En el primer instante que le vi supe que sería el amor de mi vida, el chico que haría temblar todos mis cimientos y mi perdición. Y en el primer momento en el que le mentí, supe que me odiaría durante el resto de nuestras vidas.
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Samuel había organizado unafiesta en su casa con la ayuda de Nano, Christian y un tal Omar, que al parecer que hermano de Nadia. Me sorprendió cuando me llegó aquel mensaje porque desde que conozco a Samuel pensaba que no le gustan este tipo de cosas, además, por lo que tengo entendido su casa es muy pequeña. Y no es que me importe, en absoluto, más bien porque va a ser mucha gente y le van a dejar el piso hecho mierda y eso es una putada.
Nano está con la música mientras los demás bailan y otros juegan al juego este de la botella, a pesar de que he estado un rato jugando ya he decidido dejarlo porque al parecer tengo un imán; porque he tenido que besar a Christian. Y en realidad le he elegido a él porque es con quién tengo más confianza. Me acerco a la cocina para beber un poco de ponche, la verdad es que el efecto que tiene esta bebida en la gente me hace pensar que si de verdad es alcohol o le han echado algo, por lo que prefiero una cerveza. Pero al ver a Samuel solo y completamente borracho, me hace olvidarme de la bebida y quedarme junto a él.
─ No sé como serás tú estando borracho pero creo que deberías parar porque desde luego, si tienes mañana la resaca que tuve yo el otro día... ─Le quito la copa que tiene entre las manos mientras río, Samuel hace una mueca dando a entender que no está de acuerdo pero sonríe.
─ Bueno, siempre acabo potando...
Aquello hace que ponga una cara de asco pero sin dejar de reír.
─ No debería haber dicho eso, así no voy a gustarle nunca a las chicas.
Su broma no era más que una broma pero por la profundidad de sus ojos supe que en realidad lo dice en serio, además, los niños y los borrachos siempre dicen la verdad. Eso me entristece, parece que soy la psicóloga de todos pero luego no sé qué hacer conmigo misma, ¿no?
─ Mira, Samu. ─Comienzo, dándole un trago a la copa que le había quitado, obteniendo su atención─. Si no llegas a gustarle a alguna chica por tu forma de ser, no merece la pena, créeme; ni te esfuerces. Porque a alguien tienes que gustarle tal y cómo eres, con tus defectos y virtudes. ─Él me mira fija e intensamente, al mismo tiempo que le dedico una sonrisa y le doy unos golpecitos en su rodilla─. Y te aseguro que eres un chico estupendo, Samu... cualquier chica estaría dispuesta a estar contigo, te lo prometo.
Vuelvo a llevar la copa a mis labios para beber de ella, hoy prefiero mantenerme lúcida durante toda la fiesta, así que dejo el alcohol al lado de la encimera; cuando voy a girarme de nuevo para seguir hablando con Samuel, él me sorprende sin darme a lugar a nada. Sus labios están sobre los míos y se mueven de una forma salvaje y apasionada, huele y sabe alcohol. Los primeros segundos permanezco totalmente quieta, sin saber qué hacer, pero no sé por qué; le beso de la misma forma mientras siento cómo sus manos rodean mi cintura. Su reacción me ha pillado por sorpresa pero siendo sincera, besa bien, mejor de lo que había pensado aunque tampoco me había imaginado nunca besándome con Samuel. Sus labios vuelven a bajar la intensidad y esta vez es más suave, cariñoso e incluso muy delicado.
