CAPITULO 2

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Estamos de camino a la famosa Alexandria, nuestro plan allí es sencillo, según mi padre tenemos el derecho a coger la mitad de sus suministros y tengo órdenes estrictas de ir casa por casa viendo si a las personas que habitan allí se les ha ocurrido la genial idea de esconder algo.

Iba mirando por la ventana imaginando cómo sería la tal Alexandria y su gente, quien sabe a lo mejor hago amigas, aunque a decir verdad no creo que nadie se acerque a mi por el simple hecho de que Negan es mi grandioso padre y porque les tiene bastante amenazados.

En ese mismo instante el coche se detuvo haciendo que mi mente volviera en sí, cuando mire al frente me detuve a observar el gran portón que nos separaba de aquella comunidad.

-All -me llamo- te presento tu nueva y bonita comunidad -dijo mi padre con una sonrisa en su rostro.

Mi vista se posó en él unos segundos y le sonreí tiernamente como respuesta.

Un sonido algo ruidoso comenzaba a hacerse presente, en señal de que los grandes portones se estaban abriendo. No tenía ni idea de porqué, pero me sentía nerviosa, bastante de hecho.

Al abrir el portón en mi campo de visión aparecieron cuatro personas para ser exactos.

Un hombre con rizos y barba algo canosa habló.

-Que haces aqui Negan, acordamos siete días antes de que vinieras -dijo mirando con asco y algo de enfado a mi querido padre

A lo que mi padre río.

Yo solo me limitaba a observar detenidamente a cada uno de los presentes que estaban allí, ellos me miraron algo confundidos, su mirada era fría y distante con respecto a mi.

-Oh querido esta es una de mis comunidades, ¿recuerdas? -pregunto papa con un tono de burla -ah lo siento por no presentaros -me miro y colocó una de sus manos en mi hombro- esta es mi hija, Allana.

Mi respuesta fue simple, solo hice una mueca intentando sonreír aunque no me salió, tampoco me esforcé mucho sabiendo que esas personas tarde o temprano me odiaran, mas bien creo que ya lo hacen por ser la hija del psicópata que les atormenta día y noche.

-¿No me vas a dejar pasar, Rick? -le preguntó mi padre al barbudo, este se echó para un lado dejando que nosotros entrásemos.

Aquel lugar, era bonito, era como si allí no hubiera pasado absolutamente nada que perjudicara al mundo, todo estaba igual que antes que esto sucediera.

-Papá, ¿puedo dar un paseo? Esta comunidad es preciosa -le dije mirándole esperando una respuesta.

-Claro que sí hija, no tardes nos iremos en poco, esto solo es una pequeña visita -me espetó mi padre.

Le sonreí y fui directa a una de las calles de aquella Alexandria, las casas eran muy bonitas, había huertos y cultivos, a lo lejos pude visualizar un pequeño lago con algunos árboles, ese sitio daba tranquilidad y paz no era absolutamente nada comparado a la base de los salvadores.

Una pequeña pelota rodó hasta mi pie haciendo así que la para, me agache para coger la con la mano y así poder verla, hacía mucho que no veía una pelota en buen estado todas las que había visto estaban pinchadas o aplastadas.

Alce la mirada para encontrarme con un niño pequeño que me miraba con bastante atención, aquel niño era rubio, con unos ojos azules y podría tener unos ocho o nueve años aproximadamente.

Sonreí

-Es tuya pequeño? -le dije con un tono bastante amablemente que me sorprendió hasta a mi.

-No soy pequeño y me llamo Sam -protesto el niño.

Me recordaba bastante a mi cuando tenia su edad, cuando tenia 8 años siempre le decía a mi padre que era una niña grande y que no me llamara enana, lo solía hacer pero cuando crecí me empezó a llamar hija o All

-Ahh, okey okey -le lance la pelota a Sam para que este la cojiera.

-Gracias!! -dijo con bastante entusiasmo.

Giró sobre sus talones y corrió hacia otro niño de su edad con el que parecía jugar.

Seguí caminando por las calles hasta pararme de golpe al ver la ventana de una casa blanca de, había un bebe de unos dos o tres años apoyado en la ventana.

Tenía sus manitas apoyadas en el cristal, parecía estar contemplando el exterior a través de ese cristal.

Cuando me quise dar cuenta el bebe intentaba abrir la ventana y sin saber cómo lo consiguió abrir la cerradura de seguridad. 

No, no, no....

Como siguiera caeria de boca al suelo desde la ventana, no lo dude ni un segundo y fui hasta donde se encontraba.

-Oye, oye, oye enana no te muevas, estate quieta -le alze la voz para que no se inclinara ni asomarse a la ventana mientras que corría hacia ella.

Un segundo más y juro que esa pequeña estaría en el suelo si no fuera porque yo la había visto, la cogí y la meci entre mis brazos durante un tiempo, unos diez minutos para ser exactos, esta pequeña curiosa estaba cansada y se le notaba.

Decidí entrar en la casa para así dejarla sobre el sofá o alguna cama de los dormitorios, porque supongo que ahí tendrían dormitorios.

Entre.

Sorprendentemente todo estaba en bastante buen estado, había algunos juguetes y peluches en el suelo que supongo que seran de la bebe que tengo dormida entre mis brazos. Subi aquellas escaleras en busca de un cuarto o cuna para dejarla, estas daban pie a un pasillo con diferentes puertas a los lados.

Gire el pomo de la primera habitación topando así con el baño...no creo que esta no es su habitación, continúe con la siguiente puerta haciendo el mismo proceso, aquella habitación........tenía un color rosa palo tenía una estantería llena de peluches y diferente muñecos, en el medio había una cuna con cojines y fui directa hacia ella para colocar a la pequeña ahí.

Poco a poco la fui soltando cuando note el sonido de un gatillo a milímetros de mi cabeza y el frío hierro posicionándose en mi nuca, pare de respirar durante unos segundo y escuche su voz.

-Como la vuelvas a tocar aprieto el gatillo y te aseguro que no me arrepentire-un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, me giré lentamente para encontrarme con esos ojos azules, en los cuales por un instante me perdí hasta volver a la realidad

Enseguida recordé la técnica que me enseñó mi hermano para cuando alguien me apunta así.

Era muy simple tenía que coger con una mano la pistola hacia un lado y con la otra mano coger su antebrazo empujando así hacia el lado contrario, quitándole la pistola. 

En menos de cinco segundos los papeles habían cambiado, ahora era yo la que le apuntaba a él en la frente, pensé en disparar, total no lo conocía de nada, pero sabía que esa pequeña ahora sumida en un sueño profundo si que lo conocía y a decir verdad podrían ser perfectamente hermanos.

El chico estaba acorralado en una de las esquinas de la habitación, una de mis manos estaba sujetando la pistola apuntando le mientras que con mi antebrazo de la otra mano estaba posicionado en su cuello. 

Nuestras miradas no se separaron por un largo tiempo, era como si los dos estuviéramos intentando saber mas del otro con solo mirarle a los ojos. 


TWD:Te odio  {Carl Grimes} #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora