Capítulo 14. Mías

18.5K 2.2K 4.1K
                                    

—¿Dónde están mis hijas? —repito a gritos dirigiéndome hacia el auto—, ¿Dónde están? ¡¿Dónde están?! —estallo presa del pánico al ver de cerca el estado del vehículo.

—Señorita no puede acercarse —advierte uno de los oficiales tratando de impedirme que asome la cabeza al interior.

—¿Dónde están mis hijas? —grito en su rostro, el miedo me ahoga y siento la necesidad de llevarme una mano al pecho porque estoy a punto de morir también.

No pudo habérselas llevado.

—Nathalie —me llama Ömar, pero es al último al que quiero ver en este momento, quiero matarlo, él tenía que cuidarlas, tenía que protegerlas, me lo prometió.

—¡Déjame! —Tiro de mi brazo al percibir sus dedos rodeándolo—, ¡Estúpido árabe, esto es tu culpa, tú tenías que protegerlas! —Cierra los brazos con fuerza alrededor de los míos, conteniéndome.

—¡También son mis hijas! —exclama en voz alta, apretándome tan fuerte que no puedo respirar y eso me ayuda a controlarme aunque el miedo sigue latiendo en mi garganta.

—Señor Al Qadar —habla un oficial—, necesitamos hacerle unas preguntas y también a la señorita Mahmud.

—Primero díganme dónde están mis hijas —suplico, no pueden pretender que responda preguntas en este momento.

—Las niñas sufrieron algunas lesiones al desplomarse el cristal sobre ellas, están siendo atendidas en la ambulancia para ser trasladadas al hospital pediátrico de Cambridge. —Levanto el rostro del pecho de Ömar al escuchar esas palabras.

—¿En la ambulancia? —Las localizo a unos cuantos metros, junto a la del servicio forense que está subiendo el cuerpo de Blair a la parte trasera.

Me deshago del agarre de Ömar y corro hacia ellas, no las puedo ver, pero sí hay paramédicos trabajando dentro. En cuanto estoy a dos metros escucho el llanto de una de ellas y eso hace que casi caiga al sentir como el alma me vuelve al cuerpo, he pasado los segundos más aterradores de mi vida creyendo que Hassan podría habérselas llevado. Los paramédicos no me permiten subir, pero al menos las veo, tienen pequeñas heridas de rasguños en sus rostros y los paramédicos revisan sus cuerpos y ropas. Ömar vuelve a tomarme de la cintura y está vez le permito abrazarme, lloro de nuevo exhalando los nervios, la ansiedad y el miedo. Ellas están bien.

—No sé que pasó con la seguridad, te aseguro que tendrán que explicarme por qué no estaban custodiándolas como ordené. —Cepilla mi cabello con las manos transmitiéndome un poco de esa calma que aún logra conservar.

—Ellas están bien —susurro—, si algo les hubiese pasado no te lo perdonaría... ni a mí.

—Señor Al Qadar necesitamos sus declaraciones —insiste de nuevo el oficial haciendo que me separe de Ömar.

Nos interrogan a ambos al pie de la ambulancia mientras veo como las mellizas son atendidas por los paramédicos, no voy a despegar mis ojos de ellas, no volveré a dejarlas solas nunca. Ava llora queriendo venir hacia nosotros, estira sus bracitos en dirección a Ömar pero no nos permiten aún tocarlas hasta asegurarse que no hay más fragmentos de cristal que puedan dañarlas. Farah en cambio permanece  callada, se queja de vez en cuando lanzando manotazos al paramédico que la revisa y limpia sus heridas, ella observa atentamente como brillan las luces de las patrullas contra el cielo negro nocturno.

—Hay una testigo que lo vio todo —informa el oficial—, declaró que quien manejaba el vehículo que impactó el de la señora Blair Jones era una mujer.

¿Una mujer?

—No, tuvo que ser Hassan Rajmed —afirmo—, ese sujeto está detrás de mí y de ellos, él quiere hacernos daño.

RESPLANDORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora