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-Hablando de la familia, le dijo YiBo con una amplia y picara sonrisa, me temo que voy a llegar tarde a la cena y me presentaré sin corbata ni maquillaje, mientras Zhan le miraba azorado los dos chupetones que tenía en el cuello y los labios mordidos e hinchados, igual como estaba él, lo que le hizo mover la cabeza de un lado a otro volviéndose a preocupar.

Se levantaron de la cama para meterse bajo la ducha entre besos y caricias. Ahora, el fuego que les consumía estaba domesticado, habían aprendido a hacerlo porque se sentían seguros en brazos del otro. Sabían muy bien que les esperaba un largo y tortuoso camino por delante pero, ninguno tenía ganas de hacer balance en esos momentos. Vivirían el presente y afrontarían los problemas y las dificultades tal y como se fuesen presentando. Habían alcanzado la madurez tras haber sufrido mucho a pesar de ser tan jóvenes pero, también sabían que aun les quedaba más por soportar. De vez en cuando, apartaban las miradas fugazmente frunciendo el entrecejo pensativos pero, de sus labios no salían las palabras.

Zhan le tomó la cara entre las manos para besarle con cuidado, no quería más desperfectos en su bonito rostro y, desplegando una enorme sonrisa, le contó sus divertidas anécdotas de cuando sus parientes cercanos, no sus padres, le concertaban citas matrimoniales mientras YiBo se vestía escuchándole muy atento.

-Tuve unas cuantas y con algunas me acosté pero, recuerdo sobre todo a la última. Ni te imaginas cómo me dejó la polla de dolorida después de masturbarme primero, hacerme una buena mamada a continuación, y, no contenta con eso, aún me pidió que me la tirase, por si no estaba satisfecho del todo. Supongo que lo hizo para que no me quedasen dudas sobre lo buena que era en la cama. Y me la beneficié, aunque, yo siempre he pensado que debió acabar también exhausta, tanto o más que yo. Después de esa cita ya no acepté ninguna más y, a las pocas semanas, hable sinceramente con mi hermana para contarle el episodio y decirle cómo era y como me sentía realmente con respecto a las mujeres, cosa que la hizo reírse mucho mientras me abrazaba llenándome de besos por toda la cara. Desde entonces, estuvo y está siempre a mi lado en todo momento. En ocasiones, me tenía avergonzado porque le pasaba revista a todos mis posibles ligues para darles su aprobación, o no, y aun me avergonzaba más cuando, para corresponder a mis muestras de confianza, me contaba algunas de sus intimidades con el entonces novio y ahora marido, sobre todo si no les salían los encuentros amorosos como decían los cotilleos de comadres y las creencias populares que deberían ser. Nos reímos y lloramos mucho entonces, la verdad, nos teníamos el uno a la otra para apoyarnos y consolarnos la mayor parte del tiempo, tras cada fracaso, ¡y no fueron pocos! Éramos unos pardillos ingenuos que apenas sabíamos nada de la vida y del amor aunque, no creas que me pilló tan joven, yo ya tenía unos 27 años y, hasta que no me fui a vivir a Paris, no tuve ninguna experiencia con un hombre aquí antes. Recuerdo muy bien cuando la llamé por teléfono para contarle que había encontrado novio. Lo primero que me pidió fue que le mandase un montón de fotografías de él por correo, contándole detalladamente todos los pormenores de su carácter y de su forma de ser, para ver si le gustaba o no y me daba su total aprobación. Después me felicitó por mi valentía al "lanzarme al abismo" del amor, de las relaciones y el sexo. Supongo que estará muy encantada contigo a simple vista porque aun no me ha abierto el pico para exigirme tu información. En fin, son recuerdos entrañables que quería compartirte ahora porque estaré pensando en ti en todo momento, hasta que regreses; te apoyaré pase lo que pase y deseo de todo corazón que, este encuentro, salga bien para todos. No olvides que Meilin estará también ahí y la tienes de tu parte, no la hagáis sufrir, ¿vale?, ¿me lo prometes?

YiBo había acabado de arreglarse y no le contestó. Se levantó del brazo del sofá donde se había sentado para escucharle sin perderse ni una sola de sus palabras y le abrazó muy fuerte, casi le tenía enterrado en su pecho mientras le susurraba al oído que cada minuto que pasaba a su lado lo amaba más y más. Después, le sonrió con un guiño para decirle que le esperase despierto; tal vez le apeteciese verlo con la polla hecha un asco a fuerza de usarla con él, cosa que le arrancó a Zhan otra dulce y enamorada sonrisa.

Salió del edificio pensativo. Todavía no podía creer que su padre se prestase a un arreglo matrimonial; él no era así y no es que hubiesen hablado de ello antes pero, en sus 30 años de vida, no le importó que no le hubiese presentado a ninguna novia formal, solo iba por casa con amigas. Nunca le exigió que la tuviese ni le apremió a ello. Debía haber algo más tras este encuentro con esa persona de la que ni siquiera le había oído hablar. Bien, esa noche sería todo oídos; estaba decidido a averiguar lo que pasaba realmente y, después, tomaría las medidas oportunas para buscar una solución sin que nadie se sintiera ofendido ni perjudicado. Por lo menos estaría con su madre y ella le ayudaría en todo.

Al entrar al restaurante, todas las miradas de los que estaban sentados a la mesa se fijaron en él. Por primera vez, el señor Wang YiBo, llegaba quince minutos tarde a una cita. No le incomodó ser el centro de atención y sólo se fijó en el supuesto amigo de su padre y su esposa, a los que saludó cortésmente, pidiendo disculpas con su más encantadora sonrisa por hacerles esperar. Le echó las culpas al tráfico. Su silla estaba al lado de la de una chica bastante joven -su supuesta futura novia- la saludó con una inclinación de cabeza y ya no la volvió a mirar en casi toda la velada porque al otro lado estaba sentada su madre, con la que estuvo de conversación.

Tras las presentaciones: Sr. Xiang, su esposa y su hija Lin, se sirvió la cena en la que casi todos estuvieron en silencio, incluso su padre, que parecía abatido y triste. YiBo encontraba aquel encuentro de lo más raro pero, al estar todos ahí, no podía preguntar.

EL PINTOR DEL ÁTICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora