𝐓𝐇𝐄 𝐋𝐄𝐆𝐀𝐂𝐘 [2]── The Chronicles of Narnia

DIECINUEVE|

Hace 14 dias que el viajero del alba no ve la tierra firme. El barco se introdujo dentro de mares tormentosos que todo lo que hacía era alterar a la tripulación, y en espacial a Ethan, el cual no paraba de llorar por las noches.

Amelia intentaba controlar el clima con sus poderes, por lo menos aliviar la tempestad y las grandes olas que sobrepasaban el barco. Pero nada funcionó y solo quedaba esperar a que los Narnianos puedan controlar el barco.

Hoy era una de esas noches. El agua caía sobre la cubierta como si de miles de baldes se tratara. Todos los que yacían allí intentaban controlar el timón, el cual se desviaba debido al viento y las olas que había, y los que sobraban intentaban no caer del barco y comenzaban a manipular las sogas que dirigían a la velas.

Los tres Reyes mayores, Drinian y Ethan yacían dentro del camarote. Amelia abrazaba fuertemente al niño y lo mecía sobre su regazo mientras los sollozos del ojiazul comenzaban a cesar. Caspian se encontraba a un lado de ellos, con uno de sus brazos sobre los hombros de la castaña y también acariciando los rubios cabellos del más pequeño.

Edmund yacía a un costado de la habitación viendo todo y Drinan señalaba el mapa que tenían frente a ellos sobre la mesa.

— Estamos varados aquí— comenta señalando con su dedo índice una parte del mapa— ya usamos medias raciones y tenemos comida para sólo dos semanas como máximo

Amelia miró con pena a Caspian y luego volvió a bajar su vista al niño, el cual tenía su dedo pulgar dentro de sus labios y sus ojos se encontraban cerrados. Sonrió al verlo con su respiración tranquila y dejó un beso sobre su frente.

— Hay que regresar antes de que sea muy tarde, majestades— otra vez sonó la voz del hombre mayor en sus tímpanos— no hay garantía de que veremos pronto la Estrella Azul— todos los ojos viajaban entre los cuerpos de esa habitación, esperando expectante a que alguien se dignase a hablar— con esta tormenta no. Encontrar la isla de Ramandu es imposible, caeremos por el borde de la tierra antes de encontrarla.

— ¿O sino nos devorará una serpiente?— exclamó sarcástico Edmund

— Solo digo que los hombres se están poniendo nerviosos— advirtió mirandolo de mala gana— estas aguas son desconocidas, nunca recorrí mares como estos— caminó hacia el otro extremo de la mesa

— Entonces, explíquele usted al señor Rhince que dejaremos de buscar a su familia— Caspian se levanta de su asiento y camina amenazante hacia Drinian y coloca sus manos sobre la mesa que los separa

— Seguiremos adelante— obedece Drinian y camina en dirección de la puerta— sólo una cosa, el mar puede hacerle jugadas a las mentes de los tripulantes. Jugadas muy feas— y luego salió

— ¿Que quiso decir con eso?— preguntó Edmund con su ceño fruncido

— Tal vez quiso decir que te pondrás caliente y no podrás cogerte a nadie— exclama Amelia riendo en un volumen bajo, así no despertaba al niño