Capítulo 4. Felicitaciones

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Los siguientes días los vivimos en una montaña rusa de emociones, por un lado el estado de ánimo volátil de Amún empeora a cada día, si antes lo he conocido irritable y agresivo ahora es incontrolable, incluso a mí me cuesta calmarlo.

Por otro está el dolor de su pierna que lo pone en exceso molesto y el traumatólogo no se explica porqué del dolor tan intenso si la operación fue exitosa y su cuerpo no ha rechazado el clavo.

La rehabilitación no avanza debido al dolor que le produce cualquier movimiento y eso lo deprime cómo lo llena de furia al no poder levantarse de la cama, al menos su brazo si va mejorando.

Los estudios que le hace el doctor Cooper son otro asunto que nos mantiene en la zozobra, repitió los exámenes y eso sólo nos genera angustia porque creemos que hay algo mal con mi árabe demente que aún no nos han informado.

—¿Cómo sigue el señor Al Qadar? —pregunta Blair en el desayuno, debo apurarme para salir cuánto antes al hospital, no me gusta dejarlo durante mucho tiempo aunque eso signifique estar por ratos cortos con las mellizas.

—Aparentemente bien, pero realmente no lo sé. —Quisiera decir que si sé cómo está, pero lo cierto es que no, todo esto que le está pasando lo vuelve voluble y sus reacciones son inesperadas—. Tiene mucho dolor.

—Al menos está vivo —rebate y no logro descifrar la intención en su tono, no sé si es como un lamento o un reproche.

—Blair, él no tiene la culpa de lo que le pasó a Henry —digo con tacto, me da la impresión de que ella resiente que mis árabes se salvaron y su esposo murió—. El culpable es Hassan.

Omito recordarle que fue su padre el que contrató al turco, durante estos meses he tenido tiempo para pensar toda clase de cosas y entre ellas, la idea de que quizá Domm supiera quién era Hassan figuró durante varios días, terminé por desecharla, Domm no haría algo así, él era un buen hombre, con un fetiche desagradable, pero bueno.

Además Hassan mismo reconoció que fue cosa del destino el haber coincidido él y yo.

—Creo que la vida es muy injusta, tú puedes creer que ellos no son los culpables pero si tienen culpa, todo lo que pasaste fue su culpa y es injusto que sobrevivan a las atrocidades que ellos mismo provocaron.

—Blair... —Tomo su mano afectuosamente y la presiono—, entiendo que el dolor te haga decir ese tipo de cosas, pero no estás en posición de hacerlo, sin esos hombres a los que culpas no tendrías a Ava y Farah, si yo he podido perdonarlos no sé por qué tú no puedes, ellos no te hicieron nada a ti, ninguno de ellos mató a Henry.

—Pero fue por culpa de ellos que nos llevaron a ese lugar —comenta comenzando a llorar—, ese hombre que tanto amas mató a dos personas y lo reconoció sin ningún tipo de remordimiento.

—Eran malas personas —aclaro—, mira a sus hijos ¿Qué clase de personas pudieron ser si sus hijos se comportan de esa manera secuestrando bebés inocentes? —Ella llora desconsoladamente y me levanto a darle un abrazo para tratar de reconfortarla.

Para Blair ha sido muy difícil la muerte de Henry y de Domm en tan poco tiempo, prácticamente se quedó sola con las mellizas y al frente de la empresa farmacéutica.

Hago lo que puedo acompañándola y apoyando con las niñas, pero sigo reconociendo que ser una madre no se me da, las amo porque son mis hijas y de mis árabes, las protegería con mi propia vida, pero creo que nunca sabré como cuidar de ellas como lo hace una madre abnegada.

—Lo siento —susurra—, no quiero que pienses que le deseo mal al señor Al Qadar, es sólo que Henry...

—Te entiendo —interrumpo—, no es necesario que aclares nada, sé lo que debes estar pensando.

RESPLANDORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora