𝑪𝑯𝑨𝑷𝑻𝑬𝑹 𝟒

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Despierto con el sol en mi cara, los débiles rayos impactan de forma directa contra mis claros ojos y yo los vuelvo a cerrar con fuerza y aparto mi rostro hacia el lado contrario, frotando mis párpados en un bufido

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Despierto con el sol en mi cara, los débiles rayos impactan de forma directa contra mis claros ojos y yo los vuelvo a cerrar con fuerza y aparto mi rostro hacia el lado contrario, frotando mis párpados en un bufido. ¿Quién narices deja la puta persiana abierta cuándo vas a dormir?

Tras unos segundos remoloneando me incorporo y me doy cuenta de lo mucho que me pesa la cabeza, parece que la estén golpeando una y otra vez con un maldito martillo, y la misión que tengo de levantarme falla cuando vuelvo a dejarme caer hacia atrás en la cama y observar el techo.

Es ahí cuando me doy cuenta.

¿Dónde estoy...?

Es la habitación de Guzmán, tan blanca que daña la vista y tan ordenada que da gusto verla. Mi ropa está mal doblaba a un lado y recuerdo el intento por hacerlo bien hacía una horas y una vez recordado eso, todo viene a mi cabeza de golpe, tanto que me duele incluso un poco más. Pero la sensación de que sus perfectas manos estuvieran rodeándome durante toda la noche, me hace olvidar el dolor y sonreír.

─ Buenos días. ─El rey de Roma aparece por la puerta medio abierta, con una bandeja llena de comida y una aspirina.

Encima me trae el puto desayuno a la cama y una pastillita para la resaca, cuando digo que Guzmán en el fondo es un completo amor, es porque en realidad es un maldito oso de peluche achuchable.

─ Buenos días... ─Murmuro volviendo a incorporarme con cuidado hasta quedar sentada como un indio aún con las sábanas cubriendo mis piernas. Mi amigo deja la bandeja sobre la cama y lo primero que hago es coger la aspirina para dejarla sobre mi lengua y beber agua.

─ ¿Cómo has dormido? ¿Tienes mucha resaca?

─ He dormido como un bebé pero quiero morirme... me da vueltas todo y parece que están reformando una puta mansión en mi cabeza. ─Respondí cogiendo una galleta mientras escucho el sonido de su risa, que hasta con dolor de cabeza no me molesta─. Dime que no hice mucho el ridículo...

Este alza sus cejas como si le estuviera quitando importancia, encoge sus hombros negando suavemente con la cabeza y eso me tranquiliza un poco.

─ Bueno... casi te desnudas delante mía.

Comienzo a toser como efecto a sus palabras, dejo la galleta a un lado y bebo agua para que esta baje. Una vez que ya estoy libre de morir ahogada, me permito a mirarle con mi típica mueca de 'tierra trágame'.

─ ¿Cómo?

─ Te di esa ropa y antes de que pudiera decirte que el que iba a salir era yo, tú ya estabas bajándote la cremallera del vestido. ─Me cuenta con normalidad, entre risas y yo tapo mi cara completamente roja por la vergüenza─, ¡Vamos, Bella! No pasa nada y no vi nada, te lo prometo.

─ Qué vergüenza. ─Es lo único que llego a decir antes de quedarme unos segundos en silencio y volver a hablar:─, qué jodida vergüenza, Guzmán. Menos mal que me dijiste que me quedara a dormir porque no sé cómo hubiera mirado ahora a mi padre... es contigo y se me cae la cara de vergüenza.

ˢᵒᵐᵉᵒᶰᵉ ᵗᵒ ʸᵒᵘ ⇝  𝘎𝘶𝘻𝘮𝘢́𝘯 ⇝﹙𝐄́𝐥𝐢𝐭𝐞 ∕ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora