RESPLANDOR

Capítulo 8. Intentando

Estar fuera del hospital es lo mejor de lo mejor. Por fin el doctor Cooper considera que Amún puede pasar a la fase extra hospitalaria no sólo yo estoy feliz, también él y Ömar que parece no solo contento sino aliviado. Los comprendo a ambos, han sido dos meses estresantes y cansados, pero mucho mejor que los seis meses anteriores así que no me quejo.

Abandonamos el hospital a medio día, el chofer nos espera y le dedica una mirada significativa a Amún, aunque ya el mundo entero sabe de su existencia, pocos son los que han tenido la oportunidad de verlos juntos y menos han sido los que han visto a Amún en los últimos meses.

Salvo el personal del hospital, la seguridad, Ömar y yo nadie más lo ha visto. Ömi se encargó que la policía no lo molestara con preguntas acerca de lo que sucedió esa noche en Edimburgo, era el único que faltaba por declarar, pero con el apoyo del doctor Cooper y el diagnóstico de amnesia disociativa, el testimonio de Amún quedó descartado cerrando así las declaraciones.

El árabe frío tampoco ha permitido que la prensa lo entreviste, las noticias hablan de su recuperación milagrosa y de su próxima reincorporación al imperio petrolero más grande de Asia pero no perturban su recuperación, yo tampoco lo permitiría.

Después de vivir una vida a la sombra de Ömar lo que menos necesita mi loco es ser el centro de atención del mundo, menos aún en su estado. Aunque él no lo diga sé que le afecta verse las cicatrices que profanan su cuerpo, rumia todo el tiempo el odio que le tiene a los bastones canadienses que lo ayudan a caminar e incluso me parece que le da cierto desagrado que sus músculos ya no se marcan como antes.

Está delgado, no es el Dios imponente que conocí y por primera vez en la vida no es idéntico a su hermano que sigue poseyendo toda esa perfección y aire de hombre de negocios todo poderoso.

Aun así lo amo con locura.

Viajamos los tres en la limusina, Amún y yo sentados en el mismo asiento y Ömar en el del frente, no nos mira mientras le hago arrumacos a mi árabe demente que sonríe por al fin estar fuera del hospital. Ömi mantiene su atención en el móvil todo el tiempo que atravesamos la ciudad hacia Kensington.

La mansión es espectacular, no se parece a la de Dubái que es súper moderna, esta posee ese estilo lujoso inglés, la seguridad en esta zona es máxima, ni siquiera hay personas caminando por aquí, no está permitido. Ömar contrató seguridad adicional, para esta casa y para la de Blair.

Los escoltas nos siguen por el sendero de entrada hasta detenernos en el amplio estacionamiento. Ömar desciende primero, luego yo y por último Amún que se rehúsa a qué lo ayude, es demasiado orgulloso para dejar que lo haga frente a los demás, en privado a veces si lo hace.

Los seis guarda espaldas más grandes que he visto en mi vida se reúnen con Ömar que les da un recorrido por la parte externa de la casa y les señala las cámaras de seguridad y los puntos ciegos de estas. Los presentan también al personal de la casa para que los conozcan y de paso me presenta a mí que nunca había estado aquí.

Jeffrey baja mis maletas y las de Amún del auto para entrarlas a la casa. Junto con Ömar y Blair decidimos que lo mejor es que viva aquí de ahora en adelante. Servicios infantiles siguió inmiscuyéndose en nuestras vidas y aunque no he vuelto a recibir mensajes de Hassan desde ese día, lo mejor es no complicar las cosas con ellos.

Además eso ya lo tenía pensado desde antes que sucediera el incidente que me hizo ver cómo una loca peligrosa, Amún no podía vivir con nosotras en Cambridge y yo no pienso dejarlo sólo. 

Esto era algo que se veía venir. Tener que separarme de las mellizas por él.

Me duele, pero soy honesta al decir que me dolería más dejarlo a él, porque ellas a pesar de saber que son mías tengo entendido y aceptado que su madre es Blair, que ella las cuida y ama mejor de lo que yo lo hago, con él no sucede lo mismo. Él es mío y sobre mi cadáver alguien más los cuida o lo ama aparte de mi o de Ömar.