RESPLANDOR

Capítulo 26. Segunda madre (parte 2)

—Dímelo todo de una vez y deja de darle vueltas al asunto —ordeno, ella respira profundo y asiente.

—Marie se aferró a él —retoma la narración—, le dijo que no le importaba que fuera casado, que no le importaba verlo sólo unos días al mes, pero que quería estar con él, que lo amaba y Amún le creyó. Yo sabía que no era cierto, Marie no amaba a nadie, ni siquiera a sus padres o a su hermano, desde niña siempre me dijo que los odiaba por no tener la misma posición que mi tío Dedrick, que siendo el más joven de los hermanos, logró hacer que su compañía de modas creciera más que los otro negocios familiares.

» Lo único que Marie quería de Amún era su dinero, que le diera la vida que ella decía merecer, incluso le agradaba la idea de ser su amante y no tener que soportarlo todos los días, creo que ni siquiera le atraía físicamente a pesar de lo varonil que era, para ella lo único importante era el dinero, lo demás era insignificante, no dudo que fuera capaz de meterse con un anciano con tal de lograr su cometido.  Yo intenté convencerla de desistir de esa locura, quería regresar a Alemania pero no podía hacerlo sin mi prima, no quería ser yo quien le dijera a mis tíos el motivo por el que Marie no había regresado.

» Nada de lo que le dije sirvió para convencerla, entre más le suplicaba que regresáramos más se empecinaba en quedarse con él, creo que para ese entonces ella había notado que estaba enamorada de Amún, supongo que no fui buena ocultándolo, no podía hacerlo cuando estaba frente a él. Marie era mala por naturaleza, disfrutaba viéndome sufrir en silencio mientras ella se enredaba con él, no disimulaba que lo hacía por fastidiarme, lo besaba de maneras poco aceptables, lo tocaba, lo reclamaba como suyo sin importarle que yo los estuviera viendo, incluso un día se atrevió a desnudarse estando yo presente en la estancia de nuestra suite de hotel.

—Esa mujer era lo peor del mundo —expreso con asco, aún sintiendo la aversión que ahora tengo hacia Frederika, no dejo de reconocer que Marie fue un desgracia para la vida de todos.

—Sí lo era —solloza apretando el rostro en el cuál se dibujan varias arrugas que nunca le había visto, a pesar de tener el sobrepeso que tiene y de que debe rondar los sesenta años, Frederika es bonita, su piel es envidiable para su edad, sin arrugas, sin marcas, sin nada que la profane—. No le importaba herir a su propia familia si con eso conseguía lo que quería, muchas veces hizo llorar a mi tía Konstanze por cómo la trataba, mi tía era un amor que le daba todo lo que Marie exigía.

» Logró convencer a Amún de hacerla su amante, la instaló en la casa de Hampstead antes de regresar a Dubái prometiéndole que regresaría en unas semanas. Marie me suplicó que me quedara con ella, la casa era enorme y sólo vivía el personal del servicio. Accedí por un par de semanas más, le dije que regresaría a Alemania sin ella, ya no quería vivir en ese martirio de ver al hombre que amaba con mi prima, sin embargo, cada vez que intenté irme, ella sacaba una excusa que me obligaba a quedarme, que se sentía sola, que extrañaba demasiado a Amún, que estaba enferma, que no quería que sus padres vinieran a buscarla y la separaran de él, todo era mentira y yo lo sabía, era consiente de como me manipulaba, pero nunca pude hacer nada para impedirlo.

» En el fondo yo tampoco quería irme, no quería dejar de verlo, no quería dejarlo sólo en las garras de ella. Apenas me di cuenta que habían pasado ya dos años y seguíamos en la misma situación, mis padres me exigían regresar, los de ella también, incluso cancelaron nuestras cuentas bancarias para obligarnos a volver, pero eso no nos afectó, Marie gastaba a manos llenas el dinero de Amún,  él parecía no importarle eso, ella se encargaba de mantenerlo feliz en la cama a cambio de que su tarjeta de crédito no tuviera límites. Una noche él llegó a Londres de improviso después de no haberla visitado en varias semanas, tiempo en el cuál Marie había aprovechado para salir a bares y conocer a uno que otro chico atractivo.