unos cuantos besos apasionados más en la boca.

-Entonces, te dejaré elegir dónde quieres que se expongan, en qué ciudades y, por supuesto, no estarán a la venta; quiero quedármelos.

-El de la ventana en Roma y, si ya tienes confirmado Madrid, el de la cama allí.

-¡Qué atrevido!, entre italianos y españoles, los más ardientes. Me pondré muy celoso si quieren conocer al modelo o me preguntan por él porque, esta vez, no puedo escabullirme en las inauguraciones, tendré que asistir a todas. Mi marchante me ha convencido para que lo haga, si no, no tiene ningún sentido mi introducción en Europa.

-Tiene razón y yo te acompañaré siempre. Después, podemos ir donde queramos y hacer lo que queramos por nuestra cuenta. Ya sé que tenías pensado alquilar un pequeño apartamento en París y, desde allí, desplazarnos en todas direcciones pero, quiero pedirte que no lo hagas.

-¿Y eso?

-Me imagino que las exposiciones estarán en las salas durante quince días, que suele ser lo habitual, ¿no es así?

-Sí, pero mi marchante me ha asegurado que, dependiendo del éxito que tengan, podrían alargarse una semana más.

-No importa, casi que es mejor porque, yo tenía pensado que nos alojásemos en pequeños y bonitos hoteles, con pocas habitaciones, incluso en casas rurales a las afueras de las grandes ciudades y, desde ahí, visitar todo lo que nos apetezca. Europa también es un continente muy antiguo, con muchas civilizaciones ya extintas que han dejado su huella a través de los siglos; por ejemplo, piensa en Roma: el Foro, el Coliseo, las catacumbas... también en Pompeya y Herculano, me encantaría ir a verlas.

Se habían sentado en el sofá y YiBo estaba hablando con una expresión soñadora y los ojos brillantes. Zhan lo miraba con todo su amor e iba contagiándose poco a poco de su entusiasmo.

-¡Imagínate!, Florencia, Venecia... pasar después a Grecia: Atenas, Delfos, el palacio de Cnosos en Creta... cientos de museos repletos de obras de arte: Miguel Ángel, Leonardo, Sanzio, Goya, Rubens, Vermeer, Picasso... y Las Meninas; mis respetos por Velázquez y ese cuadro que me gustaría ver y que es uno de los que más admiro, le dijo con la misma expresión que tenía YiBo antes y que ahora le estaba mirando a él.

Se abrazaron sonrientes llenándose de besos.

-Entonces, ¿apruebas mi plan?, ¡Ah! y, también había pensado en viajar en los transportes públicos: trenes y autobuses o, si te parece muy cansado porque tendríamos que estar pendientes de los horarios, alquilar todoterrenos tuneados, si los hay. ¿Qué me dices?, ¿estamos de acuerdo?

Zhan rió abrazándolo muy fuerte.

-Estamos completamente de acuerdo, amor de mi vida. Me decanto por el todoterreno para el transporte.

YiBo lo besó larga y profundamente y, poco después, estaban haciendo el amor como locos en el estudio, rodeados de cuadros.

A Zhan le llevó unos pocos días preparar su maleta, buscar el pasaporte y todo lo que se le ocurrió que pudiera necesitar y dejar las pinturas perfectamente embaladas para que las recogiera la empresa de transportes internacionales que había contratado su marchante. Estaban a finales de mayo y, ambos, llamaron a Sotheby's para avisarles que se tomaban unas vacaciones hasta el primero de septiembre. No les pusieron ningún impedimento y, casi todas las noches, iban a cenar a casa de los padres de Zhan para despedirse de todos y también quedaron una tarde con Nae y su prometido para lo mismo, sentados en una cafetería tomando un refresco.

Después, volaron hacia Beijing para que YiBo cogiese sus cosas y, Zhan, se sorprendió mucho al ver que no metía en su maleta ni un solo traje, ni corbatas, ¡ni el maquillaje!; solo guardó dos pares de pantalones de vestir y dos camisas blancas. Aun se quedó más extrañado cuando, al día siguiente, se fueron de tiendas de ropa juvenil y se compró vaqueros rasgados, bermudas, calzado deportivo y cómodo, camisetas y sudaderas con divertidos letreros y unas gorras. También le regaló a él una gran bolsa de lona que tenía estampada una moto Vespa de colores y que le gustó muchísimo.

Comían y cenaban en casa de los Wang mientras el padre les preparaba algunos listados sobre los artículos de sus tiendas, teniendo en cuenta principalmente todos aquellos que le demandaban los clientes a su hijo, se desprendería de ellos sin problemas y también les daría una comisión por las ventas, igual que haría con cualquier otro empleado o marchante. YiBo se negó pero, su padre insistió en ello hasta que acabó por aceptarlo.

Por otro lado, Meilin anotaba cuidadosamente el itinerario de exposiciones de Zhan, las fechas y demás y, cuando se enteró de que el uno de agosto se inauguraba la de Madrid, abrió sus ojos de par en par y les exigió la promesa de que no se iban a mover de allí hasta que ellos llegasen; también iban a estar presentes en esa exposición. Se miraron extrañados; conociéndola, estaban seguros de que algo tramaba pero, no tenían ni idea de qué podría ser. Dos días después, los amantes volaban rumbo a Paris, más emocionados y enamorados que nunca, soñando despiertos en todo lo que les esperaba por delante.

EL PINTOR DEL ÁTICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora