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-Kenji os recibirá encantado, puedes estar segura.

Continuaron después con el trabajo y, a la hora de hacer los embalajes, se dio cuenta de que Nae era muy cuidadosa con los objetos y, si quedaba algún hueco, por pequeño que fuese, ella lo rellenaba con las virutas de porexpán para evitar cualquier movimiento en el transporte. La jornada se le hizo amena después de todo y dejó salir un suspiro de alivio, con el corazón acelerado porque se acercaba el momento de estar junto a su querido amor. Tenía mucho que contarle sujetándolo entre sus brazos.

Cuando llegó al hospital, estaba tan ansioso por ver a su novio que iba corriendo por los pasillos entre las risitas de las enfermeras que le llamaban la atención. Su madre y Meilin eran las que le acompañaban mientras dormía pero, parecía que estaba también esperándole impaciente porque se despertó al escuchar la puerta. Se saludaron todos con besos y abrazos y ambas mujeres se levantaron para retirarse; le habían traido la cena y preparado el sofá de la habitación a modo de cama con una almohada y una manta. Al estar solos, Zhan se abalanzó entre sus brazos para besarlo repetidamente mientras YiBo le sonreía y le respondía con la misma emoción. Sus labios y su piel estaban otra vez muy calientes, le había subido la fiebre y, antes de que abriera la boca para llamar al médico alarmado, él lo detuvo asegurándole que eso era normal, se lo había dicho al doctor antes; estaría con aumentos de temperatura durante unos cuantos días durante la tarde-noche; luego se le pasaría conforme fuese bajando la infección. Eso lo dejó más tranquilo y acabó tumbándose a su lado escuchando su respiración, que era menos fatigosa que antes y, al ratito, estaban los dos acariciándose y haciéndose toda clase de arrumacos tomados de la mano, preguntándose el uno al otro si se habían echado mucho de menos.

Luego, pasó a contarle el agradable reencuentro con Nae, su sustituta, mientras le enseñaba las fotos que le había hecho y le relataba su pasado con ella. Ambos se quedaron mirándose el uno al otro echándose a reír. Definitivamente, esa casa tenía algo mágico. Esa noche, Zhan no utilizó el sofá para dormir y los despertó la enfermera al día siguiente, juntos, tomados de la mano.

Los días pasaban lentamente para YiBo que se aburría muchísimo acostado en reposo. Apenas le dejaban levantarse para ir al baño o para comer sentado en un sillón pero, decidió aprovecharse de la situación en la que se veía obligado a estar manteniendo largas conversaciones con su padre, que no eran, ni por asomo, parecidas a las que tenían antes sobre trabajo, sus estudios o las antigüedades. Se trataban con camaradería, como amigos y se sorprendió al ver que era un hombre con un gran sentido del humor, generosidad y don de gentes, muy sociable y que ambos tenían muchos puntos en común.

Por otra parte, Meilin le sorprendió también a él una mañana con una rareza; le trajo un poemario del español Rafael Alberti traducido al inglés, idioma que dominaba perfectamente y le añadió al presente una libreta muy similar a las que él usaba para escribir sus poemas, mas un pincel pluma recargable con un tintero.

-Para que entretengas a tu corazón, le dijo guiñándole un ojo y dándole un cariñoso beso en la mejilla. Él le sonrió conmovido y ligeramente ruborizado. No hizo falta decir nada más.

Cuando se quedó a solas mientras sus padres bajaban a comer, abrió una página al azar y algo muy fuerte se agitó en su pecho. Unas líneas, unas cuantas palabras que formaban un poema rotundo, desgarrado, un canto a la vida para todos aquellos que se sienten oprimidos, sometidos por los convencionalismos sociales o la demagogia de los discursos, que no se atreven a hacer o decir lo que piensan por miedo a las consecuencias y que salía con agresividad desde lo más profundo del alma de un poeta. No podía dejar de pensar en Xiao Zhan y en él mismo, en lo que quería y en lo que sentía, mientras, en su mente, iba tomando forma ese nuevo comienzo tan ansiado por ellos dos, lo vio claramente pero, no iba a convencer a Zhan, no se lo diría, tenía que descubrirlo por sí mismo y, de lo único que estaba seguro, es, que, cuando llegase ese momento, ambos estarían completamente de acuerdo.

Hace Falta Estar Ciego

Hace falta estar ciego,
tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio,
cal viva,
arena hirviendo,
para no ver la luz que salta en nuestros actos,
que ilumina por dentro nuestra lengua,
nuestra diaria palabra.

Hace falta querer morir sin estela de gloria y alegría,
sin participación de los himnos futuros,
sin recuerdo en los hombres que juzguen el pasado sombrío de la tierra.

Hace falta querer ya en vida ser pasado,
obstáculo sangriento,
cosa muerta,
seco olvido.

Rafael Alberti

Esa noche, cuando llegó al hospital para quedarse con él y, como ya se sentía mucho mejor sin ese cansancio que era lo que más le molestaba, fue YiBo el más cariñoso y efusivo en sus demostraciones amorosas. Tenía unas enormes ganas de hacerle el amor y no dudaba en decírselo a cada momento entre dulces besos apasionados.

-Si sigues así no voy a poder contenerme y acabarán por echarnos a los dos, le dijo Zhan entre risas felices por verlo tan animado. ¿Qué hiciste hoy?, le pregunto con divertida ironía.

Él acercó los labios a su oído bajando mucho la voz para hacerla más grave; ya sonaba muy natural, casi como antes y eso lo alegró, al tiempo que le hizo estremecerse de deseo y pasión.

-Imagina que estás debajo de mí mientras te acaricio y te beso por todas partes.

Entrecerró los ojos dejándose llevar por la voz de esa persona que tanto amaba, que era toda su vida y que le envolvía con los versos de un poeta español:

"Hace falta estar ciego..."

EL PINTOR DEL ÁTICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora