Capítulo 27. También te amo

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Amún.

La observo andar de un lado a otro de nuestra habitación, persiguiendo a la bolita de baba que se empeña en perseguir a Bizco para jalarle los pellejos de la trompa, aunque el animal ahora es mucho más grande que Ava, él no deja de ser un perro gay que lloriquea cada vez que mi hija jalonea sus pellejos o muerde sus orejas.

No es un digno representa Al Qadar.

Farah juega con una fusta que subí del sótano y se la obsequié, al parecer es la misma con la que alguna vez azoté a su madre y ahora ella la ocupa para golpear mi abdomen. Es una mini Nath más sádica que su madre, estoy seguro que mi hija está completamente desquiciada, pero eso me hace sentirla demasiado mía, más aún que su hermana, que a pesar de parecerse más a mí en el tono de ojos y piel, tiene un carácter distinto.

Farah es especial, es como yo, como su madre, puedo sentirlo.

—Eso me dolió —gruño después de haber recibido un azote en la mejilla.

Ella sonríe de una forma en la que un bebé de año y medio no debería hacerlo, haciendo que yo sonría también, y la jale hacia mí para besar su frente. Es una pequeña brujita que hace conmigo lo que quiere.

—Quítale la fusta —comenta Nath inclinándose para levantar al perro gay que lloriquea y trepa por su cuerpo, para ponerse fuera del alcance de Ava—, si llega a golpear a su hermana con ella, vas a tener un problema muy grande conmigo, Amún Al Qadar.

Por algún motivo que me llame por mi nombre completo me hace sentir un cosquilleo en zonas poco apropiadas en la presencia de mis hijas.

—No golpees a tu hermana —advierto a Farah, señalándola amenazadoramente con mi índice, ella deja ir un golpe de la fusta a mi mano.

Definitivamente es Al Qadar, nadie le dice que hacer.

Sonrío.

Pero lo hago aún más cuando esa maldita bruja perversa que tengo por esposa se acerca a mí contoneando la cadera como solo ella puede hacer, su cuerpo es tan pequeño y aparenta ser frágil, pero yo mejor que nadie sé lo dura que es, nada la rompe, ni siquiera yo pude hacerlo, o tal vez sí, pero ella misma se reconstruyó más fuerte de lo que era antes.

—Voy a llamar a Franny para que venga por las niñas, tú y yo tenemos una cita en la sala de entretenimiento.

Arqueo una ceja interesado.

La última vez que estuvimos ahí fue para ver las grabaciones de su primera estancia en Dubái, cuando aún era una esclava, sé que hay más, todavía quedan cosas por ver y me muero por hacerlo.

—No dejes que mate al perro mientras voy por la niñera. —Sale de la habitación y yo miro a Ava.

—Mátalo si quieres, pero escondes el cuerpo o tu madre va hacer un escándalo, en el sótano hay contenedores con ácido.

Ella se ríe como si hubiese comprendido a la perfección lo que dije, viene hacia mí para extenderme sus brazos y que la suba a la cama, para comenzar a pelear con su hermana por la fusta.

—Farah —chilla, haciendo que me siente en la cama inmediatamente.

—¿Qué dijiste? —pregunto, una extraña emoción generándose en mi estómago.

Comenzaba a preguntarme si tenían algún problema o por qué no hablaban, solo gritan, lloran y hacen ruiditos con la boca cuando quieren algo, pero nunca la había escuchado pronunciar una palabra.

—Farah —repite, tirando de la fusta para quitársela a su hermana.

Sonrío ampliamente.

—Así que no eres muda —la felicito alborotando sus rizos rubios oscuros—, ¿y tú? —le pregunto a Farah—, ¿qué tienes que decir al respecto?

RESPLANDORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora