Treinta y cinco

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A Kim Seungmin le gustaba Hwang Hyunjin.

Realmente, Seungmin pensaba que sus sentimientos pasaban la valla de simplemente gustar, porque se sentía malditamente enamorado hasta más no poder de aquel simpático pelinegro.

Y eso lo estaba matando poco a poco, porque no entendía en que momento Hwang Hyunjin pasó de ser la persona que más detestaba y atemorizaba en su cabeza, a ser la persona con la que, en ese momento, quería acurrucarse en su cama, verlo sonreír y escuchar sus tontos comentarios que adoraba por completo.

Con aquellos colores bajo sus ojos que delataban que no había podido dormir absolutamente nada la noche anterior, enredó sus propios dedos en su morada cabellera, jalando un poco de esta por la frustración que lo estaba consumiendo, por no saber qué rayos hacer. Si seguir lo que su estupido y suceptible corazón le suplicaba o el lado racional de su cabeza.

Estaba desesperado por no poder encontrar una respuesta, pues si bien después de aquel beso había aceptado por completo su enamoramiento hacia Hwang Hyunjin, eso no dejaba de ser lo peor que estaba viviendo, porque vaya que era un gran problema.

Porque era consciente que no era capaz de mantener una relación amorosa con la misma persona que le había hecho tanto daño, no podría vivir tranquilo con el hecho de que su pareja no supiera lo que le habia hecho, no soportaría la idea de que Hyunjin solo se había interesado en el años después por el gran cambio que tuvo. Hwang no lo había aceptado cuando era un niño, la forma más inocente y pura que alguna vez había tenido, y ahora Seungmin estaba dispuesto a hacer lo mismo, aunque le doliera en lo más profundo, era por el bien de ambos.

Tenía la opción de contarle las cosas, de decirle la verdad y no dejar que aquel secreto fuera un impedimento para sus sentimientos, pero la simple idea de que Hyunjin supiera en realidad quién era le aterraba tanto que el solo pensarlo le causaba escalofríos.

Sacudió su cabeza, porque no quería que aquellos abrumadores recuerdos acapararan su mente, el solo pensarlo era terrible.

Aún así, estaba agradecido de tener un tiempo para poder aclarar las cosas en su cabeza, porque no había tenido tiempo para algo tan importante como eso desde hace mucho debido a que Hyunjin siempre lograba nublar sus sentidos y hacerlo sentirse desorientado, haciéndole caso a sus impulsos, emociones y sentimientos.

Cuando abrió la puerta después de varias insistencias en ella, se sorprendió al ver a Chris ser quién la estaba tocando, cargando una pequeña bolsa de cartón.

—Hyunjin me mandó a traerte esto. —Seungmin, aún algo perdido, solo sostuvo aquella bolsita. —Está con un resfrío, supongo que por la lluvia de ayer pero como no me dejó de insistir, aquí estoy.

—Oh. —el menor parpadeó varias veces, procesando las cosas algo avergonzado. —Gracias, espero que... que se mejore entonces.

—Lo hará, lo estoy cuidando yo, pero no es para tanto, para la próxima no salgan tan tarde. Es un desastre cuidar a Hyunjin cuando está enfermo y más cuando hoy iba a salir con Jeongin.

—Lo entiendo, lamento eso. —se disculpó, su mano temblando un poco por sostener aquel regalo. —¿Y Minho hyung? ¿No lo puede hacer él?

—Minho no ha aparecido desde ayer en la noche, no tengo idea de dónde está. —contó, encogiéndose de hombros. —Te pediría que lo hicieras tú, pero por lo de ayer, estoy seguro que necesitas tiempo solo.

Seungmin sintió sus mejillas encenderse ante eso. ¿En serio Hyunjin le había contado lo de anoche?

—P-pues...

—Tranquilo, lo entiendo. —sonrió Bang, palmeando un poco el hombro de Min. —Tengo que volver con él.

—Oh, sí, sí claro. —reaccionó segundos después, correspondiendo a la sonrisa con cierta timidez. —Gracias, de todas formas.

𝑹𝒆𝒎𝒆𝒎𝒃𝒆𝒓 𝑴𝒆 || 𝑯𝒚𝒖𝒏𝒎𝒊𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora