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A las ocho en punto estaba llamando a la puerta del ático hecho un pincel, vestido con vaqueros estrechos y un sueter inglés de suave caída, duchado, perfumado y peinado con esmero para no perderse nada y degustar lo preparado, sobre todo a él. Tenía muchas ganas de tenerlo entre sus brazos y no soltarlo hasta la hora de volver al trabajo.

La comida estuvo deliciosa y esperaron un rato charlando y besándose en el sofá para que reposase en sus estómagos. Zhan aprovechó para enseñarle el estudio. Nunca había entrado porque estaba la puerta cerrada. Al abrir, se encontró con una habitación muy amplia con grandes ventanales y unas puertas correderas que daban a una terraza llena de plantas, una mesa de jardín y unas sillas con cojines de hierro forjado que le parecieron muy bonitas. Desde ahí, había una vista espectacular del cielo nocturno y el río que estuvieron contemplando apoyados en la barandilla. En medio de la sala, había una tarima con un potente foco de luz y calor en el techo, una "chaisse longue" y varias telas vistosas y suaves desparramadas sobre ella. Era el lugar donde posaban los modelos y YiBo no se pudo reprimir, dejándose caer tumbado sobre ella tratando de adoptar una pose lo mas "artística" posible, cosa que hizo reír de nuevo a Zhan ante este gesto tan ingenuo.

-¿Cómo me pintarías a mi?, le preguntó con curiosidad.

-Completamente desnudo, le respondió riendo para sus adentros y pensando en su timidez.

YiBo enrojeció como era de esperar.

-Tal vez no te guste desnudo, estoy bastante flaco.

-Pero yo puedo interpretar tu cuerpo como me parezca, idealizarte.

Él puso un mohín de decepción que le hizo reír abiertamente esta vez. Luego, se fue hasta la tarima y lo tomó entre sus brazos sentándose a su lado.

-Ni se me ha ocurrido pensar en que no me gustes de cualquier forma. Para mi eres el hombre perfecto.

YiBo le sonrió sonrojado. Estaba empezando a sentir un profundo deseo de llegar más lejos con él, de poseerle por completo, de fundirse con su cuerpo haciéndole el amor, por lo que se apretó más fuerte, besándolo con una pasión que se acrecentaba al sentir su aliento, la calidez de su cuerpo...

Zhan se levantó para mirarle con dulzura.

-Ahora vamos con la sorpresa que te he preparado, le dijo tomándole de la mano.

Regresaron a la cocina y sacó un pastel con forma de corazón relleno de frutas frescas recubiertas de chocolate. Le dio a probar un poco.

-Está delicioso, le dijo volviéndolo a besar.

-Eso no es todo. Quisiera que lo degustáramos de una forma muy especial que se me ha ocurrido al verte así, tan guapo y sexy, le dijo pegándose a él completamente.

-Como prefieras, estoy a tu entera disposición.

Entre besos y caricias le fue quitando el sueter despacio, dejándole el torso al descubierto mientras él hacía lo mismo. Luego le llevó hasta la cama de su habitación junto con la tarta y lo tumbó en ella sin dejar de besarlo.

-Ahora veremos si me gustas desnudo, le dijo con una sonrisita. Además, tengo que saber primero el papel que adoptas a la hora de practicar sexo porque yo no soy pasivo.

-Yo tampoco, le contestó abriendo mucho los ojos.

-Me lo esperaba, señor YiBo, por eso, hasta que nos decidamos a ver quien cede primero vamos a comer pastel, añadió Zhan desabrochándole los pantalones sin parar de sonreír hasta dejarlo en cueros.

Él hizo lo mismo y se acostó encima, besándolo larga y profundamente, acariciándolo por todas partes. Después, tomó una de las frutas y fue deslizándola por su cuello dejando un rastro leve de chocolate que iba lamiendo, con tanta sensualidad y delicadeza que le hizo gemir casi al instante. Cuando lo quitó todo subió hasta su boca con la fruta entre los dientes para que la mordiera. Luego tomó otra y le embadurnó las clavículas bajando después hasta los pezones, que iba lamiendo y mordisqueando con esa sensualidad tan increíble que le estaba volviendo loco. Ya no podía estar más duro y excitado. La ardiente lengua de Zhan descubría partes de su piel que nunca le habían parecido tan sensibles cuando otros lo habían besado. Si continuaba un poco más abajo no se iba a poder aguantar por lo que, se comió con él la fruta y cambió las posiciones, depositando unas cuantas en su vientre, lamiéndolas y tomándolas con su boca para dárselas, mientras le besaba con una pasión de la que ni siquiera era consciente. Aquello era lo más excitante y erótico que le había pasado nunca y supo entonces que, a partir de aquí, había un antes y un después en su vida y lo quería a él en ella para siempre. Espontáneamente, tras un largo beso en el que entrecruzaron sus lenguas, con el sabor dulce y ácido de las fresas, las frambuesas, los arándanos y el kiwi en sus bocas, le miró a los ojos.

-Te amo, Xiao Zhan, te amo, le dijo desde el fondo de su corazón.

Él entrecerró los ojos y suspiró.

-Te amo, Wang YiBo, jamás he amado así a nadie. Esta es mi primera vez, algo que nunca hice antes, como nos prometimos.

Al escuchar estas palabras de sus labios, también supo que se entregaría a él sin reservas, se lo daría todo de sí mismo porque, amar de esa forma valía la pena. No importaba lo que pasara después; encontrarían la manera de estar juntos, de vivir juntos, superarían cualquier obstáculo, pondría todo su empeño en ello, haría lo imposible con tal de no separarse de él, de no perderle o dejarle.

El fuego interno que ambos sentían en esos momentos se fue avivando, querían más del otro y comenzaron otros besos que, ahora, tras haberse declarado ese amor mutuo, les parecían distintos, nuevos y ya no había motivos para detener esa pasión que les estaba consumiendo.

La piel les ardía hasta el punto de derretir el chocolate que se iban vertiendo junto con las frutas el uno al otro. Las caricias y los lametones eran más atrevidos, iban directos a sus sexos para consumar los orgasmos que ambos querían sentir a la vez. Zhan se aventuró con su boca entre las piernas de YiBo para tomarle la polla y succionarla, cosa que hizo mientras le escuchaba gemir cada vez más fuerte, jadeaba arqueando la espalda, sujetándolo por los hombros con los dedos crispados por el deseo apremiante que lo sacudía hasta lo más profundo de su ser. Lo levantó hasta sus labios y tomó ambos penes con una mano mientras que, con la otra, lo sujetaba fuertemente por la cintura iniciando una masturbación mutua que los llevó a correrse casi a la vez, desarmados, liberados. Por amor.

-¡Feliz día de San Valentín!, mi amor, le dijo Zhan con una radiante sonrisa.

-¡Feliz día de San Valentín!, amor de mi vida.

Y ambos se fundieron en un abrazo y en mutuos y dulces besos con sabor a chocolate y a frutas que nunca iban a olvidar y que duraron toda la noche.

EL PINTOR DEL ÁTICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora