Amún
Estoy ansioso e irritado, si no fuera por los medicamentos seguro estaría al borde de una episodio maníaco, ella se fue desde muy temprano y todavía no regresa. Aprieto el celular en la mano, los deseos de llamarle para exigirle que regrese ya mismo me corroen por dentro, a la vez no quiero hacerlo, no quiero demostrarle lo que su ausencia me genera.
¿Por qué mierda no ha regresado?
El viaje a Edimburgo es de poco más de una hora, el trayecto a Saint Marie tengo entendido que es de poco más de dos, ocho horas como máximo debió tomarle el ir por Marceline y regresar, tiene casi catorce horas de haberse largado y ni siquiera se ha comunicado conmigo.
Cómo la detesto.
—Señor Amún... —Se asoma Brittany por la puerta del estudio, le doy una mirada severa.
—Dije que no quiero que nadie me moleste —bufo, me fastidia que estén atrás de mi queriendo cuidarme, no soy un crío estúpido aprendiendo a caminar al que tienen que cuidar que no se caiga.
—Solo vine a decirle que la señora Nathalie acaba de llegar, el guardia de la entrada avisó.
Llegó.
Me pongo de pie inmediatamente con ayuda de los bastones, ella retrocede y abre la puerta para permitirme salir. Avanzo hasta el recibidor, ya debe estar por entrar a la casa, por alguna razón todo el personal está reunido esperando su llegada, saben que ella viajó en busca de una persona que se integrará al servicio, lo que no saben es quien.
Ellos aguardan a un lado de la entrada a la sala de estar, yo por el contrario me recargo del barandal de las escaleras. La puerta de abre y el primero en entrar es Jeffrey que trae una maleta, seguido de él esa maldita rubia que me tenía al borde de la ansiedad y por último diviso el cabello rojo de Marceline, aunque estoy contento de verla mis ojos no se despegan de Nath.
Su semblante es sombrío.
Marceline hace el intento por dirigirse a mi pero la mano de ella la detiene, no le permite avanzar, aparto un segundo mis ojos de los suyos para ver a Marceline que me observa con las mejillas surcadas de lágrimas, sigue siendo una llorona.
Nath avanza despacio, vuelvo a fijar mi atención en ella, es algo que no puedo evitar, se detiene frente al personal y les dedica una sonrisa que no llega a sus ojos, está cabreada, puedo notarlo. Lo sé porque ella me ha sonreído con sinceridad a mí y no es la misma expresión que tiene ahora, se ve amenazante y malditamente sexy.
—Ella es Marceline, pero seguramente ya la conocen, estuvo aquí el año pasado —pronuncia con voz firme, mandona—, regresa a formar parte del servicio sin embargo no será del personal de la casa —agrega y eso me hace fruncir el ceño, no entiendo a qué se refiere—, es mi empleada personal, yo pagaré su sueldo por lo tanto está bajo mis órdenes. —Me mira directamente a mi, la mirada desafiante que me dedica me pone duro, como me gusta que sea tan arrogante y altanera.
»Las funciones de Marceline son exclusivamente atender las necesidades de mi marido. —La forma en que resalta «mi marido» me hacen sonreír, es tan jodidamente celosa que no pierde el tiempo para marcar su territorio, debería molestarme pero no lo hace, todo su despliegue de posesividad me pone a cien—. Ella supervisará que sus alimentos sean preparados correctamente y se encargará de todo lo relacionado a su comodidad y cuidado personal, les pido por favor que se colaboren mutuamente para tener un ambiente relajado ¿Entendido? —pregunta a los empleados.
—Si señora Nathalie —responden en un murmullo.
—¿Entendido Marceline? —La mira a ella, fatati aprieta los labios y los puños antes de responder.
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RESPLANDOR
RomanceTrilogía Oscuridad. Tomo 3. (Por él) ¿Qué es lo peor que te puede pasar en la vida? ¿Vivir entre penumbras y tinieblas o ser iluminada por un resplandor de verdades que podría terminar con tu cordura?