Veintisiete

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Lee Minho, desde el primer día de su vida, se vio atrapado en un mundo diferente.

No siendo capaz de percibir las cosas como las demás personas. No siendo capaz de asistir a una escuela normal para infantes cuando recién su exploración de las cosas primordiales y básicas de su vida estaban empezando, teniendo que recurrir a la educación en casa por parte de sus padres. Teniendo que saber y aceptar desde muy pequeño que era una persona distinta a las demás.

Daltonismo monocromático, el más extraño padecimiento de aquella enfermedad que solo le permitía ver su alrededor de una misma forma todos los días. Tonos rojizos desde el más claro hasta el más oscuro, no más que aquello.

Y aunque tal vez tener una enfermedad muy poco común pudiera parecer terrible, Lee Minho jamás le dio mucho importancia en su vida. Era diferente por una razón no muy buena, sí, pero tampoco lo imposibilitaba de muchas cosas.

Pronto pudo ir a un colegio al ser mayor, conoció a sus amigos que en ningún momento lo discriminaron por ello y lo tomaron con normalidad, nunca le fue mal en sus estudios a pesar de sus tareas hechas con miles de colores diferentes cuando para el siempre era el mismo y, sinceramente, a Minho jamás le había avergonzado hablar o contar aquel hecho. No podía percibir la realidad como los demás pero no tenía que ser necesariamente algo malo.

Hasta que creció y conoció a Han Jisung

Aquel chico muy conocido por su alegre personalidad y por ser una persona fanática del arte, dibujos y colores hasta más no poder. Persona la cual hace meses se había atravido a hablarle y a empezar a poner su mundo de cabeza. Aquel resplandeciente chico que lo enamoró por completo en menos de una semana.

Y vaya que Minho no se quería meter en un gran problema con la persona menos indicada, pero era imposible resistirse cuando ese chico era tan dulce y adorable que siempre que podía le regalaba uno de sus dibujos o pinturas, las cuales eran maravillosas para él apesar de no verlas correctamente y no tenía miedo en halagarlas. No podía ignorar a aquel chico que se constantemente lo invitaba a su pequeño club de arte y, a pesar de que Minho no entendiera nada de lo que en el lienzo ocurría, no podía evitar pasar a gusto allí horas y horas solo con la linda y risueña compañía de Han Jisung, admirando a aquel chico como si fuera lo más interesante del mundo.

Y en menos de una semana, donde él se propuso mantenerse tranquilo en una bonita amistad, Minho se encontraba mandando todo a segundo plano mientras besaba a Jisung a altas horas de la noche en la misma sala de arte.

No quería decepcionar a Han Jisung, no quería que aquel nombre de encontrará en las lista de sus ex parejas por nada del mundo y daría su máximo esfuerzo en mantenerse a su lado todo el tiempo posible.

Jisung lo había cautivado de la manera más poco común, pero increíblemente fuerte y duradera.

Y ahora el corazón de Lee Minho estaba temblando al saber que se estaba a un paso de perder a la persona que más había amado en su vida mientras le explicaba lo sucedido.

—Es por eso que yo... diablos, me demoré tanto en formalizar algo contigo. —confesó Lee mirando hacia el suelo con vergüenza, una vez Jisung se había calmado y aceptado a escuchar. —Jamas creí que que tú quisieras tener algo conmigo por todo lo que la gente dice de mí, pero aún así quisiste intentarlo y dios, en serio me sentí tan mal en gustarte porque no soy una persona completa o independiente de por sí, pero para ti soy mucho más incompleto de lo que suelo ser.

—¿Y.... y por qué rayos nunca me lo dijiste?

—¿Alguna vez has pensando en porque he tenido tantas parejas? —cuestionó un claro desánimo, pero aún así dispuesto a contarle todo al menor. —Todo es lindo los primeros momentos hasta que cuando lo saben, de ahí solo vienen problemas hasta terminar o lo hacen de frente. Tenía miedo que tú... tú también lo hicieras, lo lamento mucho.

𝑹𝒆𝒎𝒆𝒎𝒃𝒆𝒓 𝑴𝒆 || 𝑯𝒚𝒖𝒏𝒎𝒊𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora