Capitulo XXXI: El libro

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Haeri despertaba en la cómoda cama, recibiendo de golpe todo lo ocurrido el día de ayer. No sabía si sonreír o sentirse asustada, porque estaba consciente de que corría mucho riesgo, pero también se sentía segura, segura de si misma y segura porque tenía apoyo, alguien que le dio la mano para librarla de su infierno, como siempre quiso.

Se revolvió entre las sabanas mirando hacia su derecha, específicamente al piso donde anoche el abogado se había acostado, sin embargo, para su sorpresa, él no estaba ahí.

— ¿Nam? — preguntó al aire

La pelinegra se levantó poniéndose las pantuflas y en un ligero olor a quemado llego a su nariz y después escuchó un gritito de dolor que le preocupó.

Abrió la puerta corrediza y corrió hasta llegar al espacio de donde provenía el ruido encontrándose con una sorpresa, una muy divertida.
En la cocina atrapó a Namjoon con sus mejillas cubiertas de harina, apagando el fuego con una tela amarrada en su mano derecha y ni hablar del desastre de ollas, sartenes e ingredientes a su alrededor.

— Pero Nam, ¿Qué estabas haciendo? ¿Querías destruir la cocina? — inquirió risueña, viendo el suelo — ¿Cuantos huevos rompiste ? — habían unas cuantos que al parecer se estrellaron en el piso y se echaron a perder

— No es gracioso, siempre que intento cocinar, sale esto así — bufó quitándose la tela de su mano que usó para no quemarse — sé cocinar lo juro, pero eso no quiere decir que lo haga bien — dijo con una sonrisa apenada

Haeri negó por la ocurrencia hasta adentrarse a la cocina y empezó a ordenar un poco.

— No, no — la detuvo el abogado — Yo puedo hacerlo

— Quiero ayudar — respondió ella mirándolo — me dejaste dormir en tu cama

— No fue molestia, el piso es cómodo — se encogió de hombros — Por cierto, ¿Dormiste bien? — preguntó acomodando uno de sus cabellos por detrás de su oído — ¿Estás mejor? Quería sorprenderte con el desayuno, pero creo que tengo dos manos izquierdas cuando se trata de la cocina, todo se quemó— dijo señalando la sartén con huevos revueltos rostizados

— Dormí y estoy muy bien. Creo que recuperé la fuerza que ayer dañaron — esbozó una pequeña sonrisa — Y hagamos algo por ese desayuno, yo lo prepararé, sabes que me gusta cocinar, no es ningún problema — notó que el más alto quiso refutar — pero puedes ayudarme también. Ordenas y limpias este desastre. ¿De acuerdo?

— Puedo hacer el café también — se ofreció asintiendo y la pelinegra aceptó sin problemas

Sabía que Namjoon no quería que pareciese que ella estaba tomando el rol de "empleada" como lo era a los ojos de Dong Yul, pero en serio amaba la cocina, más allá de que era impuesto para la mujeres ser buenas preparando comida, a Haeri le iba más como un pasatiempo. Siempre cuando estaba a solas en la mansión para distraerse de realidad creaba nuevas recetas que eran exquisitas, por algo Yul no quería que ninguna otra de las sirvientas haga su comida.

Como acordaron, ambos se ayudaron mutuamente en la cocina entre algunas sonrisas y ya pronto estaban con el desayuno listo sobre la mesa.

— Nam — carraspeó teniendo su atención — Creo que debemos conversar con Young Mi y Taehyung

— mm.. — pasó el sorbo de café — entiendo. Lo dices por Dong Yul, la casa de ellos es la única que conoce. ¿Crees que te buscaría ahí?

— Si, cuando no me encuentre se volverá loco y me buscará hasta debajo de las piedras. Estoy segura que irá allá — jugó un poco con el desayuno — Vuelve hoy en la noche de su viaje de negocios. Él cree que mi hermano me está cuidando bien...

MI POEMA [Namjoon] [TIMD] / Libro II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora