Amún
—Debo salir, regreso antes de la hora de la comida —anuncia. La miro abotonar el abrigo y ese nudo que se forma cada vez que ella se va comienza a apretarse.
—¿A dónde vas? —No me gusta que se vaya y me deje sólo, aunque esté el servicio y Marceline aquí, no es lo mismo si no está ella.
—Te recuerdo que tengo tres casinos a mi nombre, no puedo desatenderlos o tendré que escuchar los sermones de Marek. —Se acerca a mí, sus manos se posan en mis mejillas para levantar mi rostro y dejar un beso en mi nariz. —Pórtate bien mientras no estoy.
—No me trates como un crío —gruño, estos últimos días se ha comportado como si fuera mi madre, dándome órdenes y regañándome por cualquier cosa.
—Cuando dejes de ser tan gruñón y berrinchudo lo haré. —Sonríe burlona y eso me provoca darle unos azotes a ese trasero descarado. Estrujo sus glúteos fuerte con las manos y ella gime levemente, es un sonido magnífico que me endurece al instante.
Quiero follarla.
Hace cinco días que llegó Marceline y son los mismos que se ha reusado a abrir las piernas, podría obligarla fácilmente, es tan delgada y no puede luchar contra mi, sin embargo no quiero hacerlo así, aunque sé que ella también quiere ser follada va poner resistencia para seguir con la rabieta por lo de fatati. Quiero que sea ella quien venga a mí, que se arrodille implorando por mi verga, que esté tan deseosa que haga lo que sea por complacerme, así como lo estoy yo ahora.
—Controla tus manos —dice en todo de advertencia que me importa una mierda, vuelvo a apretarla imaginando como se marcan mis dedos en su piel.
Beso sus senos por encima del abrigo y doy un mordisco, sus dedos entran en mi cabello para tirar de él y levantar mi rostro. Me besa con la agresividad que me gusta, como si quisiera devorarme, como si quisiera arrancarme los labios para llevárselos con ella, yo se los daría de buen gusto, solo por el placer de besarla todo el día.
—Recuerda que si la tocas la haré más desgraciada que cuando estuvo en el burdel —susurra en mi oído, da un beso en mi oreja y se separa con esa sonrisa perversa y desquiciada.
—Estás jodidamente loca —rumio, no sé cuántas veces se lo he dicho pero no han sido suficientes, el término loca no le alcanza.
—Igual que tú mi amor. —Guiña uno de sus ojos azules, camina hacia la puerta con la vista clavada en mi—. Le diré a Marceline que te traiga el desayuno en unas horas para que no tengas que salir al comedor. —Lanza un beso en el aire en mi dirección y sale por la puerta.
Exhalo la ansiedad que me produce su partida, que ella se vaya siempre es un conflicto para mí, no comprendo por qué no puede quedarse pegada todo el tiempo a mi costado, ella sólo tendría que dedicarse a mí y no a atender estúpidos casinos. Me recuesto en la cama nuevamente viendo al techo y esperando que las horas pasen rápido para que vuelva, la necesidad de sentirla cerca me desespera, nunca he necesitado a nadie de esta forma, ni siquiera a mi madre cuando era un niño pequeño y estaba en el sótano.
—Debo regresar a trabajar mein kleiner —murmura mamá y cepilla uno de los mechones de mi pelo—. Recuerda no hacer ruido o podrían venir los monstruos.
—No lo haré. —Sacudo la cabeza con fuerza, no quiero que vengan los monstruos que quieren hacerme daño y llevarme con mi padre, él es el peor monstruo.
—Necesitas un corte de cabello, más tarde lo recortaré. —Asiento, me gusta cuando mamá viene más veces de las habituales en el día a verme, por lo general son tres o cuatro, cuando me trae la comida.

ESTÁS LEYENDO
RESPLANDOR
RomantikTrilogía Oscuridad. Tomo 3. (Por él) ¿Qué es lo peor que te puede pasar en la vida? ¿Vivir entre penumbras y tinieblas o ser iluminada por un resplandor de verdades que podría terminar con tu cordura?