𝑩𝑬𝑳𝑳𝑨 𝒀 𝑮𝑼𝒁𝑴𝑨́𝑵

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Septiembre acabó antes de lo esperado, en Inglaterra las hojas secas llegaron rápido al igual que el frío, mientras Isabella vestía con mangas largas y gorros de lana durante las videollamadas con los chicos, estos portaban aún ropa de verano y era cuánto añoraba la pelirroja, el duradero verano en España. A decir verdad, el tiempo en Inglaterra le deprimía bastante pero tuvo que adaptarse lo más rápido posible, al igual que a la gente y a los horarios, todos comían y cenaban más temprano de lo habitual. La universidad era más fácil de lo que ella pensaba, lo único que ni le gustaba era tener demasiadas tareas y no poder dedicarle más tiempo a los suyos, incluso Nadia estaba más tranquila en cuanto a los estudios que ella; Brooklyn parecía una tortura para vivir según la Palestina pero para Isabella parecía el tipo de sitio donde ella acabaría profundamente dormida sin mucho trabajo.

Aquel fin de semana sería la primera vez que visitaría España después de tanto tiempo, claro que nadie sabía nada ya que era una sorpresa, aunque Isabella estaba un poco preocupada con todo aquello, pues Guzmán llevaba unas semanas demasiado raro pero quitando todo aquello, se encontraba realmente feliz de poder verlos a todos. Justo ese día, un viernes en la noche, la pelirroja se hallaba en el aeropuerto para poder coger su avión, que llegaría a las cuatro de la mañana a Madrid. Se preguntaba qué haría a esa hora llegando a casa ya que todos estarían durmiendo, no podría abrazar a nadie nada más llegar pero bueno, el billete ya estaba comprado. Los días pasaron volando, en un abrir y cerrar de ojos, Isabella ya estaba en el avión, llegando a España, lo tranquilo que parecía todo a esa hora, al contrario que ella, que era puro nervio. No supo cómo tuvo el valor de mentirle a Guzmán horas antes a través de una pantalla, con el pijama puesto por encima de la ropa que llevaba para que no sospechara porque minutos después de colgar tendría que marcharse. La pelirroja no podía evitar mover la pierna con rapidez, una y otra vez, tactactactac, sin duda su acompañante en el avión tendría mucha paciencia para aguantar tener al lado a alguien que no dejaba de mover la rodilla una y otra vez pero Isabella no cayó en eso, ni siquiera tuvo en cuenta las turbulencias del aterrizaje.

Sus nervios se debían a un cúmulo de muchas cosas, de poder ver a todos sus amigos y a su padre pero sobre todo, por volverle a ver a él en persona después de tanto tiempo. Por saber qué pensaría de su nuevo look, con la melena mucho más lisa y larga, hasta el culo, el flequillo un poco más extenso y por ello, colocado a los lados; su forma de vestir más elaborada que hacía unos meses.

Isabella extrañaba sentir las manos de Guzmán acariciando su piel, sus labios y la forma en la que sus ojos tenían de mirarle, esos ojos que seguían observándole de igual modo a través de una pantalla y a miles de kilómetros de distancia; extrañaba todo de él. Poder escucharle reír, verle desnudo y tener sexo con él, porque eso no era lo mismo para nada, disfrutaban de ello entre ambos en algunas videollamadas pero no era nada cercano a aquellas veces en las que podían estar piel con piel.

De pronto el avión se detuvo, y el corazón de Isabella comenzó a latir a mil por hora, el sueño se le pasó en cuanto llegaron a España, las manos comenzaban a sudarle y aquel pequeño dolor de tripa se hizo presente en el instante que cogió sus maletas y abandonó el avión, estaba a nada de coger un taxi y poder llegar a casa, dormir y al día siguiente sorprender a su padre con el desayuno. El próximo sería su novio, sin dudarlo.

Tiraba de las maletas con ambas manos, aunque fuera para un fin de semana, llevaba bastante ropa en dos maletas, la chaqueta se le caía por los hombros sin poder subírsela hasta que llegó a la zona donde sus maletas tendrían que pasar por una inspección y entregar su billete, ahí fue cuando pudo colocarse bien. Una vez todo en orden, volvió a tomar el asa de las maletas y tirar de ellas hacia la salida, solo estaba en el aeropuerto e Isabella ya lo observaba todo con mucha melancolía, sus ojos verdes estaban puestos en cada detalle; las plantas que adornaban el lugar, las luces blancas, las personas que esperaban cola para coger un avión. Entre esas personas, que distinguió a alguien conocido, presa del sueño lo ignoró y continuó caminando con tranquilidad pero su intuición hizo que volviera a voltear de nuevo, dejó las maletas y frotó bien sus ojos; no era el sueño. Era real, Guzmán estaba esperando esa cola para coger un vuelo con destino a Inglaterra.

ˢᵒᵐᵉᵒᶰᵉ ᵗᵒ ʸᵒᵘ ⇝  𝘎𝘶𝘻𝘮𝘢́𝘯 ⇝﹙𝐄́𝐥𝐢𝐭𝐞 ∕ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora