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Cuando regresaron los Wang al hospital, ambos estaban durmiendo juntos en la cama tomados de la mano pero, Zhan, se despertó enseguida que escuchó abrirse la puerta, aprovechó para meterse en el baño y lavarse la cara; después, salió al pasillo con cuidado para no hacer ruido y despertar a YiBo y llamó por teléfono a la empresa de subastas para explicar lo sucedido, pedir la baja de su compañero y solicitar un sustituto para los próximos días. A continuación, llamó a Kenji que había estado también muy preocupado al no verlos llegar a trabajar.

Meilin le había traido comida y él se lanzó a devorarla complacido, estaba hambriento. Al acabar, estuvieron hablando con calma sobre cómo iba todo con respecto a la disolución de la sociedad con Xiang y resultó que eso era lo más fácil de conseguir, según los abogados que habían contratado porque, los laboratorios, habían confirmado muchas falsificaciones y tenían completos informes al respecto; esos artículos no se podían vender. Ese hombre estaba cometiendo un delito e iban a procesarle por fraude y estafa. Si a eso le añadían algunos objetos robados, más las grabaciones de las cámaras de seguridad que había instalado el Sr. Wang en el almacén donde se veía un trasiego constante de entrada y salida de antigüedades sin justificar su procedencia, la condena iba a ser aun más larga, para él y para sus cómplices, una vez que la policía comenzase a investigar a la organización de delincuentes y traficantes de arte.

-Lo peor es hacer cumplir a mi marido la promesa que me hizo de deshacerse de casi todas sus tiendas y que nos jubilemos de una vez para irnos a vivir a la casita de la costa. Este cabezota cree que se va a aburrir mucho si no se pasa los días y las noches trabajando, como siempre. Ni se imagina todos los planes que tengo para nosotros y que he ido trazando con ilusión durante años.

Zhan no pudo evitar reírse y abrazarla, mirando después hacia la cama de YiBo, que se había despertado y también les sonreía, observando atentamente a su padre que se hacía el despistado girando la cabeza para que no le viesen reír por lo bajo escuchando las divertidas quejas de su adorada esposa.

-No te preocupes mamá, lo venderemos todo, le aseguró su hijo con esa voz gangosa y la respiración fatigada que no dejaba de apretar el corazón de Zhan cada vez que lo escuchaba.

Aun era muy pronto para que la mejoría fuese más evidente; ni siquiera llevaban 24 horas en el hospital pero, Zhan, tal y como se lo había planteado Kenji para sus adentros, no paraba de darle vueltas a una sola cosa: no quería separarse de YiBo nunca más. Hasta ahora, no se había detenido a pensar lo que iban a hacer después de que regresasen de la gira por Europa una vez que se acabase el trabajo en ChongQing, donde él tenía su vida, su casa, su estudio y a su familia, mientras que, YiBo, residía en Beijing por las mismas razones. De momento, no tenía mucha idea de cómo enfocar el asunto: quién de los dos debía dejar todo eso para convivir con el otro sin que les resultase muy difícil hacerlo y, de vez en cuando, le lanzaba miraditas a su novio con una expresión enigmática que él no sabía cómo interpretar y se las devolvía levantando una ceja sin saber exactamente lo que quería dar a entender.

Este lenguaje por señas entre uno y otro, no le pasaba desapercibido a la listísima Meilin, que también había planeado casarlos en España y ellos no tenían ni idea del proyecto.

A Zhan le estaba entrando dolor de cabeza de tanto estrujarse el cerebro y lanzó un suspiro que hizo sonreír a los Wang. Él era así de excesivo y entregado, eso no iba a cambiar y le urgía encontrar una solución cuanto antes para quedarse más tranquilo; necesitaba tenerlo todo atado y bien atado a la hora de consultarlo con YiBo y que ambos estuviesen de acuerdo.

Miró la hora, se estaba haciendo tarde; pronto acabaría el tiempo de visitas y el tenía que volver a su casa para asearse y dormir. A la mañana siguiente regresaría al atrabajo en casa de Kenji, no podía faltar, porque le iban a mandar al sustituto o sustituta y tendría que explicarle la dinámica de todo lo que habían hecho hasta ahora para que no bajase el ritmo y así completar la tarea en el plazo previsto.

Habló con los Wang para acordar un horario de estancia tunándose junto a YiBo en el hospital para que no se quedase solo y él eligió las noches, mientras le veía protestar con gestos para explicar que no hacía falta. No le hicieron ningún caso y la primera la pasaría con su padre, por lo que Zhan se llevó a Meilin con su familia y así, de paso, cenaban todos juntos.

Cuando abrió la puerta del ático vacío su ánimo volvió a decaer; iba a ser una verdadera tortura estar sin YiBo durante tantos días y seguro que le iba a costar concentrarse contando las horas que faltaban para que, al menos, le dieran el alta en el hospital y que continuase la convalecencia en casa. Lloró un poquito más al meterse en la ducha y mientras se ponía el pijama hasta que se quedó dormido, fuertemente abrazado a la almohada que conservaba el dulce y sensual aroma de su perfume.

Llegó temprano a la mansión para estar un rato a solas con Kenji y contarle lo sucedido desde el principio. Se sintió reconfortado sentado en la mesa de aquella cocina, desayunando unos bollos deliciosos que había preparado aquel viejito entrañable que le escuchaba en silencio sin perder la sonrisa, con su mirada escrutadora que a Zhan le gustaba mucho y que no conseguía descifrar.

-No se va a morir, le dijo de pronto mientras él abría los ojos de par en par, pero ahora ya sabes lo que es estar sin él y lo que duele, continuó achicando más esa mirada. ¿Qué vas a decidir?, ¿quién se va con quién?

Zhan sonrió tras un suspiro y le tomó las manos. Ese hombrecillo era un adivino y un telépata que nunca dejaba de sorprenderle.

-No paro de pensar en ello y no he llegado a ninguna conclusión pero, creo que es una decisión que tendríamos que tomar los dos juntos tras haberlo meditado cuidadosamente.

-Él te seguirá a ti donde quiera que vayas, renunciará a todo para estar contigo y tú te sentirás responsable de ello porque albergarás la sospecha de que ha sido un trato injusto; ¿no es así, señor Xiao Zhan?, ¿no es esa tu respuesta?

Asintió con la cabeza mientras le apretaba las manos con cariño, esbozando después una melancólica sonrisa. Ahora mismo se moría por tener a YiBo entre sus brazos deseando que el día pasase rápidamente y llegaran las 6, mientras Kenji se levantaba palmeando su hombro para dirigirse hacia la puerta; alguien había llamado al timbre.

EL PINTOR DEL ÁTICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora