Capítulo 30. parte dos

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Amún.

«Soy Cherry y estoy aquí, para satisfacer tus fantasías»

«No voy hacerte daño Abtikari. Voy a romperte, voy a destrozar tu mente y tu voluntad y te reconstruiré a mi gusto, mas fuerte y resistente»

«Tienes todo de mí, pequeña. Todas mis ganas de hacerte daño»

«Abtikari, me vuelves loco»

«Yo te amo, tú reviviste mi corazón, lo sacaste de la oscuridad en la que estaba sumergido»

«Tengo un alma oscura, como la tuya»

«Te odio, Abtikari»

Las imágenes atraviesan mi cabeza como un remolino que me marea, no puedo prestarle atención a alguna en específico y verlas nítidamente, sin embargo, se sienten como recuerdos de otra vida lejana mientras miro sus ojos azules llenos de lágrimas.

—¡No! —grita, su mano se coloca sobre la herida en mi pecho que sangra tiñendo su piel de rojo, por mucho tiempo he querido verla bañada en sangre, pero no precisamente con la mía—. ¡No, otra vez no!

—Abtikari...

—Mírame, mírame Amún, no cierres los ojos, por favor.

Quisiera decirle que se tranquilice, que estoy bien, pero lo cierto es que no lo estoy y no es por la herida. No lo he estado desde hace días, desde que desperté de un sueño que sé, no fue solo un sueño como los miles que tengo incomprensibles y borrosos, porque lo sentí tan real que estoy seguro fue un recuerdo.

«Paciente en paro»

«Desfibrilador»

«Asistolia»

«Adrenalina»

He querido gritar de angustia y frustración desde ese día, porque no logro dejar de sentir que me ahogo, porque mis latidos por ratos son tan estrepitosos y duelen tanto que me hacen sentir como esa noche. Cuando estaba muriendo. Lo he soñado una y otra vez en los últimos días, y aunque logré que ninguno lo notara, comprendí que se trataba de una señal.

Voy a morir, tengo esa certeza.

—Sujétenla —ordena Alek, el tal Hassan se acerca a Nath y hago acopio de todas mis fuerzas para apartarla antes que la toque y colocarme frente a ella una vez más.

No van a tocarla.

Solo debo resistir hasta que llegue mi hermano, lo sé, él vendrá y la protegerá.

—No quisiera tener que dispararte otra vez, Amún —dice con sarcasmo, el hijo de puta está deseando vaciar el cargador de una vez—, no vas a morir tan rápido, primero debes vivir ciertas... experiencias. Levántate —ordena.

Lo miro desafiante, es un imbécil mediocre que no tiene ninguna autoridad sobre mí, no quiero acatar sus órdenes para hacerlo sentir superior, pero debo ganar el mayor tiempo posible hasta que llegue Ömar, él vendrá y la protegerá.

Tiene que hacerlo.

Me pongo de pie lentamente encarando a Hassan, Nath solloza y tiembla aún con la mano sobre mi herida que no deja de sangrar, el puto dolor se hace más intenso con el paso de los segundos poniendo mi visión borrosa por instantes. Unas manos la apartan de mi, me vuelvo de inmediato para recuperarla, pero seguido siento el cañón de la pistola en mi cuello.

—Ni lo intentes —sisea Hassan—. Dame la navaja que cargas, despacio, no hagas ninguna estupidez o la que pagará las consecuencias es ella.

La miro mientras es arrastrada a unos metros de mí, el asqueroso de Marek tiene sus manos sobre ella, envolviéndola con tanta fuerza, que aunque ella pelea y se resiste, no logra liberarse de su agarre. Con calma extraigo la navaja resguardada en mi cinturón y la extiendo hacia el imbécil, él la toma sin separar el arma de mi nuca.

RESPLANDORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora