MI POEMA [Namjoon] [TIMD] / Libro II

Capitulo XXXVIII: Yo decido sobre ti

— No hay nadie aquí— dijo Yun pateando una lata dentro del almacén con frustración — ¡se escapó!

— No, él no pudo ir lejos — habló desesperado Namjoon — Busquemos cerca.

El abogado quería explotar al no ver indicios de Haeri, había la posibilidad de que nunca hubiera estado en ese almacén también, pero algo dentro suyo, le decía que ella no estaba lejos, casi podía sentir que lo llamaba y que necesitaba de él.

— Oficial! — uno de los policías de cargo menor llegó con la frente sudando y se escuchaba alarmado — Atrás de este almacén encontramos un auto y.. hay sangre.. mucha

Al instante todos los oficiales fueron avisados y corrieron hacia donde se les había indicado.
Rodearon la zona y efectivamente había un auto abandonado y no a mucha distancia un charco de sangre se expandía, casi llegando hasta las ruedas del móvil.

— No.. — susurró Namjoon frotándose los ojos — Esa sangre.. Dime.. que esa sangre no es de ella, Yun.

— No lo sabemos, se necesitan pruebas y.. — miró fijamente el líquido rojo, sin embargo, un rastro le llamó la atención — Acá hubo un cuerpo, mira — señaló las manchas  — fue arrastrado, pero...¿A Dónde?

Namjoon tenía el corazón en la mano cuando junto con su amigo se dispusieron a seguir el rastro que a veces parecía aumentar y disminuir. Caminaron mucho, hasta rodearon la laguna cerca y de pronto simplemente ambos se detuvieron abruptamente.

— ¿Qué son? — preguntó el moreno algo conmocionado

— Son coyotes, suelen estar en zonas montañosas y desérticas cómo estás — explicó el policía

— Ellos se están comiendo a...

— Es el cuerpo de un hombre — se adelantó antes de que el abogado pensara otra cosa — lo más probable es que haya sido atacado, esos anímales a veces rondan en busca de comida antes del amanecer.

Regresaron con los demás oficiales quienes les informaron que también encontraron huellas de carros yéndose hacia el este. Luego de una mínima conversación en lo que ideaban lo que debían hacer, les indicaron a una patrulla que vigilara a los animales y salvaran lo que pudieran del cuerpo, mientras que la mayoría iría a rondar el campo hacia el este.

Todo indicaba que si habían estado en ese almacén, sin embargo, el hombre muerto dejaba una gran duda en todos.

Antes del amanecer y que la policía llegara

— No me toques — musitó con molestia hacia su aún esposo

— ¿Quieres que te quite las sogas o no? — inquirió retador

Haeri apretó los labios y rendida dejó que Dong Yul la tomara del brazo para levantarla. Los golpes no dolían tanto como el día anterior, sin embargo, aún quedaban marcas y el recuerdo mental de la agresión.