Capítulo 16. Te Amo

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Instalamos a Franny en Kensington, dormirá en la misma habitación que las mellizas, así lo decidimos Ömar y yo mientras regresamos en el auto. Le informamos a grandes rasgos a la niñera de la situación, no entramos en los detalles de la muerte de Blair aunque ella ya está enterada de ciertas cosas, supongo que Clarisse le informó de las circunstancias en las que se dio.

Hacemos especial énfasis en la seguridad de las niñas, ellas no puede salir de Kensington si no es debidamente escoltadas por un séquito de guarda espaldas y sin que alguno de los gemelos o yo demos la orden de dejarlas salir.  También a ella le dejo claro que Marceline no se puede acercar a mis hijas, a pesar de pertenecer al servicio, ella es una empleada que no es de confianza.

Franny acepta todas las indicaciones que le doy y me cercioro varias veces que las comprendió correctamente aunque Ömar piense que exagero con lo de Zanahoria, él no cree que esa sea capaz de hacerle daño a las niñas, si supiera que fue la causante de la crisis de Amún no estaría tan tranquilo, no le digo nada porque eso es algo que le cobraré yo personalmente a la estúpida.

—Yves y Sara ya aterrizaron, van en camino —anuncia Ömar—, debemos irnos al hospital. —Coloca el móvil en el bolsillo interno de su saco y da un beso en la frente de Farah para después dejarla sobre el tapete, repite la acción con Ava que corre a toda velocidad por la estancia con Franny detrás para evitar que se caiga.

—Ve tranquilo habibi, yo me quedo con las niñas —responde Nahid, él se acerca a darle un beso de despedida y opto por darme la vuelta para no ver sus arrumacos, me despido de las niñas y le recuerdo una última vez a Franny que no permita que Marceline se acerque a ellas. Quizá estoy siendo paranoica, pero no puedo confiar en esa maldita, la odio demasiado, mucho más que a Nahid.

—Supongo que se quedarán aquí —digo subiendo a la limusina, pensar en tener a Sara y a Marceline juntas rondando a Amún me pone de un humor beligerante.

—Sé que no te agrada Sara, hablaré con ella y le pediré que se limite a sus funciones, recuerda que lo hacemos por el bien de mi hermano. —Ömi se sienta a mi lado, sin demora toma mi mano y la lleva a sus labios para besarla, sonrío y me recargo en su hombro, estoy tan cansada y todavía quedan muchas horas del día por delante, además de que dormiré hoy en el hospital.

—Sara, Marceline y Nahid en la misma casa que yo. ¿Quién lo diría? —ironizo, esto parece algún tipo de mierda del jodido karma que no deja de burlarse de mí—. Al menos a Marceline puedo matarla si se vuelve una molestia muy grande.

—Deja de pensar de esa manera —me reprende Ömar, sin embargo su regaño pierde sentido cuando sus dedos acarician mi cabello—. No vas a matar a nadie.

—¿Ni siquiera a Nahid? —Me río de mi propia pregunta y él resopla—. Puedo perdonarle la vida si se aleja de ti, pero si sigue besándote de esa manera probablemente un día entierre un cuchillo en su garganta.

—Estás tan loca. —Ríe también—. Ya dije que no vas a matar a nadie, ni tú, ni mi hermano, deben comportarse como personas normales ahora que son padres.

—Nosotros no somos normales árabe. —Subo a su regazo y me acomodo, es mejor viajar así—. Hay que enseñarle cosas buenas a las mellizas.

—Tu concepto de lo que es bueno me preocupa, espero que entre esas cosas que les quieres enseñar no incluya nada con cuchillos, cuerdas, agujas, látigos o marcas. —Me río con más ganas, una graciosa imagen de las niñas enterrando agujas en sus peluches se forma en mi cabeza.

—¿Te imaginas a Amún como buen padre enseñándole a sus cachorritas cómo usar el contenedor de ácido del sótano? —Otra risa explosiva me embarga, Ömi permanece serio mirándome aunque puedo ver un atisbo de diversión en sus ojos.

RESPLANDORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora